Vía Verde siembra nuevos planes para seguir expandiendo las áreas verdes de la Ciudad de México, que todavía carece de 40 millones de m2 para poder brindar una adecuada calidad de aire a sus habitantes. El comienzo fueron las columnas de Periférico. Hoy la iniciativa ya se expande por el mundo

Por Christopher García | Imágenes: cortesía Vía Verde

Uno de los mayores problemas que enfrenta el mundo actual es el cambio climático, derivado del calentamiento global del planeta. El acuerdo generalizado entre la comunidad científica es que dicho calentamiento se debe al modelo de desarrollo implementado a partir de la Revolución Industrial, caracterizado por la quema de combustibles y la emisión descontrolada de gases de efecto invernadero (GEI).

Aunado a ello, la deforestación y el remplazo de los bosques por actividades altamente contaminantes, incluida la ganadería, incrementan la magnitud del problema, pues además de haberse multiplicado exponencialmente las emisiones de GEI desde la era preindustrial, se han destruido los ecosistemas capaces de ayudar con la captación de dichas emisiones.

Si bien el incremento en la temperatura media del planeta es el problema más apremiante de este proceso, no suele serlo para la población en general, pues sus efectos, como lluvias más agresivas y olas de calor más altas, huracanes de mayor intensidad, incremento en el nivel del mar o pérdida de biodiversidad, suelen pasar desapercibidos para la población en general.

No obstante, una de las causas del calentamiento, es decir, las emisiones de GEI, sí son visibles para la población de las grandes ciudades, donde se observan en los gases de los automóviles. Mejor conocida como smog, la combustión de la gasolina contribuye con una cantidad significativa de GEI, que suelen elevarse a la atmósfera irremediablemente, ante la falta de un mecanismo que lo evite.

La concentración de tal cantidad de gases en las ciudades provoca también un problema de mala calidad de aire, el cual repercute en la salud de los habitantes. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 10 millones de personas mueren cada año por los efectos agudos y acumulativos de la contaminación atmosférica y hasta 8 millones de esas muertes están relacionadas con las partículas producidas por la quema de combustibles fósiles; es decir, 1 de cada 5 muertes.

Sólo en la Ciudad de México, “se estima que 6 de cada 10 personas que vivimos aquí padecemos una enfermedad crónica respiratoria. Se muere más gente en el país por causas vinculadas con la calidad del aire, que por la violencia”, señala Fernando Ortiz Monasterio, Fundador de Vía Verde, en entrevista con Especificar.

De hecho, explica, la propia OMS señala que cada habitante del mundo requiere un mínimo de 9 m2 de área verde para prevenir las enfermedades respiratorias vinculadas con una mala calidad de aire. Sin embargo, en la Ciudad de México sólo tenemos 3 m2. Esto quiere decir que “hay un déficit de 6 m2 por persona, multiplicado por la cantidad de habitantes que vivimos en la ciudad, nos hacen falta cerca de 40 millones de m2 de áreas verdes”.

Y el problema tiene una complicación adicional: en la Ciudad de México ni siquiera existe tal superficie disponible para destinarla a áreas verdes. 

Se estima que 6 de cada 10 personas que vivimos en la Ciudad de México padecemos una enfermedad crónica respiratoria. Se muere más gente en el país por causas vinculadas con la calidad del aire, que por la violencia»

Fernando Ortiz, Fundador de Vía Verde

No tienen que ser parques

De la falta de vegetación y la falta de espacio para colocarla surgió Vía Verde hace poco más de seis años. Ortiz Monasterio explica que se trata de una iniciativa para transformar los muros de las casas, de los edificios, de las escuelas, de los centros comerciales, de las columnas del Periférico, los bajopuentes, etcétera, en área verde nueva para mitigar el déficit que presenta la ciudad.

Podría decirse que la iniciativa parte de una idea clave: cualquier superficie puede convertirse en un jardín, si tenemos la voluntad de hacerlo. 

Para muestra, hasta la fecha han transformado más de 600 columnas de lo que se conoce como el segundo piso del Anillo Periférico de la Ciudad de México en jardines verticales, en los tramos comprendidos entre la glorieta de San Jerónimo y la glorieta de San Antonio, que abarca 545 columnas, y el tramo entre Toreo y la bajada de Lechería, que comprende 750 columnas adicionales, de las cuales suman ya más de 100. Todo este proceso de transformación ha sido financiado mediante un esquema de publicidad digital, exhibido en diversas pantallas colocadas en distintos puntos del área intervenida.

Un tercer tramo del proyecto es el que se localiza entre avenida San Antonio y Toreo, que se conoce como la Autopista Urbana Norte. Para dicho tramo, Fernando Ortiz señala que ya han presentado una propuesta al Gobierno de la Ciudad de México: “incorporar cerca de 250 columnas para completar ese tramo, más todas las jardineras intermedias, porque hay unas que están bastante abandonadas, sin poner ni una sola pantalla de publicidad adicional, únicamente distribuir las que actualmente tenemos; esto equivaldría a que el área publicitaria total del proyecto se reduciría a cerca del 1%”, explica entusiasmado. 

Vía Verde es un paso, un granito de arena, en esta búsqueda de transformar la ciudad, pero no va a ser posible si no es con la ayuda de toda la ciudadanía”

Fernando Ortiz, Fundador de Vía Verde

En este último aspecto el fundador de Vía Verde es enfático: «no se trata de un proyecto publicitario, sino de un proyecto de transformación urbana que se sirve de la publicidad para ser posible”.

Ortiz Monasterio señala, asimismo, que recientemente el Gobierno de la Ciudad de México les  otorgó un permiso más, que él estima de un alto valor simbólico, para transformar los elementos de concreto que se encuentran entre columna y columna, llamados pórticos, de los cuales ya suman 10.

“Para nosotros, Vía Verde es un paso, un granito de arena, en esta búsqueda de transformar la ciudad, pero no va a ser posible si no es con la ayuda de toda la ciudadanía, en donde cada persona, con las plantas que pone en su balcón, en el muro de su casa, contribuya a que podamos recuperar los parques y las plazas, que se puedan transformar todas las columnas, los pórticos, los parabuses; para que, en su conjunto, todas las soluciones hagan realmente una ciudad más verde”.

La tecnología detrás de Vía Verde

Para cualquiera que transite por la avenida Periférico, en los tramos que fueron intervenidos por Vía Verde, será bastante evidente que los distintos tipos de plantas que se encuentran en las columnas se encuentran en excelente estado de conservación.

Uno puede imaginar a los jardineros y botánicos sirviéndose de escaleras inmensas para verificar las condiciones de cada planta: su temperatura, grado de humedad, luz, nutrientes, o regarlas y garantizar que cuenten con la cantidad de agua suficiente. Pero nada más lejos de la realidad. 

Fernando Ortiz Monasterio, fundador de Vía Verde, explica a Especificar que tanto el riego como el monitoreo de las plantas son procesos completamente automatizados, los cuales son posibles gracias a una serie de tecnologías, o fases, como las concibe él, que fueron desarrolladas en México, por talento mexicano.

La primera fase es un bastidor estructural, que resulta de suma importancia, pues juega dos roles fundamentales: brindar una estructura para la colocación de las plantas y evitar que éstas entren en contacto con las columnas. Además, para detener el sistema de jardines verticales, explica Ortiz, no hay ni un sólo tornillo perforando la estructura del segundo piso. “Se trata de un bastidor estructural que desarrollamos y está compuesto por paneles abatibles. Esto permite que, tras un sismo mayor a 6.5 grados Richter, se puedan abrir estos paneles para que los ingenieros estructurales puedan ver el concreto y verificar que no haya ninguna fisura. Esta es una patente que desarrollamos”.

La segunda fase son los aislantes plásticos, que garantizan que no hay transferencia de humedad entre el sistema hidropónico, que implica agua, y la infraestructura urbana existente. Para ello, Vía Vede incorpora un plástico aislante de 6 mm de grosor, el cual impide el paso de la humedad y está fabricado con plástico reciclado al ciento por ciento.

La tercera fase son los sustratos textiles hidropónicos donde se mantienen las plantas. “Nosotros no crecemos las plantas en tierra, sino en tela y es una tela fabricada ciento por ciento de botellas de PET recicladas”. Para llevar a cabo este proceso, Vía Verde recupera las botellas de la basura, las cuales se pican en fragmentos pequeños y después se funden. Más tarde, se obtiene un hilo de dicho material y éste se punza para generar una malla tipo fieltro. Dos capas de dicho fieltro se juntan para formar cavidades  (alrededor de 36 por m2), donde finalmente se depositan las plantas.

El cuarto proceso es el sistema de riego y el monitoreo remoto. Todas las columnas se riegan de manera automática, diariamente. No obstante, para estas labores no se utiliza ni una sola gota de agua potable. ”La Ciudad de México se está quedando sin agua, entonces lo que nosotros hacemos es tomar agua del drenaje, la procesamos, la volvemos agua tratada y con ella regamos las plantas. Este proceso nos permite no sólo no usar agua potable, sino reciclar agua del drenaje, que además tiene muchos nutrientes, nitrógeno, fósforo, potasio, que a las plantas les encanta”. 

Los sistemas de bombeo encargados del riego también son totalmente automatizados, para garantizar que los jardines verticales se irriguen durante la noche, evitando pérdidas de agua por evapotranspiración. 

De igual manera, cada uno de los elementos vegetales de las columnas tienen sensores integrados, los cuales están conectados a internet, a fin de enviar los datos de conservación de cada uno a una base de datos, que luego se reflejan en un software, facilitando la visualización diaria de las condiciones del proyecto. Asimismo, el software está programado para enviar alertas en caso de que algún parámetro esté fuera de rango y se puedan tomar las acciones pertinentes para corregirlo. 

El bastidor estructural está compuesto por paneles abatibles, lo cual permite que, tras un sismo mayor a 6.5 grados Richter, se puedan abrir estos paneles para que los ingenieros estructurales puedan ver el concreto y verificar que no haya ninguna fisura. Esta es una patente que desarrollamos»

Fernando Ortiz, Fundador de Vía Verde

La quinta fase del proceso, explica Ortiz Monasterio, es el material vegetal. “En el caso de este proyecto, escogimos una paleta de 10 plantas, algunas son endémicas de México, de la familia de las crasuláceas, otras son arbustivas para maximizar los beneficios ambientales, como lo son las Aralias, las Garras de león, entre otras. Para hacer esa selección vegetal, medimos las condiciones ambientales. Tenemos estudiadas más de 5 mil plantas: sabemos cuáles son sus condiciones de luz, sus necesidades hídricas, de temperaturas mínimas resistidas, tipo de sustrato, tipo de nutrientes. Entonces, ponemos plantas que en su conjunto puedan funcionar bien. En este caso, era fundamental maximizar los beneficios ambientales, pero minimizar el mantenimiento, por lo cual son puras plantas perennes, no hay flores, es decir que se trata de plantas que no son cíclicas”.

Tras la conclusión de estas cinco fases, el fundador de Vía Verde explica entusiasmado que el proyecto permite beneficiar a cinco grandes ganadores.

El primero es la ciudad, que gana porque un espacio en desuso, con columnas que no generaban beneficios, se transformaron en un beneficio ambiental. En segundo lugar ganan las marcas que se publicitan en las pantallas del proyecto, pues se trata de la misma inversión publicitaria que habrían hecho para exponerse en un espectacular, que no genera ningún beneficio para gente, pero que en este caso tiene incluso un impacto ambiental positivo. El tercer ganador es el gobierno, porque, “sin lanzar culpas a nadie, se ha demostrado que los gobiernos no son muy buenos manteniendo las áreas verdes y, en este caso, primero, no pagaron por el proyecto, no lo mantienen, la gente lo quiere mucho, pero siempre vienen a la inauguración, y los recibimos con mucho gusto, porque, al final, sí son los que otorgan el permiso para poder llevarlo a cabo”.

El cuarto ganador es la empresa Vía Verde, que para ejecutar la instalación, supervisión y mantenimiento de los jardines verticales en sus cinco fases genera más de 2 mil empleos a lo largo de toda la cadena de valor, con cerca de 200 empleados directos, desde la producción de plantas, la fabricación de los paneles abatibles, los jardineros, los ingenieros de software, los instaladores, los técnicos, hidráulicos, eléctricos, sanitarios, entre una amplia variedad de especialidades.

Y finalmente, el quinto ganador es Fernando Ortiz Monasterio, quien confiesa, “este sí es totalmente egoísta, porque me siento absolutamente orgulloso y privilegiado de que mi trabajo sea una cosa que me apasione muchísimo, que me permita pagar las cuentas y que está generando una transformación profunda en la ciudad”.

Pero Vía Verde es sólo el comienzo de un trayecto que sigue buscando maneras de hacer más verde la Ciudad de México y cualquier ciudad del mundo. Si bien hasta la fecha son más de 40 mil m2 de superficies los que se han convertido en áreas verdes, Fernando Ortiz sabe que no son suficientes para la transformación que tienen en mente. De ahí que ya tengan listo el lanzamiento de una nueva solución que pretende no sólo incrementar la cantidad de áreas verdes, sino promover la proliferación de organismos polinizadores, como abejas, mariposas y colibríes, los cuales forman parte fundamental del equilibrio de los ecosistemas. Dicha solución se llama Parabuses Verdes.

El objetivo de esta solución es bastante sencillo: “transformar todos los parabuses de la Ciudad de México, que son cerca de 2 mil, en nuevas áreas verdes para obtener los beneficios que ya mencionamos”, explica Ortiz. “Pero, además, poder hacer corredores biológicos para los animales polinizadores. Las flores necesitan de los polinizadores: hay una sinergia entre la flora y la fauna; hay una gama muy amplia del reino vegetal que no se podría reproducir si no es con los animales”. 

En la actualidad, como resultado del calentamiento global, los monocultivos, los fertilizantes y los plaguicidas, 70% de los insectos se encuentran en peligro de extinción. De hecho, especies como las abejas y las mariposas enfrentan los mayores peligros, lo cual representa un riesgo inmenso para el equilibrio ambiental y para la producción de alimentos, pues se sabe que cerca de 70% de los cultivos dependen de la polinización.

Lo que buscamos, entonces, es transformar estos 2 mil parabuses en lo que llamamos parabuses verdes, que en la parte superior tienen plantas con flores para promover estos corredores biológicos, de modo que no se incorpore solo flora, sino también fauna y promover un ecosistema balanceado


“Lo que buscamos, entonces, es transformar estos 2 mil parabuses en lo que llamamos parabuses verdes, que en la parte superior tienen plantas con flores para promover estos corredores biológicos, de modo que no se incorpore solo flora, sino también fauna y promover un ecosistema balanceado”.

Para este proyecto, el modelo de negocio es muy similar al de Vía Verde: una empresa paga por publicidad y los recursos obtenidos se utilizan para la instalación, operación y mantenimiento del proyecto. De hecho, explica Ortiz Monasterio, los parabuses actuales ya funciona con un esquema similar de publicidad, por lo cual ya tienen un permiso otorgado. En este sentido, Vía Verde se encuentra a la espera de que dicho permiso pierda su vigencia para poder ellos participar como solicitantes del permiso y así transformar los parabuses. 

En caso de obtener dichos permisos, el esquema de trabajo podría seguir dos caminos: uno, reutilizar la infraestructura existente y adecuarla para incorporar el material vegetal o, dos, incorporar parabuses nuevos. 

En cualquiera de los dos casos, la intervención brindaría diversas ventajas, además de las ambientales. En principio, el parabús verde seguiría ofreciendo los beneficios de los actuales: resguardo de la lluvia y del sol para la población mientras aguardan por el transporte, pero también integraría elementos de seguridad, como iluminación colocada en el techo y un botón de pánico conectado al C5, además de la cereza del pastel: acceso gratuito a internet.

El fundador de Vía Verde señala que decidieron incorporar estas características como parte del proyecto, porque, confiesa, “a la gente en general el polinizador le da lo mismo, pero sí busca dos cosas: seguridad e internet. Nosotros ya tenemos el internet que se requiere para conectar los sensores de las plantas a nuestro software, entonces sólo decidimos abrir esa red. Desde luego, no es un acceso a internet de banda ancha, pero sí va a permitir conectarse para responder mensajes o ver un video corto en esos minutos que estás esperando por el transporte”.


Beneficios de los jardines verticales

Los jardines verticales implementados por Vía Verde tienen una serie de beneficios que se resumen en tres grandes bloques: beneficios estéticos, beneficios ambientales y beneficios psicológicos.

Beneficios estéticos

  • Transforman positivamente la imagen urbana 
  • Aportan nuevas áreas verdes a la Ciudad de México 

Beneficios ambientales

  • Mejoran la calidad del aire
  • Reducen el Efecto Isla de Calor
  • Captan bióxido de carbono
  • Captan agua pluvial y utilizan agua tratada
  • Reducen ruido urbano
  • Promueven el reciclaje, al fabricar las mallas receptoras de plantas con PET reciclado

Beneficios psicológicos

  • Reduce el estrés
  • Restablece la importante conexión con la naturaleza (biofilia) 
  • Aumenta la productividad
  • Mejora el humor 


En este punto del trayecto, Fernando Ortiz Monasterio se declara francamente satisfecho por haber logrado materializar un proyecto, el primero, que no dependa de una voluntad política. “Se ha demostrado, no sólo en México, sino en el mundo, que los gobiernos son relativamente buenos implementando parques, pero pésimos manteniéndolos. Entonces, nos gusta que Vía Verde no dependa de un financiamiento del erario público, lo cual ha permitido que el proyecto a lo largo de los últimos años se haya mantenido en estado óptimo”, celebra.

El éxito logrado por Vía Verde derivó en que el World Economic Forum les hiciera merecedores del premio Global Technology Pioneer, un reconocimiento internacional de gran importancia que busca exponer globalmente soluciones locales que han sido exitosas. “Derivado de esto, se acercaron muchísimos gobiernos locales, estatales y federales para decir ‘qué buena solución. Queremos implementarla en nuestro país’. Esto me da un orgullo enorme”, declara alegre Ortiz Monasterio, “pues se trata de una empresa mexicana, con patentes mexicanas, de jóvenes mexicanos, y que es ya un referente internacional”. 

Actualmente, la solución desarrollada por Vía Verde la buscan en países de Norte y Sudamérica, así como en Europa. “También estamos con un proceso de crecimiento en Centroamérica. Estamos por comenzar en Costa Rica, en República Dominicana y en Panamá. En Estados Unidos tenemos proyectos avanzados en Nueva York, en Miami y en Los Ángeles, y, en Europa, tenemos proyectos avanzados en Francia, en España y en Inglaterra”, relata el fundador de la iniciativa.

Una cosa que es muy importante mencionar, enfatiza Fernando Ortiz, es la tecnología que está detrás de todo el proyecto. 

“Nosotros somos creyentes de que la tecnología puede estar al servicio del planeta; va a ser un gran aliado para mejorar la calidad de vida de los humanos en las ciudades, y de la flora y la fauna de todo el planeta. Yo estoy seguro de que sin la participación de la tecnología esta iniciativa no habría sido posible. Imagínate que se muere una planta y tienes que poner una escalera a medio periférico para regar con una manguera. Realmente tiene que ser una tecnología automatizada, no sólo de riego, sino de monitoreo, que ha permitido que el estado del proyecto sea óptimo”.