Con prácticas de recuperación de materias primas, Grupo Rotoplas fabrica actualmente nuevos productos con hasta 70 % de materiales ya utilizados
Por Joel Pérez y Georgina Tolentino
La Economía Circular busca redefinir el modelo lineal de producción aplicado actualmente a la mayoría de los productos que consumimos, para los cuales, gran parte de los materiales involucrados en su producción provienen directamente de la naturaleza. En la mayoría de los casos, los productos tienen una vida útil de unos cuantos días, tras lo cual son desechados en algún punto por el consumidor final.
En contraste, la Economía Circular promete cambios profundos en todos los ámbitos, al promover modificaciones a los esquemas de producción en los que, a través de la innovación, sea posible integrar la sustentabilidad, evitando una incesante necesidad de recursos naturales no renovables.
Redefinir y pensar productos que puedan reutilizarse o reintegrarse después de cumplir su primer ciclo de vida representa que, a nivel global y local, los plásticos de uso industrial como los polietilenos de alta densidad permanezcan durante más tiempo en los ciclos de producción. Como resultado, se reducen los costos y el impacto en el bolsillo de los clientes.
Si bien siguen produciéndose y utilizándose plásticos de un solo uso, en México, grandes empresas han enfocado sus esfuerzos en demostrar que ciertos tipos de plástico pueden convertirse en ejemplo de Economía Circular y han resultado todo un éxito al reaprovechar las materias primas recuperadas para fabricar nuevos productos.
Tal es el caso del reciclaje industrial para productos garantizados de por vida para los hogares, como los tinacos, que actualmente se pueden fabricar con más de 70 % de materiales ya utilizados, eliminando la necesidad de extraer petróleo para transformarlo en polietileno.
Actualmente, se ha identificado que al procesar los productos, desperdicios, recortes, rebabas y aquellas piezas que los usuarios han desechado es posible obtener de nuevo los materiales base de primera calidad necesarios para darles la misma resistencia que los productos requieren y que, de esta manera, puedan generar un producto nuevo.
Una de las estrategias a implementar por estas empresas es reducir al mínimo aquellos residuos que terminan en tiraderos de basura, campos abiertos o mantos acuíferos al redireccionarlos a procesos de triturado y extrusión, en donde el plástico se inyecta de las vitaminas necesarias para regenerarse, como aditivos o antioxidantes.
El beneficio a corto plazo es económico, pues a través del uso de materiales recuperados se multiplica la utilidad del polietileno, obteniendo a cambio productos que no comprometen su utilidad y desempeño.
A largo plazo, a través de la Economía Circular, es posible también que los procesos industriales únicamente utilicen materiales biodegradables en la fabricación, con la finalidad de que éstos puedan retornar a la naturaleza sin provocar un impacto ambiental importante. Para aquellos aditamentos que por su origen no contengan estos materiales, se buscará reincorporarlos a los ciclos de producción, para formar parte de nuevas piezas.
Estos esfuerzos deberán estar acompañados de actividades de recolección y logística inversa, con el fin de aumentar las tasas de reintegración de materiales. Igualmente, estas iniciativas deben crear conciencia entre las empresas de plástico sobre la rentabilidad de implementar prácticas de reutilización, comparado con los procesos de creación de productos desde cero, provocando, en consecuencia, que los procesos de producción reduzcan costos al eliminar maquinaria para extracción y transformación de la materia prima.
Además, a partir de la recuperación de materiales base, estas industrias no volverán a experimentar su escasez y podrán seguir con la confianza de ofrecer a los consumidores productos de la más alta calidad.
Con políticas que obliguen a las empresas a reciclar es posible apoyar, además, a la generación de empleos en las plantas captadoras para separar residuos. En países como España la gestión de desechos ha generado ya miles de nuevas opciones laborales.
A futuro, se espera también convertir esta práctica en una de las herramientas más relevantes para combatir el cambio climático y reducir el impacto ambiental que provocan las industrias. La innovación con sentido en Economía Circular permite establecer organizaciones industriales sostenibles, a través de gestiones óptimas de stock de materia prima, complementados con el uso de energías renovables en los edificios empresariales y plantas.
Otro de los beneficios es contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como el 6, que corresponde al acceso a agua limpia y saneamiento. De igual manera, a través del desarrollo de infraestructura, será posible cumplir con el ODS 9, que promueve la industrialización inclusiva, en donde la investigación y la capacidad tecnológica puedan garantizar una vida sana y el bienestar para la sociedad, objetivo que se contempla, además, en los ODS 3, 4 y 5.
Asimismo, se espera que este tipo de prácticas, en coordinación con organizaciones no gubernamentales (ONG) y administraciones públicas, pueda convertirse en alternativas importantes para combatir el rezago social en zonas rurales y urbanas, a través del impulso a la creación de más empresas sustentables.
Sin duda, la innovación es el medio para que las empresas tengan un impacto real positivo en la sociedad, permitiendo garantizar una mejor calidad de vida, sin la necesidad de agotar los recursos que la naturaleza brinda.