Por Juan Carlos Flores

Desde que yo recuerdo, la comunicación siempre me la explicaron de forma muy simple, con un modelo básico que decía que era un proceso en donde un emisor enviaba un mensaje a un receptor a través de un medio, y que para que se cerrara el ciclo y se cumpliera dicho proceso, se requería que hubiera una respuesta o retroalimentación. Hasta aquí suena muy sencillo. Pero con el tiempo, me he dado cuenta de que la comunicación no tiene nada de simple.

Dicho esto, les platico que me di a la tarea de analizar qué factores intervienen en la comunicación entre personas (porque la comunicación también se da entre animales, plantas, máquinas y otros entes).

Respetando el modelo inicial emisor-receptor (considerando solamente dos individuos), agregué lo que encontré en mi investigación:

  • La intención-estímulo (de emisor y receptor). Al comunicarnos, lo que buscamos es obtener una reacción del otro (intención). Para ello, mandamos un estímulo representado por nuestro lenguaje corporal, tono, volumen de voz y algunos otros elementos, como las palabras que utilizamos. Sin embargo, lo que queremos que pase no necesariamente es lo que el otro quiere que suceda, ya que no siempre el estímulo enviado es el percibido del otro lado. ¿Por qué la diferencia? Se entenderá mejor con el siguiente punto.
  • Los marcos de referencia y la interpretación. Los marcos de referencia son el conjunto de valores, experiencias, conocimientos, edad, género, nacionalidad, nivel socioeconómico y demás características de las personas, que condicionan su forma de pensar, sentir, hablar y responder. Podríamos decir que nos referimos a nuestro “software”, con el cual interpretamos los fenómenos del entorno. Cuando la intención del emisor es “A”, dada su programación o marcos de referencia, cuando llega al receptor, éste le dará significado de acuerdo con lo que él o ella traen en su cabeza, y en relación con ello responderá (tomemos en cuenta que aún si no hace o dice nada, también es una respuesta).
  • El entorno. Cualquier proceso de comunicación puede variar dependiendo de las condiciones de lo que rodea a los participantes, ya sea del aspecto físico o del ambiente que las personas perciban (por ejemplo, las “vibras” de los demás). Considere como ejemplo a un individuo que conoce a otra persona en un centro nocturno (el lugar en donde hace que se cumpla aquel conocido refrán “en la noche todos los gatos son pardos”) y la ve como un ser incomparable, mágico, tierno, hermoso, etc., y que además accede a todas las peticiones que le hace. Si este mismo proceso de comunicación se da en un lugar diferente, digamos un restaurante al medio día, quizá esas mismas personas se darían cuenta de que el otro no es lo que estaban buscando ni para lo que lo estaban buscando. Inclusive podemos referirnos al “ruido” (que puede ser auditivo, visual o mental) como una barrera que está presente en el proceso de comunicación y que puede afectarlo.

Cualquier proceso de comunicación puede variar dependiendo de las condiciones de lo que rodea a los participantes, ya sea del aspecto físico o del ambiente que las personas perciban

  • Los procesos simultáneos. Si bien dijimos que la comunicación es un proceso, a mí nunca me dijeron (a menos que lo hayan hecho en un entorno que no me permitió escucharlo) que, al comunicarnos con otro, teníamos al mismo tiempo procesos alternos (simultáneos) con esa misma persona. ¿A qué me refiero? Imagine el lector la siguiente situación (los personajes como en todos los relatos, son ficticios y cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia):
    Un atractivo galán está tratando de establecer una relación con fines puros y sinceros con una hermosa mujer, en un restaurante al medio día y con música tranquila de fondo (entiéndase que el entorno es adecuado).
    –Hola, eres hermana de Julio, ¿verdad? (se me quedó viendo a los ojos, creo que ya me está dando entrada).–Hola, así es. Y tú, ¿de dónde conoces a mi hermano? (se me olvidaron los lentes, no le alcanzo a distinguir bien la cara. Creo que es uno de los desagradables amigos de mi hermano).
    –Estudiamos juntos en la universidad y seguido salgo con él a reuniones (creo que no me ha reconocido de la última borrachera que agarramos, así que estoy fuera de peligro)
    –(Creo que se parece al borracho que rompió la ventana de la casa) Ah, qué bien, ¿a cuáles reuniones lo acompañas: a las de juerga o las académicas? (me está dando comezón en la cabeza, creo que se me subió un bicho).
    –(Creo que ya la hice porque se está tocando el pelo; quiere decir que le intereso; además, me parece que es más bien intelectual, si no, no me hubiera mencionado las reuniones académicas) A las académicas, por supuesto. De hecho, estuvimos en la presentación de la Universidad ante el rector (voy a copiar sus movimientos para hacer Rapport ‘técnica de imitación de movimientos del otro para crear confianza y que baje la guardia’).
    –Ah, qué bien. Dicen que estuvo muy interesante, hasta que unos impertinentes entraron a hacer desorden (qué extraño, parece un mimo de la calle haciendo lo mismo que yo. Voy a jugar un rato con él haciendo movimientos extraños para ver qué hace).

    Congelemos esta imagen. Ahora les pregunto, ¿cuántos procesos de comunicación detectaron?, ¿sólo uno? La verdad es que hubo varios. El primero es el que sostienen mediante la comunicación verbal; el segundo, el que se dio al estar leyendo la comunicación no verbal del otro; el tercero, cuando se mandaban mensajes ocultos no verbales; el cuarto, cuando cada uno de ellos hablaba consigo mismo.
    Lo cierto es que, en total, en una conversación entre dos personas se pueden dar alrededor de 12 procesos simultáneos (¡¡¡AL MISMO TIEMPO!!!). Todos estos procesos que menciono tienen que ver con que el consciente y el subconsciente de cada participante tienen interacción. Ahora imaginen qué sucede cuando hay más de dos personas en una plática.

La comunicación entre personas es un proceso bastante complejo y queda mucho por estudiar y descubrir. Los mejores sujetos de investigación somos nosotros mismos. Los invito a preguntarse: ¿qué estoy provocando en los demás cuando me comunico?, ¿qué tan efectivo soy al comunicarme?, ¿qué me funciona y qué no? Y quizá lo más importante, ¿qué voy a hacer para mejorar en este sentido?

Tomemos conciencia de que la comunicación es la base de cualquier otro proceso que tenga que ver con las relaciones humanas (trabajo en equipo, liderazgo, negociación, manejo de conflictos, ventas, etcétera). Si mejoro en ella, mejoraré en las demás.


Juan Carlos Flores Merino

Coach de ACCTÚA. Estudió Ingeniería Industrial en la UVM, un MBA en la Universidad de las Américas México y una maestría en Educación, Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos. Tiene certificaciones en Coaching, P.N.L. y es facilitador de Grupos de Codesarrollo Profesional. Actualmente, es facilitador de diversos programas de desarrollo humano.