Las condiciones de sequía que vivió el norte del país en 2024 deben alertarnos sobre la urgencia de atender este sector y reflexionar sobre nuestro estilo de vida, advirtió Roberto Constantino Toto, investigador del Departamento de Producción Económica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). 

Una de las mayores crisis que enfrenta nuestra generación –entre muchos de los problemas públicos que aquejan a una sociedad como la mexicana– es la del agua en el contexto del cambio ambiental global, dijo en entrevista con motivo del Día Mundial del Agua, fecha establecida el 22 de marzo por la Asamblea General de Naciones Unidas para generar conciencia acerca de la importancia de cuidar el vital líquido.

El académico de la Unidad Xochimilco expresó que en México durante mucho tiempo se dejó de invertir en el mantenimiento y la ampliación de la infraestructura necesaria para permitir “que efectivamente la gente tuviera acceso a los servicios públicos y así facilitar su derecho humano a este recurso”. 

El economista ambiental advirtió que la sequía en el noroeste del país, conocida a través de los medios por el caso de Monterrey y su Zona Metropolitana, demuestra que enfrentar la falta de agua por oscilaciones hidrometeorológicas, climatológicas o por falta de la infraestructura para la distribución, “genera condiciones muy costosas para el país”.

Las estimaciones del Banco de México apenas terminada la primera fase de aquella sequía señalaban que mientras más profunda y más extendida fuera, mayores serían los costos económicos en términos de las pérdidas que impone a la producción agropecuaria y manufacturera, “pero tampoco podemos olvidar los costos impuestos a la sociedad indirectamente a través de la pérdida de fuentes de empleo”. 

Este asunto no solo tiene que ver con la sed, sino con el sostenimiento de los estilos de vida que “hemos construido a lo largo de los años, y me parece que las circunstancias por las que acabamos de atravesar tienen que situarnos respecto de la urgencia que merece la atención de este sector”. 

Sobre las políticas seguidas en México, como el Plan Nacional Hídrico –que busca reducir las brechas de inequidad y avanzar en la seguridad hídrica–, observó que “es muy difícil la gobernanza de estas problemáticas por decreto, toda vez que la falta en la disponibilidad no solo depende del ciclo meteorológico ni de las condiciones climáticas de las diversas regiones del país, sino que tiene que ver con el mal hábito y una cultura inadecuada en su gestión”. 

En relación con la gestión “dejamos de llevar a cabo las inversiones requeridas para dar mantenimiento a la infraestructura de distribución para los habitantes de las zonas urbanas de la nación y la Ciudad de México en particular”.

Es muy difícil la gobernanza de estas problemáticas por decreto, toda vez que la falta en la disponibilidad no solo depende del ciclo meteorológico ni de las condiciones climáticas de las diversas regiones del país, sino que tiene que ver con el mal hábito y una cultura inadecuada en su gestión. Dejamos de llevar a cabo las inversiones requeridas para dar mantenimiento a la infraestructura de distribución para los habitantes de las zonas urbanas de la nación y la Ciudad de México en particular”

Roberto Constantino Toto, investigador del Departamento de Producción Económica de la UAM

No es extraño ver fugas de agua potable que están asociadas en parte con el envejecimiento de las tuberías, así como a los procesos adicionales que ocurren por la extracción del subsuelo, que dan lugar a los hundimientos diferenciales; por lo tanto, una parte de la problemática tiene que ver con políticas institucionales y con el patrón de aprovechamiento. 

Constantino Toto refirió que a pesar de las intensas campañas de divulgación y difusión sobre la necesidad del cuidado “nos encontramos con que subsiste en zonas urbanas el lavado de las banquetas o de los autos con agua potable, situaciones que deberían ser prácticamente impensables en una circunstancia como la que vivimos en la actualidad”. 

Por tanto, aunque iniciativas como el Plan Nacional Hídrico que propone la administración federal están en la ruta correcta son insuficientes, porque el rescate de cuerpos superficiales como el que se plantea, si bien es necesario, no es el saneamiento de estas cuencas lo que va a permitir la restauración de cuerpos como los de Lerma, Tula y Atoyac. 

Más allá de ello, resulta fundamental atender las causas que ocasionan la contaminación de estas masas superficiales y subterráneas y dejar de transferir los costos de una responsabilidad social a la naturaleza. 

Si se extiende esta situación a la totalidad del territorio, “se nos presenta un panorama en el que en el mejor de los casos podemos esperar una ralentización de las condiciones del deterioro, pero de ninguna manera una solución a las complicaciones que afronta cada región”.

Respecto a las diversas investigaciones que se realizan en esta casa de estudios, dijo que la institución ha hecho una labor muy honrosa en favor de la sociedad, dado que intenta resolver, colaborar y coadyuvar a la resolución de los grandes problemas nacionales. 

“Los inherentes al agua tienen que ver no solo con la ciencia y la tecnología sino con la naturaleza, con la preservación de los ecosistemas, y también con otro tipo de situaciones, como la desigualdad por la que atraviesa nuestra sociedad y una de cuyas manifestaciones es la falta de acceso del vital líquido entre ciertos sectores de la población del país”.

Fuente: UAM

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