Año tras año, las tragedias por incendio generan revuelo y se olvidan, como si nunca hubieran existido. ¿Qué se necesita para que se tenga la debida preocupación en el sector?

Por Ángel Martínez

Más tarda en apagarse un incendio, que en olvidarse que ocurrió. Si alguien llega a grabarlo, el fin no es concientizar, sino viralizarlo en las redes sociales. En cuanto ocurra uno mayor, aquél será reemplazado, pero siempre con el mismo objetivo: ser la nota del momento. Nadie se queda a mirar en los escombros, salvo las personas afectadas. “En México, los únicos interesados en los incendios son las aseguradoras”, argumenta Raúl Sánchez Meza, quien es y no es ingeniero en sistemas contra incendio. Lo es, porque lleva más de 20 años dedicándose a la consultoría en sistemas de seguridad contra incendios, pero no lo es, porque en México nadie puede ser ingeniero en sistemas contra incendio, sencillamente porque no existe una carrera que se especialice en este ramo. ¿Hace falta? “Pero claro que hace falta”, responde sin siquiera pensarlo. ¿Por qué? “Porque en México no se diseña: se instala y luego se ve si coincide con los requerimientos de la obra. Entonces, resulta que cuando ocurre un siniestro mayor, es un volado saber si el sistema instalado podrá apagarlo”, expone.

“Hace 25 años no había carreras como Ingeniería Industrial, la necesidad obligó. Lo mismo debe pasar en este caso. Alguna universidad tiene que lanzarse y abrir la ingeniería en protección contra incendio”, exhorta. Y recuerda, además, como en la FES Zaragoza, en coordinación con el Colegio de Ingenieros Químicos y de Químicos, A.C., se realiza un diplomado en Seguridad e Higiene en el Trabajo y Salud Ocupacional, en el que participa dando el módulo Contra Incendio. “Pero en 16 horas no les puedo mostrar la ingeniería. Les doy nociones y los guío, si les interesa este tema, a qué organizaciones acercarse, o cómo hacerle. Porque no se puede más”, lamenta el Gerente de International Fire Safety Consulting (IFSC) México.

“Pero el que las aseguradoras se preocupen por lo que pasa con los sistemas no tiene que ver con las personas –retoma el hilo de la conversación– tiene que ver con las coberturas de estos seguros. A la aseguradora le preocupa que todo funcione correctamente porque lo que menos quieren es tener pérdidas en sus pólizas. Por lo tanto, ellos sí tienen ingenieros y ellos sí realizan proyectos de control y mitigación de incendios. Y no está mal —razona Sánchez Meza— es una fórmula que le conviene tanto al asegurado como a la aseguradora. El problema real es que, fuera de estas instituciones privadas, muy pocos se preocupan. El país se ha conformado con una normativa que en la realidad resulta laxa”. Y resulta así, explica, porque los que están encargados de hacer las inspecciones de obra difícilmente saben hacerlo. Son personas que generalmente vienen de otras áreas y que llegan a Protección Civil o a inspección sin plena conciencia de lo que implica, que es, precisamente, la ingeniería de este sector. “En México la autoridad competente no es autoridad, porque no sabe de la materia, y por lo tanto no es competente”, sentencia.

Hace 25 años no había carreras como Ingeniería Industrial, la necesidad obligó. Lo mismo debe pasar en este caso. Alguna universidad tiene que lanzarse y abrir la ingeniería en protección contra incendio”

Raúl Sánchez Meza, Gerente de IFSC México

¿Es así para todos los sectores?. “Depende”, ataja de inmediato. “Si te refieres al sector comercial hotelero, hay hoteles que funcionan bajo el concepto de franquicia. Eso significa que los estándares los pone el franquiciatario; si éste determina que los sistemas contra incendio deben estar incluso por arriba de lo que marcan las normativas nacionales, tienes que hacerlo, en virtud de que puedas operar. Si no son tan exigentes, puede ser que sólo te pidan lo que señala la ley nacional”, describe.

“Por otro lado, si se habla de una tienda de mercancías, puede ser que cuente con sistemas de rociadores, que cumpla con lo que dice la NOM-002-STPS-2010 o la NMX-S-066-SCFI-2015 – AMRACI, de carácter voluntario. Pero por eso en los grandes incendios se va toda la instalación, porque los sistemas no están diseñados, solamente están instalados. No hay nadie que les diga, ‘mire, el cálculo del agua que necesita es éste’. En el mejor de los casos aplican la norma; si no, se pone lo de siempre: tuberías, gabinetes con mangueras cada 30 metros, una bomba (que muchas veces carece de certificación), con capacidad de dotar de agua a los sistemas por dos horas, según establece la norma, y listo”.

De formación ingeniero Químico, por la Facultad de Química de la UNAM, Sánchez Meza hace hincapié en que hay trasnacionales que se limitan a cumplir con la normativa del país en el que están; por ejemplo, una misma cadena de supermercado, que cumple con la estricta normatividad de Estados Unidos, instalando sistemas de rociadores en todos lados; cuando llegan a México no lo hace, bajo el argumento de que están cumpliendo con los requisitos que se les piden.

—En México, ¿quién realiza instalaciones en protección contra incendio?

—Pues cualquiera que dice que hace; sea un instalador o un vendedor de equipo. El problema de que no haya ingeniería de incendio es que no se pide y no se paga. Entonces, cuando se construye algo nuevo, están todos… menos los de incendio, o quizá haya algún improvisado, el que pone un tubo. ¿Qué es lo que está pasando? Que a la carencia de ingenieros contra incendio, sólo nos queda especializarnos.

Ahonda en que en este sector debería ser importante el diseño real, saber bajo qué normas, criterios y, sobre todo, bajo qué clasificación de riesgos se está ejecutando una obra. Esto implica, por lo tanto, contar con una metodología que vaya acorde con los requerimientos actuales del sector, como es el uso de programas y software que arrojen cifras, gráficas, evidencia tangible de lo que se necesita y no dejar todo al tanteo: “Nosotros, como asesores, lo primero que revisamos es la ingeniería, los planos; aunque muchas veces nos hemos encontrado con que nos requieren para sistemas ya instalados en los que todo se hizo a vuela ojo, por lo que están o cortos o sobrados”.

El gerente de IFSC explica que, para el caso de México, las redes de protección contra incendio sólo se mueven en función de lo que hay detrás, en términos de inversión, pero no así en seguridad ocupacional. Por ello, exhorta a que, mientras no se creen oportunidades académicas, lo ideal es establecer una comunicación que dé pie a la retroalimentación profesional: “Como ingeniero químico, sé lo que implica la ingeniería contra incendio. Hay mucho de dónde aprender. Y deseamos, en verdad, que la próxima generación que llegue, sea porque lo decidió y no porque no había algo mejor que hacer”.

Un usuario informado es clave: Conapci

A principios de este año, la Asociación Nacional de Protección contra el Fuego (NFPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos dio a conocer que no participarían en la próxima edición de la Expo Seguridad México, en donde llevaban paralelamente la México Fire Expo, como un medio de promoción y difusión tanto de la institución como del sector de protección contra incendio en México. En un hecho que resulta contradictorio a las intenciones de visibilidad del sector, el director General del Consejo Nacional de Protección Contra Incendio (Conapci), Víctor Espínola, explica que lo que sucedió es que los graves temas de inseguridad que rodean al país fueron mermando el interés por la seguridad de bienes y de vida, por lo que no ve ilógico, pero sí desalentador, la decisión por parte de la NFPA.

En sus oficinas de la Ciudad de México, platicamos con el director General del Conapci sobre la situación de México en el sector que representa. Nuestra intención original –abordar conceptos útiles para los ingenieros en sus próximos proyectos– fue derivando hacia elementos primarios, pero sustanciales, para entender lo que significa el crecimiento de un sector que, aun con la relativa invisibilidad en que se encuentra vale cerca de 800 mil millones de dólares, según estimaciones del propio Conapci.

“Desarrollamos el proyecto de la Norma 066 de diseño e instalación de sistemas de rociadores automáticos, que sigue siendo de carácter voluntario. Y a tres años de su publicación, te puedo decir que entre los especialistas está socializada; es decir, la conocen porque aquí la desarrollamos. La conocen y la aplican; el tema que nos ocupa es que el usuario la conozca porque al final del día es para él. Por eso, actualmente estamos haciendo mayores esfuerzos porque sea el usuario mismo quien la solicite”, explica.

“Estamos trabajando, también, un anteproyecto con la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, en donde, como Conapci, planteamos una clasificación de riesgos diferente a la que existe hoy; a fin de que se considere el tamaño de las compañías, metros construidos, material almacenado y ocupación. Eso nos permitirá evaluar e identificar el grado de riesgo para determinar con qué elementos de protección debes contar. Porque no le puedes pedir a una empresa pequeña que tenga los mismos sistemas que una grande, y a la inversa”, compara Espínola.

Asociaciones hermanas, Conapci y AMRACI han sumado esfuerzos por más de seis años para que el país pueda dar ese salto por demás necesario a fin de alcanzar en infraestructura y legislación, ya no se diga a Estados Unidos, sino a países de Centro y Sudamérica, como Panamá y Colombia, que con mayor agudeza y practicidad han escalado posiciones en este rubro. Así, por ejemplo, antes de la formación de ambas organizaciones, refiere el director General del Conapci, México contaba solamente con dos normativas: la NOM-002, expedida por la STPS, y la NOM-154, que habla de extintores. “Hoy el país tiene, además, la NMX-066 (sobre diseño e instalación de rociadores); la NOM-009, expedida por la Secretaría de Gobernación, y que está enfocada en sistemas de protección para guarderías, y las que están en iniciativa: una respecto a alarma y detección; otra referente a bombas contra incendio, y una más sobre mantenimiento”, celebra.

Antes de la fundación de la Conapci y la AMRACI, México contaba solamente con dos normativas ( NOM-002 y NOM-154). Hoy, en cambio, el país tiene, además, la NMX-066 y la NOM-009, promovidas por aquéllas

Asimismo, la Conapci ha creado programas de capacitación y validación para certificar a especialistas del sector, con el fin de elevar el nivel de profesionalización y dar garantías al usuario final. Entre sus acciones, además, está la promoción de cultura cívica respecto a la importancia del fuego, la cual se ve reflejada en la Campaña Nacional de Protección Contra Incendios, y que en 2019 va por su quinta edición. Pero nada de estas iniciativas, reconoce, y de esta orientación habría sido posible sin los antecedentes que estableció la NFPA, sea en prestigio o en estudios, e incluso en las formas de actuar. “Una de las virtudes de la NFPA es que basan sus acciones en casos de estudio a partir de situaciones reales. Desafortunadamente, por un tema que no entendemos, no se considera a la NFPA como una norma internacional, sino extranjera, lo cual ha impedido su crecimiento”, argumenta.

Una de las virtudes de la NFPA es que basan sus acciones en casos de estudio a partir de situaciones reales. Desafortunadamente, por un tema que no entendemos, no se considera a la NFPA como una norma internacional, sino extranjera, lo cual ha impedido su crecimiento”

Víctor Espínola, Director General Conapci

Por otro lado, el impacto social y medioambiental de los incendios todavía no logra cuantificarse, y desafortunadamente no sólo se trata del incendio, sino de toda la cadena de suministro que depende de aquello que se quema. El año pasado, por concepto de pagos de seguros, según establece la AMIS y el Conapci, se entregaron casi 17 mil millones de pesos, tomando en cuenta que sólo el 40 % de las empresas en México cuenta con un seguro de cobertura, además de que fallecen cerca de 1 mil personas. “Y la cifra parece ínfima, pero sólo si no eres parte de la estadística”, lamenta el director General.

Según cálculos del director General, México tiene tres décadas de atrasado en este rubro. De ahí que como institución trabajen a marchas forzadas en prácticamente todos los sectores: desde el civil (a través de programas difusión y capacitación), hasta el gubernamental (desarrollando y proponiendo normas para la seguridad ciudadana). “Nosotros, que somos la entrada natural para Latinoamérica, uno de los países más grandes y desarrollados del continente, no podemos permitirnos no poner a México en el lugar que merece”.