Un par de normas, estándares y organismos especializados intentan mejorar la infraestructura de protección contra incendio en México. Pero el paso es lento. Falta fortalecimiento en diversas áreas, así como conciencia, ética y responsabilidad en difundir la normativa que debe cumplirse

Por Ángel Martínez

Para entender la importancia del sector de la construcción en México basta recordar que su participación en el Producto Interno Bruto nacional llega a superar el 7 por ciento total, colocándose como el cuarto productor económico del país, sólo por detrás de la manufactura (19.8 %), el comercio (16.7) y los servicios inmobiliarios (11.3 %). Del mismo modo, es la tercera fuente generadora de empleos directos e indirectos, con 6 millones en el primer caso y 3 millones en el segundo. 

Según establece el Centro de Estudios Económicos del Sector de la Construcción (CEESC) en su informe Situación Actual y Perspectivas de la Industria de la Construcción en México, por año, la productividad de este mercado oscila los 2.4 billones de pesos entre los sectores público y privado, aunque recientemente el porcentaje de participación del primero rebasa el 70 por ciento de esta cantidad, sobre todo a partir de los conocidos recortes que el sector público ha sufrido por parte del Gobierno Federal. 

En otro informe más específico, el CEESC destaca que los subsectores de esta gran industria, es decir, los que pertenecen a la edificación, generan alrededor de 900 mil millones de pesos, distribuidos de la siguiente manera: los edificios de hospitales y clínicas son del orden de apenas el 3 por ciento de participación, las obras para escuelas tocan el 5 por ciento, mientras que los edificios industriales, comerciales y de servicios dan un brinco destacable, al llegar al 48 por ciento. Esto significa que fuera del sector vivienda –cuya participación conforma en importancia la otra mitad de los subsectores de la construcción–, la edificación comercial se ha erigido como la gran impulsora de la infraestructura nacional.

“El replanteamiento en la asignación de subsidios, junto con recortes de impuestos y otros incentivos, ayudaron a revivir la actividad de vivienda, y en 2014 este subsector retomó el rumbo del crecimiento. Sin embargo, a pesar de esta recuperación, en términos reales el valor de obra en construcción de vivienda se encuentra (-) 43.3 % por debajo de los registrados en 2007, antes de la crisis hipotecaria en Estados Unidos, mientras que la construcción de edificios industriales, comerciales y de servicios se encuentra 47 % por arriba del valor de obra producida en 2007”, asegura el CEESC en el estudio Industria de la Construcción impulsada por un solo motor: la edificación. Además, pronostica que “mientras tanto, en el comercio, oficinas y los sectores industriales, la disponibilidad de financiación canalizada a través de un creciente y más dinámico mercado REIT ́s se traducirá en una serie de nuevos desarrollos esperando que esta tendencia continúe alentando el crecimiento del Subsector Edificación”.


Por ejemplo, el desarrollo que los centros comerciales han tenido en fechas recientes en territorio nacional ronda ya el 5 por ciento en materia de participación. Tan sólo en la Ciudad de México, según destacaba el diario Milenio a finales de 2017, este subsector cubría 6.2 millones de metros cuadrados, producto de los 209 centros comerciales contabilizados hasta ese momento. Entonces, Héctor Klerian, director general de la firma consultora JLL México, advertía para la publicación que: «se sigue una tendencia a llenar espacios por demanda, pues entre más crecen las ciudades, más se complica llegar al cliente y esto ocasiona que busque centros -de consumo- más cercanos», además de que se le pronosticaba un crecimiento de 5 por ciento para 2018. 

En el caso de la edificación de hoteles y hospitales, ya el año pasado en Especificar dábamos cifras interesantes sobre lo que sucede, por un lado, con el sector hotelero en México y, por el otro, sobre el alcance que las Asociaciones Público Privadas han tenido en el sector salud. Basta recodar en todo caso que, hasta 2015, México contaba con alrededor de 20 mil hoteles, es decir, más de 700 mil cuartos, hecho que significaba una derrama económica que en 2016 alcanzó los 19 mil 500 millones de dólares (“Hotelería, el otro gigante”, Especificar, marzo-abril, 2017). 

Por su parte, en 2017, el todavía secretario de Hacienda y Crédito Público, Antonio Meade, destacaba los beneficios de las APP en hospitales, refiriéndose sobre todo a los 12 proyectos contemplados por la SHCP entre remodelaciones y nuevos hospitales, y los cuales se traducirían en más de 11 millones de pesos en inversión (“Se busca APP para el sector salud”, Especificar, mayo-junio, 2017).

Ante las cifras registradas, cabe hacerse la siguiente pregunta, ¿cuenta este gran sector económico con la seguridad para responder a los percances incendiarios? 

Merece la pena poner más atención

El artículo 109 del Reglamento de Construcción de la Ciudad de México es claro al establecer que “los equipos y sistemas contra incendio deben mantenerse en condiciones de funcionar en cualquier momento, para lo cual deben ser revisados y probados periódicamente”. Incluso, en las Normas Técnicas Complementarias para Proyecto Arquitectónico expedidas también por el Gobierno de la Ciudad hay un apartado exhaustivo sobre los sistemas contra incendio, su capacidad y las medidas de seguridad que cada edificio debe implementar según su tamaño y número de ocupantes. 

En México sí se está haciendo algo, pero falta fortalecimiento en varias áreas que se han mencionado, así como la conciencia, ética y responsabilidad, tanto del constructor como de la autoridad, en difundir la normativa que debe cumplirse”

Arq. Evangelina Hirata, Directora General del ONNCEE

Sin embargo, hace unos meses, el director para América Latina de la National Fire Protection Association (NFPA), Antonio Macías, en entrevista con Especificar, acentuaba que una de las problemáticas para el sector contra incendio era precisamente su invisibilidad: «Hay muchísimos incendios que, debido a que no se presentan pérdidas de vidas humanas, no tenemos conciencia de ellos. Todas las semanas hay incendios grandes, ¡todas las semanas!».

Señalaba que en México se debe incentivar la cultura de la prevención de incendios con el mismo ahínco con que se promueve la seguridad ante los sismos. Refirió que las medidas establecidas por Protección Civil tampoco estarían tan acorde con la realidad de la edificación actual: «Al hablar sobre la estructura de un edificio, no hay tres tamaños para las columnas y las trabes, como sí vemos en el sector contra incendio, que se clasifica en bajo riesgo, riesgo medio y riesgo alto. No alcanza con eso. Porque hay muchos tipos de ocupaciones y no necesariamente todas requieren el mismo tipo de protección».

Uno de los hechos más evidentes es el que presenta la edificación mixta, la cual, según destacaba la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios, invertiría 18 mil millones de dólares tan sólo por parte de sus socios en desarrollos por construir este año, lo cual provoca distintos tipos de usos (oficinas, restaurantes, centros comerciales, cines, guarderías), cada uno con necesidades de protección específicas y que no suelen diferenciarse: «No corresponde lo que tenemos con el tamaño de país que somos», aseguró el directivo de la NFPA.

Por su parte, Evangelina Hirata Nagasako, directora ejecutiva del Organismo Nacional de Normalización y Certificación de la Construcción y Edificación (ONNCCE), destaca también que «la clave principal para que las edificaciones cumplan la normativa es que la autoridad responsable promueva la aplicación y el cumplimiento de sus propias regulaciones; por lo que, aun cuando existen las normas de producto (NMX) y las normas obligatorias (NOM), en la práctica no se cumplen, pues no existen los mecanismos suficientes para una vigilancia o supervisión correspondiente».

En su opinión, la prevención de incendios en la edificación comercial “involucra a varios actores: diseñadores y constructores, productores, las autoridades locales, comercializadores, usuarios o dueños de la edificación, entre otros. Cada uno de ellos con grandes responsabilidades. Es necesario preparar la infraestructura humana y técnica para la mitigación de los riesgos, así como la atención de los mismos. Paralelamente a la labor técnica, es necesario reforzar la difusión y capacitación correspondiente, así como la generación de recursos financieros para desarrollo de programas a nivel nacional, que generen la conciencia y el conocimiento particular sobre los sistemas contra incendio para la edificación”.

“La clave principal para que las edificaciones cumplan la normativa es que la autoridad responsable promueva la aplicación y el cumplimiento de sus propias regulaciones; por lo que, aun cuando existen las normas de producto (NMX) y las normas obligatorias (NOM), en la práctica no se cumplen, pues no existen los mecanismos suficientes para una vigilancia o supervisión correspondiente”


En sintonía, una de las medidas propuestas por el directivo de la NFPA iba en el sentido de igualar las medidas de seguridad, es decir, crear un reglamento nacional que tenga el mismo peso de una ley en cada estado, a fin de que “nos viéramos todos en la necesidad de ponernos a estudiar. Así, todas las nuevas construcciones habrían de acatar lo estipulado en él, obligando a particulares y privados a estar listos para cumplirlo, pues, una vez adoptado y adecuado a las necesidades y circunstancias de México, se publicaría y se otorgarían seis meses para que entrara en vigor, tiempo suficiente para estudiar el reglamento y aplicarlo a las obras y construcciones nuevas”.

¿Qué se ha hecho?

Si bien México tiene lagunas en cuanto a normativas y legislaciones para salvaguardar tanto a los usuarios como a los propios inmuebles, para la directora general del ONNCCE sí se está avanzando: “Dentro de la gran diversidad de las normas que existen en otros países comparativamente con las que México ha desarrollado o adoptado, podría decirse que nos falta mucho por trabajar; sin embargo, también es necesario resaltar que en México sí se está haciendo algo y falta fortalecimiento en varias áreas que se han mencionado, así como la conciencia, ética y responsabilidad, tanto del constructor como de la autoridad, en difundir la normativa que debe cumplirse”. 

En consonancia con el director de la NFPA, exhorta a que las reglamentaciones se actualicen: “Sí existen los elementos básicos para la prevención de incendios incorporando en el diseño y construcción del edificio toda la normativa. Asimismo, se deben usar productos que garanticen su efectividad. El objetivo de las normas es que establezcan los criterios mínimos de seguridad, calidad y competencia en el mercado, por ello la importancia de la evaluación de la conformidad de las normas a través de sistemas de certificación de los productos”. 


Por su parte, el ingeniero Macías celebraba en aquella ocasión los esfuerzos que a nivel NFPA se realizan para mejorar este gran sector nacional. “De la mano de la Asociación Mexicana de Rociadores Automáticos Contra Incendio, la Secretaría de Economía publicó la NMX-066, referente al diseño, construcción e instalación de sistemas de rociadores automáticos. Estamos preparando una norma de detección y alarma, otra norma de bombas contra incendio. Hay muchas cosas que se están haciendo. Existe la normativa de la NFPA que habría que aplicar de inmediato, la NFPA 1 y la NFPA 101, el Código de Incendios y el Código de Seguridad Humana”, resumía. 

Pero, ¿por qué? Entre el 8 y el 10 de octubre de 1871, la ciudad de Chicago fue protagonista de uno de los incendio más severos de los que se tenga registro en Estados Unidos. Tal acontecimiento le obligó a desarrollar una tradición de protección contra incendios que hoy cuenta con más de un siglo de vida. No de casualidad, la directora del ONCCEE señala como punto de comparación al Internacional Code Council (ICC): «Viendo las mejores prácticas internacionales, una propuesta es desarrollar un sistema de Códigos para la edificación, y en este tema particular un Código de Protección Contra Incendios como el que elabora el Internacional Code Council de Estados Unidos».

Para fortuna de todos, en la actualidad difícilmente podría presentarse un percance como el de aquel año, por lo que, en el papel, no debería haber obstáculos que detonen el robustecimiento del sector, pues como concluía Antonio Macías: «Existen los elementos de ingeniería y arquitectura, los materiales y equipos necesarios para que eso suceda».