
De acuerdo con datos del Banco Mundial, las mujeres representan aproximadamente la mitad de la población mundial (49.71%) y alrededor del 40% de la fuerza laboral global. Sin embargo, en diversas profesiones, muchas de ellas continúan enfrentando riesgos que no deberían existir en pleno 2025. Por ejemplo, todavía deben usar equipos de protección personal (EPP) mal ajustados, diseñados para cuerpos masculinos, lo que pone en peligro su seguridad en entornos de alto riesgo, como hospitales, laboratorios o cuerpos de bomberos.
El problema no es menor: según cifras presentadas por UL Standards & Engagement (ULSE), las mujeres tienen 73% más de probabilidades de lesionarse en un accidente automovilístico que los hombres, incluso usando el cinturón de seguridad. Esto ocurre porque los maniquíes de prueba de choque están diseñados con base en medidas masculinas promedio de la década de 1970 (1.75 m de altura, 77 kg), dejando fuera variables clave como el tamaño corporal, la distribución de masa o la tolerancia fisiológica femenina.
En trabajos de alto riesgo, como el servicio de bomberos, las mujeres enfrentan mayores vulnerabilidades debido a trajes diseñados para cuerpos masculinos. Reducir solo el tamaño del uniforme no soluciona el problema, ya que la forma, el ajuste y la funcionalidad siguen siendo inadecuados para muchas trabajadoras.
Ante esta realidad, ULSE impulsa el desarrollo de normas con perspectiva de género, que consideran diferencias físicas y fisiológicas entre mujeres y hombres, como fuerza de agarre, tolerancia al dolor, grosor de la piel, sensibilidad al sonido e incluso la resistencia al paso de corriente eléctrica (donde las mujeres toleran hasta un tercio menos que los hombres antes de enfrentar daño severo).
ULSE impulsa el desarrollo de normas con perspectiva de género, que consideran diferencias físicas y fisiológicas entre mujeres y hombres, como fuerza de agarre, tolerancia al dolor, grosor de la piel, sensibilidad al sonido e incluso la resistencia al paso de corriente eléctrica
Como parte de esta estrategia y con la finalidad de impulsar este tipo de normas en México, ULSE llevó a cabo el webinar “Desarrollo de Normas con Perspectiva de Género en México”, que reunió a líderes del sector normativo, incluyendo a NYCE, NORMEX, IMEEC y al ONNCCE, para dialogar sobre cómo incorporar un enfoque inclusivo y técnico en la creación de estándares.Representantes de estos organismos compartieron experiencias, retos y propuestas para avanzar hacia una estandarización que contemple a toda la población.
En palabras de Glenora Alcobe de ONNCCE,gerente de Estandarización de IMEEC “para fortalecer los estándares con perspectiva de género, es fundamental coordinar esfuerzos de manera conjunta. Aunque en México ya existen iniciativas de organismos que están trabajando de forma individual, es necesario establecer criterios y homologarlos”.
Por su lado Laura Campos, de NYCE, coincidió en que es necesario homologar criterios, los cuales deben ser integrados desde el Gobierno de manera obligatoria. Además, enfatizó la importancia de incorporar estos criterios de género en los procesos de estandarización y normalización que se realicen en México.