En un mundo donde más de 2 mil millones de personas carecen de acceso a agua potable y poco más de 4 mil millones no acceden a saneamiento básico, la Inteligencia Artificial (IA) podría ser una herramienta clave para ofrecer diversas opciones para mejorar la eficiencia, sostenibilidad y rentabilidad de los servicios de abastecimiento del recurso.

Varias compañías especialistas en soluciones tecnológicas plantean que este recurso informático puede ayudar a mejorar el uso, la conciencia y el ahorro. Entre estos ejemplos está el monitoreo y el riego inteligente, análisis de datos, la sensibilización al público, la gestión de recursos hídricos, el tratamiento de líquidos procedentes de procesos productivos o del consumo humano y además puede servir a proveedores para la detección temprana de fugas y la optimización de la red de distribución.

Adriana Pérez Espinosa, investigadora del Departamento de Ingeniería Electrónica de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señaló que en México ya se implementan estas tecnologías como herramientas para desempeñar diferentes funciones. 

La Secretaría de Gestión Integral del Agua de la Ciudad de México trabaja con la integración de sensores que permiten optimizar y tener información en tiempo real de la red hidráulica para detectar fugas, así como con válvulas automatizadas que puedan cerrarse para evitar el desperdicio.

Al comentar sobre la innovación tecnológica en los procesos para la obtención del agua, la especialista abundó que para ello se instalan sensores en la red hidráulica que van captando día con día y en tiempo real cuál es el flujo constante y almacenan esa información, de tal manera que cuando hay variaciones de circulación los dispositivos activan alertas para cerrar las válvulas.

Al obtener todos los datos, se aplica un modelo de inteligencia clasificador que detecta anomalías, como bajas en el flujo, que pueden ser ocasionadas por fugas u obstrucciones. Una vez hecho el análisis de los datos recolectados interviene el factor humano para tomar las decisiones pertinentes”

Adriana Pérez Espinosa, investigadora del Departamento de Ingeniería Electrónica, UAM

Al obtener todos los datos, se aplica un modelo de inteligencia clasificador que detecta anomalías, como bajas en el flujo, que pueden ser ocasionadas por fugas u obstrucciones. Una vez hecho el análisis de los datos recolectados interviene el factor humano para tomar las decisiones pertinentes, detalló.

Por otro lado, el uso de la IA también provoca un impacto ambiental, ya que muchos de sus centros de datos requieren de un gran consumo para enfriamiento o para generación de energía. Tal es el caso de una planta de microchips de Intel en Guadalajara, Jalisco, que utiliza el líquido para el lavado de placas y el enfriamiento de algunos de sus objetos.

Cuando usamos ChatGPT para la generación de textos breves o para hacer una consulta, “en una simple conversación, estamos provocando un consumo de entre medio y tres litros de agua”, refirió la doctora en Ciencias.

Hay países que han desarrollado inteligencia artificial para prevenir desastres naturales relacionados con el vital líquido, como en India, donde el estudio de condiciones climáticas, de suelo y de cuencas, permite determinar los mejores momentos para sembrar y cosechar; en Japón crearon tecnología para evitar consecuencias frente al desborde de ríos por exceso de lluvias.

En la Unidad Iztapalapa hay un grupo multidisciplinario de trabajo, que junto con las investigadoras Delia Montero Contreras y Judith Cardoso Martínez, interviene una planta de reciclaje y tratamiento para el uso en lavanderías, con lo que se evita el uso de agua potable, pero con una calidad que no afecte a la piel humana, señaló en entrevista con Karen Rivera y Sergio Bonilla para la emisión AguaCERO, que se transmite en UAM Radio 94.1 FM.

Fuente: UAM

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