Por Arq. Pedro Paredes

El Acuerdo de París fue un punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, los avances alcanzados en las Conferencias de las Partes (COP) aún no reflejan plenamente la urgencia de este desafío global. A pesar de los esfuerzos, el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5 °C sigue siendo esquivo. Alcanzar esta meta requiere transformar los compromisos en acciones concretas y superar obstáculos estructurales y políticos. 

Las COP han sido espacios esenciales para establecer compromisos, pero muchos de estos acuerdos carecen de obligatoriedad. Esto ha resultado en un cumplimiento parcial y, en ocasiones, nulo. Para revertir esta situación, es necesario establecer mecanismos de cumplimiento vinculantes, con sanciones económicas y comerciales para quienes no cumplan. Además, la transparencia debe ser un pilar fundamental. Un sistema de reportes estandarizado y auditorías independientes permitirá fortalecer la credibilidad de estos foros. Sin rendición de cuentas, el ciclo de promesas incumplidas seguirá debilitando el acuerdo global. 

La COP es la conferencia en la que el líderes mundiales se reúnen para acordar las medidas necesarias a fin de hacer frente a la crisis climática, como limitar el aumento de la temperatura global a menos de 1.5 grados centígrados, así como ayudar a las comunidades vulnerables a adaptarse a los efectos del cambio climático y lograr emisiones netas cero para 2050. La edición 29 tuvo lugar en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre de 2024 / ©COP29

Si bien el Acuerdo de París promovió economías bajas en carbono, dejó fuera un elemento crucial: una hoja de ruta clara para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. Esta omisión, impulsada por los intereses de grandes productores, ha permitido que el carbón, el petróleo y el gas sigan siendo responsables de la mayor parte de las emisiones de CO₂. Es imprescindible negociar un tratado global que establezca plazos específicos y mecanismos de apoyo financiero para que los países con economías dependientes de estas industrias puedan acelerar su transición. Sin esto, la meta de París será inalcanzable. 

La financiación climática ha sido un eje central de las negociaciones, con avances importantes como el compromiso de triplicar los fondos destinados a los Países Menos Adelantados y Pequeños Estados Insulares en Desarrollo para 2030. Sin embargo, los resultados han sido desiguales: muchos países enfrentan barreras burocráticas para acceder a estos recursos y gran parte del financiamiento se destina a mitigación, relegando la adaptación. Simplificar los mecanismos de acceso y asegurar que un porcentaje significativo de los fondos se asigne a la adaptación climática es crucial. Asimismo, se deben explorar fuentes de ingresos innovadoras, como impuestos globales al carbono, para garantizar un financiamiento sostenible. 

Por otro lado, la descarbonización de sectores clave como la aviación, el transporte marítimo, la agricultura y la industria pesada avanza a un ritmo insuficiente. Estos sectores, responsables de una parte considerable de las emisiones globales, necesitan regulaciones específicas que impulsen su transición hacia tecnologías limpias. Las COP deben establecer metas sectoriales vinculantes y acompañarlas de incentivos económicos y marcos regulatorios claros. Un impuesto global al carbono que cubra todos los sectores económicos podría ser una herramienta eficaz para acelerar esta transformación. 

Si bien el Acuerdo de París promovió economías bajas en carbono, dejó fuera un elemento crucial: una hoja de ruta clara para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. Esta omisión, impulsada por los intereses de grandes productores, ha permitido que el carbón, el petróleo y el gas sigan siendo responsables de la mayor parte de las emisiones de CO₂.


Los países y comunidades más vulnerables al cambio climático son los que menos han contribuido a la crisis, pero los que más sufren sus consecuencias. A pesar de los esfuerzos por incluir la justicia climática en las agendas de las COP, las decisiones aún no reflejan plenamente las necesidades de estas poblaciones. Es fundamental asegurar una representación equitativa de los países en desarrollo y las comunidades indígenas en las negociaciones. Además, los compromisos de mitigación y adaptación deben estar vinculados a la protección de los derechos humanos, priorizando a quienes enfrentan los mayores riesgos. 

El acceso limitado a tecnología limpia sigue siendo un obstáculo para muchos países en desarrollo. Sin estas herramientas, implementar soluciones climáticas a gran escala es casi imposible. Un fondo global de innovación podría financiar tanto el desarrollo como la transferencia de tecnología. Asimismo, es clave fomentar acuerdos de colaboración tecnológica entre países para impulsar la adopción de energías renovables y soluciones de bajo carbono. No obstante, la tecnología por sí sola no es suficiente: es imprescindible generar un cambio cultural que fomente la participación activa de toda la sociedad. Sin una educación climática adecuada, el cambio climático seguirá siendo un problema ajeno para muchos. Incluir la educación climática en las estrategias nacionales y promover campañas globales sobre los beneficios económicos y sociales de una transición verde es esencial para construir una ciudadanía comprometida con el futuro del planeta. 


Para México, las metas globales tienen implicaciones directas, especialmente en el sector de la Construcción, que representa una parte significativa de las emisiones de carbono. La adopción de estándares sostenibles, como EDGE o LEED, y la promoción de materiales bajos en carbono, pueden posicionar al país como líder regional en innovación verde. En México también se pueden aprovechar los compromisos de financiamiento internacional para implementar proyectos de infraestructura resiliente y energías limpias. En este sentido, será clave fortalecer la regulación, fomentar alianzas público-privadas y garantizar que los beneficios lleguen a las comunidades más vulnerables. 

Actualmente es posible acceder a fondos de financiamiento climático, como el Fondo Verde para el Clima o el Fondo de Adaptación, requiere preparación y visión estratégica. Sin embargo los proyectos deberán estar alineados con prioridades climáticas, como la eficiencia energética y la reducción de emisiones, y cumplir con estándares internacionales, como las contribuciones determinadas a nivel nacional de México. Elaborar un plan de negocios sólido, con proyecciones de retorno de inversión y beneficios sociales, así como implementar métricas claras para evaluar el impacto, será clave para aumentar las posibilidades de éxito. Contar con apoyo técnico y alianzas con consultores especializados en certificaciones ambientales también puede ser un factor de éxito. 

La próxima COP30 en Belém, Brasil, será un punto de inflexión crucial. México y el mundo deben asumir un rol activo y tomar decisiones que impulsen un futuro sostenible. Si queremos que el Acuerdo de París sea más que un sueño ambicioso, es momento de transformar las promesas en resultados tangibles. 


Arq. Pedro Paredes

Arq. Pedro Paredes Es Senior Partner en Eosis.

Contacto: [email protected]

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