La crisis del agua en México ha alcanzado proporciones alarmantes en el año 2024, presentando una serie de desafíos que amenazan la seguridad hídrica y el bienestar de millones de personas en el país. Este problema, que ha ido gestándose durante décadas, se ha escalado debido a una combinación de factores, que van desde la escasez de recursos naturales hasta la falta de políticas efectivas de gestión sustentable del agua.

A pesar de contar con una extensa red de ríos y acuíferos, gran parte del país sufre de sequías recurrentes y una distribución desigual de agua. La sobre explotación de los acuíferos y escasez de fuentes superficiales ha provocado su agotamiento en muchas regiones, dejando a comunidades enteras sin acceso a agua potable.

Pero esto no es un escenario que haya surgido inesperadamente. Según el Barómetro de la Transformación Ecológica, estudio realizado por Veolia y Elabe, México se encuentra entre los 10 países que se sienten más vulnerables en ecología e impacto climático, junto con sus vecinos latinoamericanos, los países asiáticos (excepto Japón) y el sur de Europa, y Polonia. 

Según el Barómetro de la Transformación Ecológica, estudio realizado por Veolia y Elabe, México se encuentra entre los 10 países que se sienten más vulnerables en ecología e impacto climático, junto con sus vecinos latinoamericanos, los países asiáticos (excepto Japón) y el sur de Europa, y Polonia / © Veolia 

Por su parte, 81.8% del territorio nacional experimenta algún nivel de escasez de agua, según el reporte del Monitor de Sequía de México, elaborado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Si la falta de lluvia persiste, durante los próximos meses, la tendencia se agravará en la mayor parte del país. De acuerdo con el organismo de gobierno, durante la primera quincena del año, el 61.3% de los municipios del país registraron sequía de moderada a excepcional. La cifra es 6.7% mayor a lo registrado a finales de 2023.

Entre las principales causas de la escasez del agua en el contexto mexicano se encuentra: 

  • La falta de infraestructura adecuada y una gestión ineficiente del agua agravan la crisis. Muchas comunidades rurales carecen de sistemas de suministro continuo de agua potable, obligando a los residentes a depender de fuentes contaminadas o a recorrer largas distancias en busca de agua. Además, la falta de transparencia en la administración de los recursos hídricos dificultan la implementación de soluciones efectivas.
  • Una mala planeación. Somos muchos, concentrados en pocos lugares (regiones y ciudades que concentran el 80% de la industria y de la población). La deficiente planeación hace que haya insuficiencia de agua. Si hay sobrepoblación del recurso en ciertos lugares altamente poblados, habrá impactos de escasez. Acuíferos sobreexplotados y presas con muy bajos niveles, falta de lluvia, derivado del cambio climático.
  • El uso desmedido de los recursos hídricos. La escasez de aguas lluvias y un aumento en la temperatura terrestre son factores que agravan la sequía en México. La Conagua estima que durante el año pasado, en promedio, 54.8% del territorio mexicano presentó insuficiencia de agua. 
  • La falta de tratamiento efectivo de efluentes industriales y aguas residuales intensifica el escenario, contaminando las limitadas fuentes de agua fresca para las comunidades y producción industrial.
  • Falta de control de calidad y fiscalización proactiva de descargas de efluentes industriales para que, realmente, se pueda hacer la diferencia. La atención está centrada en las grandes industrias, sin embargo, no en las fábricas medianas que, aunque consumen una escala menor de agua, no cumplen con esas garantías de calidad del tratamiento del agua vertida. 
  • La falta de mantenimiento de los sistemas de distribución de agua potable en las ciudades ocasiona significativas pérdidas de agua. Por ejemplo, se estima que el 40% del agua que recibe la Ciudad de México se pierde en fugas, según datos de la UNAM.

“Es una situación que debe hacer abrir los ojos de todos ya que estamos relacionados: comunidad, industria privada y autoridades públicas. Las autoridades deben mejorar su gestión y mantenimiento en los sistemas de tratamiento y redes de distribución, además de incentivar el desarrollo de fuentes alternativas de agua; la industria debe buscar opciones de autosuficiencia hídrica, ya sea a través de la reutilización directa o indirecta de agua, la desalación o una combinación de todas las anteriores; y la Comunidades debe ser conscientes de la magnitud del problema de escasez de agua y optimizar nuestros hábitos de consumo de agua”, aseguró Juan Pablo Rodríguez, director comercial de Veolia Water Technologies & Solutions.

“La reducción del consumo de agua por habitante y por día es necesaria y sí es posible, poder reducir de 150 litros por habitante por día a 100, significa una disminución significativa; sin embargo factible, desde que adoptemos hábitos sostenibles de nuestra relación con el agua. Todos somos agentes de cambio y debemos comprometernos con nuestro entorno y el futuro de nuestro país”, complementó el ejecutivo de Veolia.