La historia oficial de la hotelería actual inicia en el siglo XIX, con el triunfo definitivo de la Revolución Industrial; no obstante, la necesidad de contar con sitios de alojamiento distintos al propio hogar ha estado presente desde el primer siglo de nuestra era, puesto que el hombre ha tenido de suyo un insaciable afán de movilidad y descubrimiento. Por ejemplo, las posadas y las ventas –como de la que da cuenta Miguel de Cervantes en El Quijote– fungieron por un tiempo como lugares de descanso, aunque distaban mucho de proporcionar aquello caracteriza a los hoteles actuales: hospitalidad y servicio al cliente.
Como las palabras “hospital” y “hostal”, hotel proviene del latín Hospes (extranjero), mientras que hospitale cubiculum designaba a los cuartos destinados a los huéspedes (el huésped, en un principio, era tanto el que daba el alojamiento como el que lo recibía). El vocablo actual en español fue tomado del francés hôtel, sin el acento circunflejo, que para los galos indica la pérdida evolutiva de la letra “s”.
Aunque con cierta imprecisión, la mayoría de los estudios suelen ubicar en Alemania el primer hotel que tuvo una visión comercial: el “badische Hof”, construido entre 1806 y 1809; sin embargo, se encuentran casos que hacen tomar con cierta reserva tal aseveración. Por ejemplo, en México, el primer hotel data de 1610 –cuando menos así lo indica el Hotel Francia de Jalisco en lo alto de su construcción–, mientras que en Japón, en el año 778, el hotel Ryokan Hoshi ya ofrecía sitio de alojamiento y spa, lo que lo hace el primer hotel temático.
En México, el primer hotel data de 1610 –cuando menos así lo indica el Hotel Francia de Jalisco en lo alto de su construcción–, mientras que en Japón, en el año 778, el hotel Ryokan Hoshi ya ofrecía sitio de alojamiento y spa, lo que lo hace el primer hotel temático.
No obstante, en Estados Unidos la hotelería encontraría su perfil definitivo: grandes construcciones, adaptaciones con usos cada vez más enfocados a los diferentes tipos de consumidor y, sobre todo, la construcción de sucursales como muestra de su capacidad. No es de extrañar que hacía 1874 el Palace Hotel, en San Francisco, fuera el primero en contar con su propia planta de luz, agua, sistemas de seguridad contra incendio y sistemas de aire acondicionado; mucho menos que en la actualidad las tres cadenas hoteleras más importantes sean norteamericanas: la Wyndham Worldwide, con 532 mil 284 cuartos; la Marriot, con 499 mil 165 habitaciones y los hoteles Hilton, con 485 mil 356 cuartos.
Si bien en sus orígenes hotelería y comodidad no necesariamente venían aparejadas, hoy son conceptos casi inseparables, mientras que la oferta se ha diversificado para atender los gustos y posibilidades de alojamiento que busque el viajero.