La recolección y el almacenamiento de agua pluvial han sido prácticas comunes en Mesoamérica desde tiempos muy antiguos, ya en recipientes en depósitos subterráneos, o a cielo abierto.
El agua se captaba mediante canales y zanjas, aprovechando el agua rodada (en patios y casas, o en el campo, en jagüeyes, mediante bordos, entre otros), o bien, conduciéndola desde los techos de las viviendas y edificios por medio de canoas, canjilones de madera, pencas o canalitos hacia los depósitos. En las viviendas el agua se almacenó en recipientes de barro, enterrados o no, así como en pilas o piletas de barro, cal y canto excavados en el suelo, recubiertos en ocasiones con piedra o argamasa y estuco.
Entre los almacenes subterráneos domésticos de mayor antigüedad en el área se encuentran los de San José Mogote (1000 a.C.) y Tierras Largas (1000-900 a.C.), Oaxaca. Otros depósitos subterráneos son los chultunes o cisternas mayas, que se cuentan por miles en la península de Yucatán, que fueron vitales para los asentamientos prehispánicos y que persisten hasta el presente (Zapata 1982).
Otros depósitos subterráneos son los chultunes o cisternas mayas, que se cuentan por miles en la península de Yucatán, que fueron vitales para los asentamientos prehispánicos y que persisten hasta el presente.
En lo que respecta a los depósitos pluviales a cielo abierto, destacan los jagüeyes, que fueron muy comunes en el centro y el sur de México, en especial en las zonas áridas y semiáridas donde el nivel freático estaba muy bajo o el suelo era rocoso y resultaba muy difícil alcanzarlo mediante la excavación de pozos someros. A los jagüeyes, hechos artificialmente o acondicionados aprovechando hondonadas naturales, situados en terrenos cercanos a cerros y lomeríos, se canalizaba el agua de las pequeñas corrientes pluviales o de los escurrimientos de los cerros y techos aledaños.
Otro tipo de depósito pluvial prehispánico, recientemente identificado por el arqueólogo Lorenzo Ochoa en la Huasteca meridional, y a diferencia de los jagüeyes que son de tierra, está recubierto con piedra basáltica columnar. Se trata de al menos cuatro grandes depósitos situados en la antigua población mercado de Tzicoac-Cacahuatenco (Veracruz), que proveían de agua a sus pobladores durante todo el año.
Fuente: Semblanza histórica del agua en México, Conagua, 2009.