Frente a la emergencia que vive la Cuenca de México y su disponibilidad del agua, de la que se esperan reducciones de un 30 por ciento en el mediano y del 40 en el largo plazos, un grupo de investigadores de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) trabaja desde hace seis años en el rescate de la Laguna La Piedad.
La importancia de su restitución radica no sólo en los caudales que favorecen la recuperación del río Cuautitlán y los escurrimientos del bosque de Agua de Jilotzingo y en los esfuerzos por reintroducir los ajolotes de montaña y peces endémicos del lugar.
La doctora Fabiola Sosa Rodríguez, reconocida como Mujer Defensora del Agua por el Gobierno del Estado de México, debido a la labor que realiza su grupo de investigación en este cuerpo de agua ubicado en el municipio de Cuautitlán Izcalli, comentó que decidieron explorar con más detalle esta subcuenca que tiene una extensión de 39 hectáreas y no más de dos metros de profundidad.
La laguna forma parte de la subcuenca de Cuautitlán y de la cuenca de México y está tutelada por los ejidos de San José Huilango y San Francisco Tepojaco, que a lo largo de estas décadas han luchado porque se recupere la calidad del agua y han “frenado la especulación inmobiliaria para evitar que sean absorbidos por la mancha urbana”.
En el conversatorio Tan claro como el agua, organizado por el Museo Gota de Agua de la Casa abierta al tiempo, moderado por el doctor Javier Velázquez Moctezuma, Sosa Rodríguez recordó que antes del 2003 los moradores llegaban y nadan en la laguna donde había peces además de realizar distintos tipos de actividades.
Sin embargo, desde el 2013 construyeron dos fraccionamientos La Piedad y Lomas de Cuautitlán con lo que entran 150 litros por segundo de aguas residuales, lo cual ha implicado un deterioro constante al punto de convertirla básicamente en un vaso regulador de aguas residuales.
Lo que ha llevado a tener importantes movimientos de actores de la zona, de ejidatarios y organizaciones vecinales y ambientales, así como grupos de jóvenes y de mujeres que tratan de recuperar este espacio, donde se han documentado más de 112 especies de aves que llegan a pesar de los niveles de contaminación.
“Hemos estado presentes en las asambleas para construir con ellos todas las estrategias y crear las condiciones que permitan recuperar la laguna como la implementación de procesos de monitoreo, capacitaciones para explicarles que especies hay en esta zona cuya biodiversidad es importantísima”, que incluso han evitado que tiren tierra para ganarle espacio a la laguna y de limpieza.
La jefa del Área de Crecimiento y Medio Ambiente del Departamento de Economía en la UAM Azcapotzalco destacó la importancia del trabajo en la laguna y con las comunidades, debido a que a través de esta memoria histórica colectiva “pueden decirnos qué especies había cuando ellos eran niños; eso nos permite tener idea de qué tipo de intervención se tendría que llevar a cabo tanto con plantas como con animales”.
En esta propuesta que se perfiló con una visión interdisciplinaria, se trabaja no sólo en la restauración ecológica, sino también en el fortalecimiento de la gobernanza, una mayor participación de los actores, en componentes de capacitación y educación, el desarrollo de cooperativas y cooperativistas con un enfoque ambiental, además de la capacitación para el avistamiento de aves, la construcción de chinampas, mantenimiento de humedales, monitoreos biológicos y de la calidad del suelo, entre otros.
Con un amplio currículo profesional en temas ambientales, la investigadora Sosa Rodríguez destacó que al estudiar el posdoctorado en Agua y Cambio climático se centró en asuntos del agua porque “identificaba que si no se implementaban las medidas que se requerían atender, seguramente entraríamos en situaciones de crisis y conflicto. Entonces es un tema muy importante por atender, a lo largo de la maestría y doctorado trabajé con tópicos relacionados con riesgos y la falta de suministro, problemas asociados al drenaje, a la calidad del agua y en el posdoctorado con este vínculo entre cambio climático y disponibilidad del agua”, mencionó.