Impulsar una cadena de frío mejorada en todo el mundo brindaría seguridad alimentaria, al reducir significativamente las pérdidas de alimentos, y contribuiría a la mitigación del calentamiento global, destaca el Instituto Internacional de Refrigeración (IIF, por sus siglas en francés), en su reciente reporte La huella de carbono de la cadena de frío.
Con sede en París, Francia, el IIF desarrolló un innovador modelo para calcular las emisiones de CO2 de cada etapa de la cadena de frío y para todos los países del mundo, a fin de responder a la pregunta de si las emisiones de CO2 resultantes de una cadena de frío más extensa serían mayores que las emisiones generadas por las pérdidas de alimentos debidas a falta de refrigeración.
A escala mundial, el IIF estima que de los 4 mil 547 millones de toneladas de alimentos que se produjeron en 2017 para consumo humano, 1 mil 800 debían refrigerarse, «pero sólo 813 se sometieron realmente a refrigeración, lo que resultó en la pérdida de 526 millones de toneladas», señala el reporte.
Y es que, de acuerdo con los datos más recientes disponibles de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en muchos países en desarrollo, como México, «la infraestructura para la cadena de frío es inexistente, o de difícil acceso para las partes, o mantenida de forma inadecuada o utilizada erróneamente». De hecho, de acuerdo con un reporte auspiciado por el Banco Mundial, en México se pierde más de 30 % de la producción total de alimentos.
En ese sentido, contar con una cadena de frío más extensa en todo el mundo, reduciría la pérdida de alimentos y evitaría la necesidad de aumentar la producción agrícola, suprimiendo las emisiones de CO2 asociadas con esta actividad.
La cadena de frío genera en la actualidad 1 mil 265 megatoneladas de CO2 equivalente por año, según se señala en el propio reporte del IIF, debido a las fugas de refrigerante hacia la atmósfera (emisiones directas), pero sobre todo debido al consumo de energía del equipo de refrigeración (emisiones indirectas) que participa en cada etapa de la cadena
No obstante, la cadena de frío también genera emisiones de CO2, las cuales en la actualidad ascienden a 1 mil 265 megatoneladas de CO2 equivalente por año, según se señala en el propio reporte del IIF, «debido a las fugas de refrigerante hacia la atmósfera (emisiones directas), pero sobre todo debido al consumo de energía del equipo de refrigeración (emisiones indirectas) que participa en cada etapa de la cadena (preenfriamiento de los alimentos después de la producción, transporte refrigerado, almacenamiento refrigerado, venta minorista y el almacenamiento de los alimentos en el refrigerador o congelador del consumidor final)».
Es por ello que el modelo desarrollado por el IIF buscó definir si contar con más infraestructura generaría más daño sobre el planeta, es decir, si la solución no sería más perjudicial que el problema.
Como primer paso, el equipo del IIF comparó las emisiones de CO2 asociadas a la cadena de frío global actual con aquéllas que se derivarían de una cadena de frío “mejorada”, a fin de determinar la diferencia de emisiones.
De igual manera, el estudio consideró un escenario en el que la cadena de frío de todos los países contaba con los mismos niveles de equipamiento y desempeño que los países desarrollados. «Con esto se asume, primero, la misma cantidad de equipo por habitante y también una eficiencia energética idéntica del equipo de refrigeración y el uso del mismo refrigerante con bajo potencial de calentamiento global», explica el reporte.
Los resultados obtenidos muestran que «una cadena de frío mejorada podría permitir la reducción de casi 50 % de las emisiones de CO2 de la cadena de frio actual (es decir, 665 MtCO2 eq, en lugar de 1 mil 265). Esta cadena de frío mejorada también evitaría la pérdida de 290 millones de toneladas de alimentos, es decir 55% de las pérdidas de alimentos atribuibles a la cadena de frío actual».
Una cadena de frío mejorada podría permitir la reducción de casi 50 % de las emisiones de CO2 de la cadena de frio actual (es decir, 665 MtCO2 eq, en lugar de 1 mil 265). Esta cadena de frío mejorada también evitaría la pérdida de 290 millones de toneladas de alimentos.
Dicho de otro modo, una cadena de frío mejorada, es decir, una con mejor manejo de temperatura, mayor eficiencia energética de los equipos de refrigeración y menor impacto ambiental de los refrigerantes utilizados (mediante reducción de fugas y de su potencial de calentamiento global) tendría efectos sumamente positivos tanto sobre la disponibilidad de alimentos para la población como sobre el medioambiente.
El reporte destaca que si bien los resultados del estudio son alentadores, «no debemos olvidar que aun hay potencial para optimizar la cadena de frío actual en los países en desarrollo. Si se optimizaran los equipos en todo el mundo, se reducirían aún más las emisiones de CO2 de la cadena de frío. La Enmienda de Kigali, ratificada por 116 países hasta ahora, debería contribuir a ello».