Por el INECC
Los Forzantes Climáticos de Vida Corta (FCVC) son gases y compuestos entre los que se incluyen los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el ozono troposférico (O3), los clorofluorocarbonos (CFC) y los hidrofluorocarbonos (HFC), amén de las especies emitidas en procesos de combustión como el monóxido de carbono (CO) y el carbono negro (CN), los cuales contribuyen al aumento en la temperatura.
Por la relevancia que tienen en el sistema climático global, es esencial mitigarlos pues ello supondría reducir los estragos por los efectos del cambio climático, además de los beneficios que traería en la salud, los ecosistemas, la mejora en la calidad del aire y reducción de daños directos en los cultivos agrícolas.
En este sentido, México ha mantenido su compromiso por reducir los gases de efecto invernadero y considera que la relación calidad del aire y cambio climático puede comprenderse desde la óptica de los FCVC.
La realización de acciones conjuntas de mitigación donde se incluyan a los FCVC tendrá beneficios climáticos directos para no alcanzar los 1.5 °C al año 2030 y no exceder en el mediano plazo los 2 °C pactados en el Acuerdo de París.
Ozono Troposférico y Carbono Negro, dos retos para el país
Dentro de los contaminantes con mayores impactos tanto en la salud como en los ecosistemas y agricultura se encuentran el ozono troposférico y el carbono negro. El primero, además de ser un Forzante Climático, es también un importante contaminante del aire. Se forma cuando los gases precursores, como el metano, el monóxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles y los óxidos de nitrógeno, reaccionan en presencia de la radiación solar.
Además, afecta la estructura y las funciones de los ecosistemas y tiene un mayor impacto en los cultivos y bosques, pues se introduce en las hojas a través de las estomas para producir una serie de efectos que van desde alteraciones fisiológicas hasta daños visibles o reducciones en el crecimiento de las plantas.
En el caso de la salud humana, se ha demostrado que es responsable de aproximadamente 150 mil muertes prematuras al año a nivel mundial, por lo que es considerado uno de los principales contaminantes, por lo cual se ha mantenido un programa de monitoreo a nivel nacional en las principales ciudades mexicanas.
En México, el ozono troposférico se ha convertido en un problema de calidad del aire en las principales zonas metropolitanas como la del Valle de México, Monterrey, Guadalajara y en las ciudades del Bajío.
En nuestro país, que depende de sus actividades agrícolas y de los ecosistemas, las acciones específicas de reducción de precursores de ozono son importantes para evitar los impactos negativos y mantener la sustentabilidad.
En este sentido se actualizan los inventarios de emisiones de contaminantes criterio, con la finalidad de evaluar el aumento de precursores de ozono como los compuestos orgánicos volátiles entre otros y establecer acciones o políticas públicas para su mitigación.
Con respecto al carbono negro, sus emisiones en México son generadas en los siguientes sectores:
1. Energía. Asociados al sector transporte 28 %, principalmente en la subcategoría autotransporte
2. Industria. Por la quema de bagazo en el procesamiento de alimentos, bebidas y tabaco, en 26 %
3. Residencial y Comercial. Debido a la quema de biomasa, llega a 26 %
Estas actividades contribuyen con más de 80 % de las emisiones de CN reportadas.
Los compromisos adquiridos
En el marco internacional con otros países y diversos organismo, México mantiene un firme compromiso en reducir sus emisiones de gases y compuestos de efecto invernadero, participando de manera activa en programas y estrategias para cumplir sus metas de mitigación.
En 2017, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) y el Instituto Nacional de Salud Pública realizaron un estudio para evaluar los impactos de la contaminación a la salud y su valoración económica por el método “Disponibilidad a Pagar”, lo cual permitió caracterizar las incidencias de mortalidad vinculadas a la exposición a contaminantes. Los resultados mostraron que, de cumplirse con la Norma Oficial Mexicana de Partículas Suspendidas (PM2.5), se podrían evitar 8 mil 464 muertes prematuras.
En este año México está realizando diferentes acciones, entre las que destaca un proyecto piloto a través de la Comisión de Cooperación de América del Norte (Canadá, Estados Unidos y México) para desarrollar una metodología -que permita reducir la incertidumbre de la actividad del uso de leña en el sector residencial en México y así mejorar las estimaciones de las emisiones de carbono negro y otros contaminantes-, la cual estará lista para ser aplicada en todo el país a finales de 2019.
En otro contexto, el país participa con la Coalición del Clima y Aire Limpio (CCAC) y desarrolla las rutas de mitigación sectoriales integradas con acciones en calidad del aire, cambio climático y salud para reducir los FCVC y alcanzar beneficios en un breve plazo.
Debido a los efectos negativos que pueden tener los FCVC es fundamental que México siga invirtiendo recursos para fortalecer las redes de monitoreo atmosférico, mejorar las estimaciones en los inventarios, que son esenciales para evaluar el progreso en la gestión de la calidad del aire y la reducción de sus emisiones, así como evaluar la eficacia de las medidas aplicadas y tomar las medidas adecuadas para mejorarlas.