
Con una superficie de casi 160 hectáreas y una inversión cercana a los 12 mmdp, esta planta procesa 60% del caudal de aguas crudas que se genera en la Zona Metropolitana del Valle de México
Por Ángeles Mendieta Alonso
Según algunos pronósticos, estamos a un decenio de rebasar en 40 % la demanda de recursos hídricos disponibles. En la Ciudad de México y municipios conurbados, por ejemplo, la demanda de agua es 138.7 % mayor que la capacidad de las fuentes de recarga, por lo que es primordial cambiar nuestro enfoque de las aguas residuales y, en este contexto de escasez, comenzar a valorarlas como una fuente alterna de abastecimiento, y no como un desecho.
Si bien el tratamiento de aguas residuales es de alta importancia para preservar la salud pública y evitar la contaminación de cuerpos de agua, al devolverla al medio ambiente en condiciones adecuadas, hasta hace un par de años el agua residual generada en el Valle de México se descargaba a diferentes cuerpos de agua sin tratamiento previo, como a los ríos El Salto y Tula, o al Valle del Mezquital, donde se destinaban al riego agrícola. Esta práctica contaminaba las aguas subterráneas, superficiales, el suelo con grasas y aceites, además de que representaba un alto riesgo para la salud de la población.
Para atender esta problemática, en 2018 entró en operación la Planta de Tratamiento Atotonilco, que ocupa una superficie de aproximadamente 158 hectáreas en el municipio de Atotonilco de Tula, en el estado de Hidalgo. Con un costo de inversión de 11 mil 901 millones de pesos y un periodo de inversión, acciones y trabajos que iniciaron en diciembre de 2012 y concluyeron en mayo de 2018, es la planta más grande en su tipo en Latinoamérica y la tercera en el mundo construida en una sola etapa.
Los recursos para financiar la PTAR Atotonilco se integraron de la siguiente manera: 49% por el Fondo Nacional de Infraestructura; 20% de Capital de Riesgo y 31% de crédito bancario otorgado por BANOBRAS a Aguas Tratadas del Valle de México (ATVM). Este último, consorcio que diseñó, construyó y al que se concesionó la prestación de servicios de la Planta por un periodo de 22 años.
El 60% del caudal de aguas crudas que se generan en la Zona Metropolitana del Valle de México, así como las aguas pluviales, son conducidos a la PTAR Atotonilco a través del Túnel del Emisor Central, principal drenaje de la Ciudad de México. Ya en la PTAR se les aplica un tratamiento secundario con desinfección por medio de gas cloro, para posteriormente ser vertidas al Valle del Mezquital, y que puedan ser usadas de forma segura en el riego de unas 80 mil hectáreas.

La PTAR Atotonilco cuenta con una capacitad instalada para tratar 23 metros cúbicos por segundo, más 12 metros cúbicos por segundo adicionales en temporada de lluvias, y para asegurar que siempre reciba el gasto de agua para el cual fue diseñada, una vez que el Túnel Emisor Oriente (TEO) entre en operaciones, también conducirá las aguas residuales a la Planta.
Desde su diseño, se conceptualizó como un proyecto de Mecanismo de Desarrollo Limpio y autosustentable en la mayoría de sus procesos: cuenta con un Tren de Procesos Convencionales y un Tren de Proceso Químico, consistente en un tratamiento primario con adición de químicos y filtros de tela. Los lodos producidos son tratados con espesamiento, digestión anaerobia y desaguado con centrífugas. Estos lodos son depositados en un monorrelleno dentro del mismo predio que ocupa la PTAR, aprovechando el gas metano generado durante el tratamiento de lodos para producir aproximadamente 60 % de la energía eléctrica que requiere la PTAR, mientras que el calor residual de los motores es utilizado para calentar los digestores.
Una vez que el agua residual cumple con todos los requisitos establecidos durante el proceso de tratamiento, es vertida al Canal Salto Tlamaco y al Río El Salto, devolviéndose al medio ambiente y pudiéndose emplear de manera sostenible y segura en el riego agrícola.
Como en anteriores ocasiones se ha mencionado, es cada vez más limitada la cantidad de agua dulce, por lo que el agua residual representa un importante potencial para sustituir el agua potable que se emplea en el riego agrícola o en la industria o entre otras actividades que no exigen la calidad del agua para consumo humano.
Además de generar ahorros por este intercambio y contrarrestar la presión sobre los recursos hídricos superficiales y subterráneos, el tratamiento de agua es una medida de adaptación al cambio climático y para mitigar la contaminación por descarga de caudales de agua residual municipal y agua residual, proveniente de actividades industriales, agrícolas, mineras y pecuarias, entre otras, sin previo tratamiento a toda clase de cuerpos de agua.
Para el Valle de México, la Planta de Tratamiento de Atotonilco es un medio indispensable para recuperar el balance hídrico de sus acuíferos, para suministrar agua de riego a más de 80 mil hectáreas en el Valle de Tula y para restaurar la calidad del acuífero del Valle del Mezquital que, eventualmente, podría ser aprovechada para suministrar agua al Valle de México y a la ciudad de Pachuca.

Ángeles Mendieta Alonso
María de los Ángeles Mendieta Alonso es Maestra en Finanzas por la UNAM, durante su trayectoria en la Administración Pública ha contribuido en planeación de proyectos y programas de inversión, calidad y la reingeniería de procesos. Actualmente es Directora de Gestión de Cartera de Proyectos en la Conagua.
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