Cartas para escribir un futuro sustentable

Por Alexis Levy

Sinceramente no sé cómo escribir esto, ¿cómo se le escribe a alguien que quizás no tenga un futuro por culpa de tus acciones?, ¿con qué cara le hablamos a alguien del futuro?, ¿con qué cara le hablamos a nuestr@s hij@s del futuro?

¿Qué les decimos: que hicimos todo lo que pudimos, que estaba fuera de nuestras manos, que no sabíamos? ¿o les decimos que las cosas son más difíciles de lo que suenan, que cambiar de la noche a la mañana no es tan fácil, que estamos aprendiendo? O quizás simplemente les decimos que lo sentimos; que si mañana no tienen agua, energía, alimento o aire limpio para respirar, lo sentimos, que de verdad lo sentimos. ¿Será una disculpa suficiente?

Uno de los grandes problemas que hay en relación al Cambio Climático es algo a lo que Eugenio Fernández, director General de Astra, le llamó “la tragedia de los comunes” (en una entrevista que tuvimos para un artículo sobre Net Zero). Esa “cosa” que no es de nadie en particular, pero que nos concierne a todos; eso de lo que todos somos responsables y, justamente por lo mismo, le delegamos al de al lado.

Así que me puse a pensar, ¿qué pasa si hacemos este ejercicio, si lo volvemos personal, si lo volvemos nuestro?, ¿qué pasa si empezamos a pensar que lo que hacemos no le afectará a alguien en el futuro y empezamos a pensar que las acciones que tomamos hoy le afectarán a NUESTR@S hij@s del futuro?

Quizás, solo quizás, entonces empecemos a hacer los cambios tan urgentes que el mundo necesita y comencemos a tener verdadera responsabilidad y conciencia de nuestras acciones.

12 de agosto de 2023

Querid@s hij@s del futuro:

Les escribo desde la responsabilidad, pero también con un poco de culpa. Les prometo que intentaré ser sincera, aceptar los errores que hemos cometido, pero también resaltar aquello que estamos tratando de mejorar, porque aunque en este camino nos hemos equivocado mucho y hay muchísimas cosas por mejorar, también hay algunas que han avanzado.

Yo me adentré en el mundo de la sustentabilidad hace relativamente poco. Estudié arquitectura, y aunque este concepto debería de ser intrínseco en todo lo que hacemos, las cosas no son realmente así. Es por eso que decidí pasar a otro lado, estar con aquellos que enseñan, investigan, acompañan y mejoran la forma en la que construimos en México.

En mi transición hacia este nuevo universo, me encontré con conceptos altamente contradictorios, con hechos con los que no estoy de acuerdo y que me preocupan. Pero también me llevé gratas sorpresas. Trataré de ser breve para que puedan, aunque sea a grandes rasgos, entender la realidad actual de la construcción en México.

Me siento con la responsabilidad de empezar hablando sobre uno de los conceptos que considero más importantes, el agua, ya que si es que deciden o pueden vivir en México, seguramente éste será uno de los problemas que más les afectará.

La realidad es que nos estamos quedando sin agua. Y no voy a mentirles: lo sabemos muy bien. Apenas el año pasado, en 2022, Monterrey sufrió una de las peores crisis de agua que se han visto en la historia y, aunque comenzaron los cuestionamientos, no puedo decir que se haya creado una conciencia muy sólida.

El funcionamiento del sistema de agua en México es, por no decir otra palabra, incompetente. El agua se divide según su fuente: el agua gris (aquella que se drena de regaderas y lavabos), el agua negra (la que va a drenaje desde mingitorios y excusados) y el agua pluvial. Ninguna de estas aguas es potable, pero el tratamiento que debemos darle para potabilizarla es muy diferente en cada caso y el esfuerzo que debemos de poner para conseguirlo, varía según su nivel de contaminación.

Lo obvio y sensato sería dividir el drenaje y de esta forma potabilizar según sea el caso (potabilizar aguas negras es muy difícil, pero no imposible). Pero ¿quieren saber la realidad? En la mayoría de los municipios, no lo hacemos. El agua gris, negra y pluvial van al mismo lugar, al mismo drenaje, al mismo “vertedero”. Un agua menos contaminada se contamina al desaguar desde una misma tubería y entonces sí, el tratamiento se vuelve muy complicado.

Sinceramente no sé cómo escribir esto, ¿cómo se le escribe a alguien que quizás no tenga un futuro por culpa de tus acciones?, ¿con qué cara le hablamos a alguien del futuro?, ¿con qué cara le hablamos a nuestr@s hij@s del futuro?

Tristemente la conciencia sobre esto va lenta, pero avanzando. Cada vez me encuentro con más proyectos en donde la captación pluvial es fundamental, en la que se eligen equipos sanitarios eficientes o baños secos, en los que se contemplan plantas de tratamiento de agua y se utiliza vegetación nativa para no gastar agua de riego innecesaria. Las soluciones están ahí, algunos ya las están implementando, pero les mentiría si no les dijera que el camino por recorrer es largo y que los problemas de agua ya están aquí. Y no, no esperan.

Si hablamos de energía, aunque los paneles solares comienzan a ponerse de moda y con ello la generación de energías más limpias, seguimos considerando soluciones al problema sin pensar que lo necesario es disminuir (o eliminar) el problema. La manera en que diseñamos, orientamos, protegemos y elegimos materiales para nuestros edificios está directamente relacionada con la demanda energética que tendrán. Tristemente, en la actualidad, el diseño poco tiene que ver con lo sustentable, dejando de lado la eficiencia, el confort y el cuidado de los recursos.

Otro enorme problema es que en México la red eléctrica es insuficiente. En una ola de calor que hubo en junio de este año, los sistemas eléctricos de ciudades con altos requerimientos de aire acondicionado experimentaron fallas y apagones, demostrando lo innegable: el sistema eléctrico no está preparado para la carga, que no hará más que aumentar. Estamos comenzando a vivir en el futuro al que tanto le hemos temido.

Por otro lado, me gustaría hablar de uno de los temas en los que, en mi opinión, hay menor conciencia: los materiales. Poco nos importa de dónde vienen, adónde van y la energía incorporada que contienen. En esta ignorancia, estamos arrasando con recursos naturales no renovables, generando toneladas de residuos, gastando energía y emitiendo gases de efecto invernadero en aras de obtener materiales baratos, “bonitos”, populares, pero que vienen de lugares lejanos y que son nocivos para la salud y el medio ambiente.

Es verdad que en el mundo de la sustentabilidad comienzan a existir sellos y certificaciones que buscan dar información sobre los efectos que tienen ciertos materiales al medio ambiente (ej. EPD, Análisis de ciclo de vida, declaraciones medioambientales, entre otros) o algunos que aseguran que su proceso de extracción es responsable (por ejemplo, el sello FSC para papel y maderas); otros que demuestran que su mezcla tiene contenido reciclado (cartas de contenido reciclado pre y post consumo, Sello Cradle to Cradle) o que no cuentan con químicos o emiten gases nocivos (el Sello Greenguard Gold o el Material Health Certificate).

Es verdad que todas estas alternativas existen; también es verdad que, por lo menos en México, generalmente son caras o difíciles de conseguir. A pesar de esto, soy testigo de que hay quien ya las busca, quien está dispuesto a pagarlas; soy testigo de que cada vez más empresas comienzan su camino a la descarbonización y someten sus productos a Evaluaciones Medioambientales para mejorar lo que ofrecen en el mercado, para educarse y educar a la industria.

Cada vez más empresas comienzan su camino a la descarbonización y someten sus productos a Evaluaciones Medioambientales para mejorar lo que ofrecen en el mercado, para educarse y educar a la industria.

Que estamos tratando, es cierto. Algunos por conciencia y otros por mercadotecnia, pero el cambio está sucediendo. Aunque, sinceramente, no estoy segura de que vaya a ser suficiente.

Finalmente, quiero decirles que sí, sabemos el daño que hemos hecho, sabemos la enorme responsabilidad que tenemos y comenzamos a entender los cambios necesarios, aunque no siempre los llevemos a cabo. El mundo está avanzando, aunque no lo hace con la fuerza o rapidez necesaria. Estamos muy por detrás de los compromisos del Acuerdo de París de 2015 para reducir nuestras emisiones de efecto invernadero, y quizás pronto sea demasiado tarde.

Aun así, sepan que, con imperfecciones y desde nuestras trincheras, algunos estamos intentando revertirlo. Sólo ustedes sabrán si lo logramos.

Arq. Alexis Levy

Alexis Levy es Arquitecta egresada de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. En 2022 se graduó de la maestría en Arquitectura, Energía y Medio Ambiente en la Universidad Politécnica de Cataluña. Actualmente trabaja como Consultora de Edificación Sustentable en Bioconstrucción y Energía Alternativa. Además de la sustentabilidad, le apasiona la escritura por lo que ha participado en diversas revistas con el objetivo de promover el cuidado del medio ambiente y la construcción consciente y responsable.

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