Frente a la devastación causada por el huracán Otis en Acapulco, Guerrero, es necesario analizar con mayor profundidad este tipo de fenómenos y hacer más estimaciones para tratar de determinar los daños potenciales que pudieran ocasionar, aseguró la doctora Claudia Rojas Serna, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Frente a estos escenarios, “es preciso determinar cuáles son las zonas en riesgo y las posibles afectaciones a la infraestructura carretera y eléctrica, entre otras, ocasionadas por el oleaje, la marea de tormenta, los deslizamientos de tierra, las inundaciones por la lluvia y el desbordamiento de ríos».

El Servicio Meteorológico Nacional emite alertas con base en el monitoreo permanente del Centro de Huracanes de Miami, Florida, Estados Unidos, instancia que da aviso en muy corto tiempo, por lo que es imperativo aprovechar la cultura de estimación de huracanes, explicó la especialista.

La docente del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica, explicó que una hipótesis relacionada con la ocurrencia e intensidad de huracanes tiene que ver con el calentamiento del planeta y de los océanos, ya que proporciona mayor energía para su evolución.

El Niño tiene influencia sobre el número de ciclones tropicales que se pueden formar en los océanos y se tienen registros que en 2020 también se presentó el evento de La Niña, ambos fenómenos han traído huracanes que han afectado el territorio mexicano. 

«El Niño trae variaciones en la atmósfera que incrementan la temperatura y ocasionan la formación de tormentas tropicales que van aumentando su intensidad hasta convertirse en huracanes», detalló la doctora Rojas Serna.

La especialista en Modelación hidrológica avanzada y Fenómenos hidrometeorológicos indicó que Otis tuvo una evolución en un tiempo relativamente corto. Citó que, en Guerrero, el huracán que había ocasionado más afectaciones fue Paulina, en 1997, y después, en 2013, coincidieron Ingrid y Manuel y las afectaciones económicas habían sido las más grandes, si bien falta evaluar las pérdidas económicas y las defunciones en esta ocasión.

Las afectaciones que se presentan con los huracanes se dan principalmente en la línea costera, en donde no hay muchas colonias que estén expuestas. Las construcciones que sufren mayores daños son las que no son de concreto, por lo que es fundamental dar mayor protección y reforzar las estructuras en la zona de primer impacto»

Claudia Rojas Serna, investigadora de la UAM

«Las afectaciones que se presentan con los huracanes se dan principalmente en la línea costera, en donde no hay muchas colonias que estén expuestas. Las construcciones que sufren mayores daños son las que no son de concreto, por lo que es fundamental dar mayor protección y reforzar las estructuras en la zona de primer impacto», propuso la docente de la UAM.

Un huracán categoría cinco representa vientos de 252 kilómetros por hora, pero Otis superó los 270 kilómetros, con rachas de hasta 300 kilómetros por hora, que cuando impactan es como si una pared de concreto golpeara lo que encuentre a su paso, en combinación con el fuerte oleaje.

“Hemos trabajado y avanzado mucho desde el punto de vista de cómo debe reaccionar la población frente a estos eventos,” porque las pérdidas humanas afortunadamente se han reducido, pero siguen ocurriendo. 

Ejemplificó que en la Ciudad de México, cuando llueve, la gente camina en las calles con una profundidad de inundación de 20 centímetros; «eso es un riesgo, los autos con profundidades de 40 centímetros son arrastrados por la velocidad del agua, pero en los huracanes la fuerza del viento más el oleaje pueden fácilmente derribar y arrastrar un tráiler».

Con Otis cayeron más de 400 milímetros de lluvia en un tiempo muy corto; esto es, de 24 a 25 centímetros de lluvia por metro cuadrado, concluyó la doctora Rojas Serna.