La obsoleta normativa mexicana obstaculiza la implantación de los sistemas de rociadores automáticos como primera barrera contra incendios, pese a que existe evidencia internacional de su eficacia en distintos escenarios. El desarrollo de diversos sectores a causa del nearshoring debería ser un catalizador para replantear cómo se protege la vida y los bienes en el país

Por Eduardo López Lugo

Los sistemas contra incendio son un conjunto de medidas idealmente consideradas en los planes de seguridad de una edificación para afrontar la presencia de fuego fuera de control. Abarcan sistemas de protección pasiva estructural, así como protección activa automática mediante sistemas de alarma, detección y extinción.

Para el diseño e implementación de dichos sistemas, es importante tomar en cuenta el tipo de actividades que se realizan en el inmueble o cuál será la ocupación, sus características arquitectónicas y si posee instalaciones especiales de ventilación e iluminación. Hay que dejar claro algunos de sus componentes y la razón de ser de estos sistemas, que han comprobado que facilitan nuestra vida ante un incendio.

En México, la NOM-002-STPS-2010 es la única norma actual obligatoria a nivel nacional en materia de protección contra incendios dedicada a los centros de trabajo. Clasifica los riesgos en: riesgo ligero, porque la cantidad de combustibilidad de los contenidos es baja; ordinario (grupo 1 y grupo 2), donde se considera que la cantidad de combustibles es moderada; riesgo extra grupo 1, ya que la cantidad de combustibilidad es alta, con mayor probabilidad de que al haber un incendio se propague rápidamente con elevados índices de liberación de calor; finalmente, riesgo extra grupo 2, que cubre a todas aquellas actividades donde se manejan líquidos altamente inflamables o combustibles.

En mi experiencia en Baja Design Engineering, la ingeniería de protección contra incendio es una herramienta ampliamente solicitada en el sector industrial; particularmente, en la industria manufacturera, debido a la estrecha relación de trabajo entre personas y máquinas. Es decir, los diferentes procesos de manufactura dentro de una unidad de negocio conllevan diversos riesgos de incendio, a razón del material combustible que existe en cada proceso, en cada entorno.

De igual manera, dicha ingeniería es elemental en el almacenaje, ya que estos espacios varían según el tamaño, los tipos de materiales almacenados, el diseño, la configuración del almacenamiento, la construcción, las alturas de los techos y demás factores que presentan obstáculos para los esfuerzos manuales de extinción.

Resolvemos con lo que hay, pero no nos confiamos

Para todas las clasificaciones mencionadas sobre la NOM-002, la normativa obliga el uso de extintores fijos y portátiles, según sea el caso, incluso el uso de mangueras; pero, para que ambas tecnologías se activen, es necesaria la acción humana (brigadistas y bomberos), lo cual aumenta el riesgo ante un incendio, entre otros imponderables, debido a que la capacidad de respuesta es más lenta.

La NOM-002 invita a los dueños de centros de trabajo e incluso a los trabajadores a capacitarse respecto al uso de extintores, pero cuando se trata del diseño e instalación de sistemas contra incendios, particularmente, sistemas fijos de notificación, alarma, detección y extinción, como es el caso de los rociadores contra incendios a base de agua, la ley no es contundente sobre su instalación, pruebas, mantenimiento e inspección por parte de las autoridades competentes.

La NOM-002 invita a los dueños de centros de trabajo e incluso a los trabajadores a capacitarse respecto al uso de extintores, pero cuando se trata del diseño e instalación de sistemas contra incendios, particularmente, sistemas fijos de notificación, alarma, detección y extinción, como es el caso de los rociadores contra incendios a base de agua, la ley no es contundente sobre su instalación, pruebas, mantenimiento e inspección por parte de las autoridades competentes.

Además, la norma “obligatoria” no se ha actualizado formalmente desde que entró en vigor hace 13 años, pese a que la Ley de Infraestructura de la Calidad a cargo de la Secretaría de Economía contempla que debe revisarse quinquenalmente. Así que los implicados en este rubro, ante el caos y la confusión de lo que no se exige, echamos mano de normativa internacional como NFPA® (National Fire Protection Association) y FM Global (Factory Mutual) para hacerle frente a los proyectos de construcción de edificaciones seguras contra incendios.

Por lo tanto, para mantener la integridad de una edificación, así como la de una persona en un centro de trabajo, los sistemas de rociadores automáticos a base de agua confirman su efectividad al confinar, mitigar y extinguir una conflagración, sobre todo si están diseñados adecuadamente, pues son un elemento esencial de la protección contra incendios en los almacenes y en los procesos de manufactura.

De acuerdo con el informe de investigación Experiencia con Rociadores en Estados Unidos, de NFPA®, publicado en octubre de 2021, estos elementos funcionaron y fueron eficaces en 88% de los incendios considerados lo suficientemente grandes como para activarlos. El informe señala que solo un rociador funcionó en 77 % de los incendios estructurales, y cinco o menos rociadores funcionaron en 97% de los casos.

Risers, fundamentales en sistemas de rociadores

Para que se lleve a cabo la distribución del agua usando rociadores, es elemental el riser, que es el tubo de mayor tamaño sobre la superficie del terreno. Normalmente está en posición vertical, situado entre el suministro de agua y las tuberías principales (transversales, ramales o de alimentación), incluye un manómetro, un dren y un dispositivo de alarma de flujo de agua o válvula check e interruptor de flujo y la válvula de control.

El riser también permite el seccionamiento de sistemas de mangueras, un elemento comúnmente mencionado en la NOM-002, pero que, reitero, necesita de la acción humana, mientras que los rociadores son automáticos.

El riser es tubo de mayor tamaño, en posición vertical, situado entre el suministro de agua y las tuberías principales (transversales, ramales o de alimentación), incluye un manómetro, un dren y un dispositivo de alarma de flujo de agua o válvula check e interruptor de flujo y la válvula de control


Ambas alternativas deben ser diseñadas hidráulicamente, es decir, los diámetros de las tuberías deben seleccionarse con base en la pérdida de presión, para que la proporción de densidad de aplicación de agua g/m/ft2 a presión de descarga en las boquillas de la manguera o desde los rociadores se distribuya con un grado razonable de uniformidad sobre el área específica donde está el incendio.

Los riser deben ser fabricados especialmente para el servicio diseñado e instalado de sistemas contra incendio y deben contar con la garantía del fabricante. Si bien colocar varios risers en un sistema contra incendios de rociadores automáticos es posible, yo recomiendo que no sean demasiados: No es óptimo, particularmente si todos se alimentan con una sola tubería desde el suministro de agua, porque si pasa algo a dicho tubo te quedas sin sistema contra incendios.

Por ejemplo, es más probable que ocurra un incendio incontrolable en un almacén que en un centro de producción; pero es más probable que si hay un incendio en un área de manufactura donde hay más personas trabajando, al darse cuenta del siniestro pongan en marcha su plan de contingencia. Si este plan contempla sistemas de alarma, notificación y extinción de incendios, todos se encenderán automáticamente.

Imagínate que, en México, la autoridad que expide las normas y, en el mejor de los casos, inspecciona uno que otro centro de trabajo, no pide rociadores contra incendio en un área de procesos de manufactura, ni en un almacén, da el visto bueno y se conforman con mangueras. Pero en un almacén no hay población flotante todo el tiempo en todas partes; si hay un incendio, ¿quién se da cuenta?, ¿en cuánto tiempo? Por eso, siempre vamos a sugerir que haya sistemas automáticos contra incendios.

Entre 2016 y 2020, los departamentos de bomberos en Estados Unidos respondieron a un promedio de 1 mil 450 incendios estructurales por año en almacenes. Estos incendios causaron un promedio de dos muertes civiles, 16 heridos y 283 millones de dólares en daños directos a la propiedad. Uno de los factores de ignición más recurrentes en estos incendios fueron las fallas o mal funcionamiento eléctrico, el cual correspondió a la quinta parte (21%) de los incendios en éstas.

Cito, otra vez, a la NFPA®, que publicó en su Informe de Incendios en Estructuras de Almacén que, de 2016 hasta 2020, los departamentos de bomberos en Estados Unidos respondieron a un promedio estimado de 1 mil 450 incendios estructurales por año en almacenes. Estos incendios causaron un promedio de dos muertes civiles, 16 heridos y 283 millones de dólares en daños directos a la propiedad. Uno de los factores de ignición más recurrentes fueron las fallas o mal funcionamiento eléctrico, el cual correspondió a la quinta parte (21%).

Un cambio de paradigma, ante las exigencias del mercado

Recientemente, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía publicó que la actividad industrial de México en el primer trimestre del 2024 creció 2.1%, gracias al sector de la construcción, las industrias manufactureras, así como la generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica, y suministros de agua y gas natural hacia el consumidor final.

De acuerdo con el índice de Desarrollo Industrial de Finsa, Nuevo León, Chihuahua y Coahuila son escenarios de interés, debido a su liderazgo en el PIB industrial del país, además de que poseen una alta participación en el mercado inmobiliario industrial, de exportaciones de manufactura y atracción de inversión extranjera directa.

Por tal razón, si en el país es probable que el efecto de la relocalización provoque un aumento en el número de almacenes y su capacidad; si se avecina un aumento en los centros de trabajo manufactureros, donde ambos escenarios poseen un consiguiente aumento de sus cargas potenciales combustibles, entonces es momento de cambiar la forma de enfrentar los incendios, empezando por las leyes. Cambiar nuestra idiosincrasia, nuestra forma de hacer y nuestra forma de aplicar la observancia de la legalidad.


Eduardo López Lugo

Eduardo López Lugo es Ingeniero Mecánico de la UABC, especializado en Sistemas Contra Incendios, Sistemas de Aire Comprimido, Sistemas de Gas Natural y LP. Coordina la Zona Centro de la firma de diseño Baja Design Engineering.

Contacto: [email protected]

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