El pasado 1 de enero entró en vigor la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal —la quinta de una serie de enmiendas—, que fue aprobada para eliminar los hidrofluorocarbonos (HFC) utilizados en gran medida en la industria de la refrigeración, del aire acondicionado y de la extinción de incendios, debido a que son poderosos gases de efecto invernadero (GEI) con potencial de calentamiento atmosférico importante. El acuerdo contempla que durante los próximos 30 años se reducirá en más de 80 % la producción y el consumo proyectados de HFC, a fin de mantener el aumento de temperatura global del planeta por debajo de 0.5 grados centígrados para 2100.
Hasta ahora, 65 países, incluidos México y Canadá, de un total de 197 partes pertenecientes al Protocolo de Montreal, han ratificado la Enmienda; no obstante, Estados Unidos, el tercer país que conforma el bloque de América del Norte y principal emisor mundial de GEI, aún no lo ha ratificado, pese a las presiones que diversos actores de la industria HVACR y de gobiernos locales han puesto sobre el presidente Donald Trump para que lo haga cuanto antes.
Esta y otras situaciones suponen esfuerzos dispares entre los tres países en relación con la mitigación en el uso y producción de HFC.
Actualmente, México consume poco más de 30 mil toneladas de HFC, principalmente en sistemas de refrigeración y aire acondicionado, lo que representa aproximadamente 49.6 megatoneladas de CO2 equivalente. Pese a que el país entregó a la ONU el instrumento de ratificación en septiembre del año pasado, México, como nación en desarrollo, clasificada como Artículo 5 en el Protocolo, cuenta con un periodo de gracia, por lo que el cese en la producción y consumo de HFC comenzará en 2024, y sólo en relación con los niveles de referencia de 2020, 2021 y 2022.
Canadá, por su parte, comenzará este año con una reducción de 10 % en el consumo de HFC, con base en el plan anunciado el año pasado. En 2036, la reducción habrá de alcanzar el 85 %, de acuerdo con lo establecido en la Enmienda para los países desarrollados. El plan de reducción de Canadá establece límites en el PCG de los refrigerantes que pueden utilizarse en aplicaciones específicas; por ejemplo, el límite para los sistemas de refrigeración comercial de unidades independientes es de 1 mil 400 y 1 mil 500 para unidades de media y baja temperatura, respectivamente, mientras que los refrigerantes empleados en sistemas de refrigeración centralizada y unidades condensadoras tendrán un PCG límite de 2 mil 200.
En lo que respecta a Estados Unidos, los planes de eliminación de HFC con alto PCG de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), que fueran establecidos en 2015 por la administración de Barack Obama y dos años después detenidos por la actual administración, se están sometiendo a revisión en un proceso legislativo iniciado en 2018.
A partir de este año, las regulaciones para la reparación de fugas bajo la Sección 608 del Clean Air Act, abarcan tanto los refrigerantes agotadores de la capa de ozono como los HFC. No obstante, en septiembre del año pasado, la EPA anunció que buscaría revocar esas reglas aplicables a los HFC.
Pese a todo, California, Nueva York, Connecticut y Maryland están siguiendo sus propios planes de reducción de HFC, y se espera que otros estados se sumen a ello.
Por lo pronto, que México haya ratificado la enmienda es un buen comienzo. La administración actual tendrá la responsabilidad de delinear el plan más apropiado para la reducción de HFC llegado el momento, sin olvidar que muchos equipos siguen operando con HCFC —sustancias agotadoras de la capa de ozono— y que el crecimiento en industrias como la de la edificación y la refrigeración suponen un aumento considerable en las emisiones de GEI que actualmente registra el país.