El temor, la frustración, la angustia, la incertidumbre, el enojo y la tristeza son emociones predominantes y legítimas durante el confinamiento por el COVID-19, ya que “estamos frente a algo que no se había experimentado del todo en nuestra vida”, consideró el doctor Fernando Ortiz Lachica, profesor de la Licenciatura y Posgrado en Psicología Social de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Si bien los sentimientos son el “condimento: la sal y la pimienta de la vida, en este momento el agobio, por ejemplo, es un poco extraño porque la situación es desconocida, ya que el enemigo es invisible, nadie ve el virus y sólo nos platican de él, al grado de que hasta hace poco, me temo que mucha gente no se lo creía” y todavía hay quien no lo conceptúa.
Parte de esta aprensión tiene que ver con la duda sobre lo que ocurrirá cuando termine la contingencia sanitaria: “¿cuándo vamos a regresar a nuestras actividades y cómo será la nueva normalidad?, ¿qué pasará con la economía del país?, ¿me contagiaré o no?, ¿voy a morir? y todo esto me lleva al susto, a la muerte”.
Durante la plática virtual Las emociones en la pandemia –como parte del Programa de Apoyo y Orientación Psicológica de la Coordinación de Servicios Integrados para el Bienestar (Cosib)– el doctor Ortiz Lachica comentó que ciertos sucesos “espantan o nos ponen tristes o contentos”, pero lo mejor es no tener miedo a la contingencia, sino cuidarse.
“Las emociones tienen que ver con algo importante en nuestra vida, pues son como una forma de evaluar lo que acontece en el ambiente en busca de señales, de cosas relevantes para nosotros, como parte de un proceso automático no del todo consciente, ya que sólo me doy cuenta de que estoy sintiendo algo una vez que lo percibo».
“Las emociones tienen que ver con algo importante en nuestra vida, pues son como una forma de evaluar lo que acontece en el ambiente en busca de señales, de cosas relevantes para nosotros, como parte de un proceso automático no del todo consciente, ya que sólo me doy cuenta de que estoy sintiendo algo una vez que lo percibo».
El académico de la Unidad Iztapalapa de la Casa abierta al tiempo expuso que son también “parte de nuestra herencia biológica, además de que tienen una utilidad para la supervivencia y una función social, por lo que ahora mucha gente en sus casas tiene pánico a enfermar, sufrir o dejar la vida”, pero un problema con los sentimientos es lo que algunos estudiosos llaman metaemoción, “porque estar triste, enojado o sentir alarma es normal, y lo que no está bien, a veces, es como expresamos” estas sensaciones.
El desconsuelo afecta a muchas personas que no podrán realizar un viaje planeado, asistir a una fiesta o ver por un tiempo a familiares, sin olvidar a quienes han sufrido la pérdida de un ser querido, víctima del COVID-19, mientras que la frustración y la irritación surgen por no poder salir y en ocasiones son mal canalizadas, debido aque no se puede agarrar a golpes al virus; lamentablemente el personal médico puede ser objeto de insultos y visto como el contrario, “aun cuando están luchando por mantenernos con vida y con salud”.
Pero hay gente que descubrió que podía llevar a cabo otras actividades y no sólo pensar en la pandemia, como han comentado participantes en los talleres de apoyo que la Cosib imparte en la plataforma Zoom.
De acuerdo con los expertos, “en el momento que me doy cuenta de que estoy experimentado enfado o miedo fortalezco un testigo como un yo observador que está viendo ese río y esas olas de sentimientos a los que me dirigía, porque así son las emociones”.
Para evitar el abatimiento, la frustración y el disgusto por la incertidumbre es mejor no estar todo el tiempo escuchando o leyendo noticias sobre el comportamiento del coronavirus, sino buscar espacios “que nos proporcionen esparcimiento para estar tranquilos”, recomendó el investigador del Departamento de Sociología de la citada sede académica.
Para más información sobre el Programa de Apoyo y Orientación Psicológica de la Coordinación de Servicios Integrados para el Bienestar (Cosib), clic aquí.