APLOMEX
Por Carlos Ayala
El oficio de plomero, en sus fundamentos, es tan antiguo como la propia civilización. Este oficio ha pasado de tallar canales en las piedras hasta experimentar con la cerámica, así como unir el hierro con el plomo y el cobre, llegando a la actual era moderna de los plásticos.
No sé si durante estos ancestrales procesos de cambio, los viejos artesanos considerados como plomeros primigenios hayan desarrollado sus habilidades y su adaptación a los nuevos materiales basándose en su natural ímpetu de ingenio y creatividad, o sólo haya sido el simple proceso de aceptación con el clásico “es lo que hay, y con eso tienes resolver”.
Pero de que la labor tuvo que ir evolucionando de la mano con los materiales lo hizo, permitiendo un avance técnico y tecnológico que al día de hoy nos ahorra grandes cantidades de esfuerzo y tiempo.
Para tratar de ilustrar este proceso de asimilación entre tecnologías, en esta ocasión me voy a centrar en realizar un ejercicio comparativo entre un par de técnicas de unión para un material que comenzó a utilizarse desde hace 4 mil 500 años y cuyos primeros vestigios se remontan a un palacio llamado Knosos, ubicado en la lejana isla mediterránea de Creta.
En mi opinión, no hay mejor fundamento para la toma de decisiones en la selección de un material que ponerlo en la balanza de una comparativo práctica.
Este primer material es muy dóctil, se encuentra en estado puro en la naturaleza y, además de tener propiedades de conducción térmica y antibacteriales, es el preferido por los plomeros de cada rincón del mundo. Sí, me refiero al fantástico tubo de cobre.
En general, quienes nos apreciamos de ejercer el noble oficio de la plomería en México nos hicimos con el cobre, a través del aprendizaje del proceso de “unión mediante soldadura capilar”, un complejo y metódico proceso que depende de un corte recto de la tubería, una profunda limpieza de “granallado”, seguida por la fundición de un segundo material aplicado mediante un calor controlado (ya sea por inducción o flama directa) por medio de un fluido decapante, y con el cual se deben tomar precauciones de seguridad para evitar el daño en instalaciones o infraestructura adyacente.
El uso de una tecnología es adaptable a nuestra circunstancia, de acuerdo con el nivel de desarrollo del conocimiento técnico del propio plomero. Si el nuevo material es dado a conocer con todo el apoyo técnico, respaldo y, sobre todo, con una marcada disponibilidad para entrar en la propia dinámica del instalador, no tendrá ningún inconveniente en ser aceptado por este dinámico mercado
Al final, lograremos una junta uniforme que se suelde, llenando un diminuto espacio entre un tubo y la campana de una conexión, con un tiempo posterior de espera a fin de perder la temperatura ganada, lo cual evitará un posible choque térmico al establecer nuevamente el flujo del agua en la instalación.
Para la elaboración de este detallado proceso de unión de tubería se involucran, primero, la utilización de una técnica muy pulida y experimentada, varias herramientas, diversos consumibles, además de la inevitable y nada breve interrupción del flujo en el sistema, sin dejar de mencionar el necesario control de agentes externos, como las condiciones climáticas, para así llevar a cabo una unión exitosa.
Podemos sintetizar el proceso de forma pragmática: “es un proceso de unión que requiere una buena cantidad de tiempo, esfuerzo y conocimientos”.
En contraste, tenemos la aplicación de otra tecnología con el mismo fin de realizar una uni.n entre tuberías y conexiones de cobre, pero ahora de forma mecánica. Sí, es relativamente nueva, pero no por ello es menos eficaz: hablo de las conexiones prensadas de cobre.
Como lo mencioné, se trata de una unión mecánica que depende de la compresión uniforme de un sello elastomérico en contacto con las paredes lisas de una tubería de cobre, para formar una unión hermética y estanca.
En principio, se realiza con un proceso de corte y limpieza similares a la soldadura, pero a partir de ah. el proceso se simplifica con la utilización de una herramienta prensadora de un sólo paso, ya sea eléctrica o manual, con la capacidad (y con los debidos aditamentos) para realizar la compresión en cualquier posición y espacio, sin dañar por efectos del calor del fuego instalaciones adyacentes, y que incluso puede realizar la unión sin la interrupción parcial o total del flujo de agua de la instalación.
En contra de utilizar esta segunda técnica de sellado, se puede argumentar lo siguiente: la dependencia de una herramienta especializada y falta de disponibilidad en el material.
Pero su servidor no cree que esta situación no se haya dado en múltiples situaciones en la historia de los materiales de la plomería. Como comenté al principio, creo que la tecnología del prensado será indispensable para nuestro contexto mexicano, siendo ampliamente utilizada en servicios a instalaciones donde la disponibilidad del servicio es crítica por un par de razones: rapidez y seguridad en el proceso.
A partir de esta breve comparativa, podemos concluir que el uso de una tecnología es adaptable a nuestra circunstancia, de acuerdo con el nivel de desarrollo del conocimiento técnico del propio plomero. Si el nuevo material es dado a conocer con todo el apoyo técnico, respaldo y, sobre todo, con una marcada disponibilidad para entrar en la propia dinámica del instalador, no tendrá ningún inconveniente en ser aceptado por este dinámico mercado.
Estas opiniones y debates son compartidos por los compañeros y las compañeras miembros de la Unión Nacional de Instaladores Hidrosanitarios-APLOMEX, y las compaginamos con conocimientos teóricos para aportar junto con las marcas de la industria en el arduo proceso de profesionalización de la plomería en México.
Carlos Ayala
Carlos Ayala es Presidente de la Unión Nacional de Instaladores Hidrosanitarios, A.C. (UNIHAC), también conocida como Aplomex, organización enfocada en la reivindicación de la profesión de la plomería, en la promoción de las buenas prácticas y en la capacitación de alto nivel para sus asociados.
Contacto: [email protected]