Por Carlos Ayala

Te encuentras caminando en los pasillos de tu ferretería favorita. De repente, te detienes frente a un aparador un instante y la miras. ¿Realmente la voy a utilizar? ¿Por ser más costosa será la mejor? ¿Y si la pierdo? ¿Y si me la roban? Son las mismas interrogantes a las que nos enfrentamos todo el tiempo todos los que ejercemos un oficio, por no decir todos los días y en cada oportunidad.

Y es que en ocasiones no tenemos muy claro que las herramientas –fuera de aquellos dogmas románticos que nos encontramos comúnmente en el ambiente de trabajo, que afirman que “todas sirven para lo mismo” y “que la mejor de todas las herramientas es tu cerebro” (por citar algunas expresiones)– han acompañado y se han convertido en una extensión del verdadero profesional de un oficio, desde que el trabajo es llamado así.

Yo mismo he experimentado situaciones en las que el trabajo fuerte y agotador ha sido reemplazado por una práctica herramienta. Ocurría que en muchas ocasiones se requerían cortes de tubería y no había otra opción más que hacerlos con un arco con segueta, una segueta de mano o un cortatubos de disco; sin embargo, desde el momento en que tuve una sierra-sable a baterías en mis manos, el trabajo nunca fue igual. Ahorro de tiempo, cortes en espacios confinados o de difícil acceso y, sobre todo, una muy importante, menor incidencia de lesiones y malestares, primero, debido a la mejora en la ergonomía y, después, por la disminución en la cantidad de herramientas necesarias para realizar el trabajo.

Las herramientas han superado muchas épocas y materiales, pero continúan siendo diseñadas y fabricadas con el mismo propósito para el momento de ser utilizadas: generar eficiencia y seguridad en el trabajo.

Usar herramientas de calidad, de manera adecuada y segura, debe convertirse en parte fundamental de los conocimientos básicos en el proceso de formación de cualquier plomero profesional

En la actualidad, saber qué tipo de llave usar en accesorios cromados, o la longitud correcta para aplicar fuerza de palanca a un determinado diámetro de tubería, es una exigencia de una industria en la que la seguridad, tiempos de paro y hasta la estética en los acabados se han vuelto realmente esenciales.

Reforzando el argumento anterior, tal y como debiera ocurrir con las normas y los estándares, usar herramientas de calidad, de manera adecuada y segura, debe convertirse en parte fundamental de los conocimientos básicos en el proceso de formación de cualquier plomero profesional.

Sin embargo, bajo el contexto mexicano, este proceso formativo (al igual que el de los oficios en general) no ocurre para la generalidad de los compañeros.

Múltiples factores abonan a esta situación, pero considero dos de ellos como predominantes: la cultura y la economía, factores que interactúan y dependen entre sí.

Creo firmemente que el uso adecuado de herramientas es el primer factor que ofrece una oportunidad manifiesta de cambio (factor cultural), que irremediablemente influirá en lo económico.

El uso y selección de herramientas debería contemplarse como parte del proceso formativo del técnico profesional, incorporándolo a su cultura dentro de las buenas prácticas laborales, dando así oportunidad al plomero de adquirir una gama más amplia de soluciones que en el futuro le brindarán uno de los aspectos más importantes a la hora de dar valor a su trabajo: otorgar un servicio de calidad.


Carlos Ayala

Carlos Ayala es Presidente de la Unión Nacional de Instaladores Hidrosanitarios, A.C. (UNIHAC) también conocida como Aplomex, organización enfocada en la reivindicación de la profesión de la plomería, en la promoción de las buenas prácticas y en la capacitación de alto nivel para sus asociados.

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