A través de la arquitectura, Natalia Piñeyro ofrece su visión de bienestar para mujeres; por su parte, Ana Laura Muñoz se alista para difundir buenas prácticas en equidad laboral y no discriminación en la industria minera
Por Dulce Negrete
Ya casi cruzamos hacia el último trimestre del año. Ha comenzado la temporada de lluvias en varias partes del país. En algunas revienta el cielo, en otras apenas si cae, ligerita, vaporosa.
Yo estoy sentada, cubierta de pies a cabeza. Me conecto y saludo desde la capital de la república a Natalia Piñeyro, arquitecta egresada de la Autónoma de Nuevo León, maestra en Diseño y Conservación de la Energía por la Universidad de Arizona, quien me devuelve el gesto con voz suave, cálida como la mañana en su natal Monterrey.
Natalia habla conmigo de su trabajo como arquitecta desde hace 17 años en el ramo de la construcción sustentable, de la eficiencia energética. Para ella, este concepto, más que un estilo de arquitectura, implica mejores prácticas durante todo el proceso de planificación, diseño, construcción y operación de una obra; busca reducir el impacto en el ambiente, en el consumo de recursos y en la pérdida de biodiversidad. De esta manera, la eficiencia energética en edificios permite que se eleve el bienestar de sus ocupantes y el medio ambiente durante todo el ciclo de vida de éste.
Piñeyro relata la distinción que se hace entre los diseños con más o menos recursos. Señala que a las personas con menor capacidad económica las suelen marginar, quizá deliberadamente, las empresas inversionistas y las autoridades gubernamentales de la demarcación en la que se asientan los proyectos. “¡¿Cómo es posible que no estemos dando espacios dignos que mejoren la calidad de vida de las personas, sobre todo si pertenecen a un grupo vulnerable?!”, cuestiona Natalia.
El desafío de permear en el trabajo y la construcción
ONU-Hábitat estima que 38.4% de las población en México habita una vivienda inadecuada, sea porque está en condiciones de hacinamiento o hecha con materiales inconvenientes, o de baja calidad, o que carece de servicios de saneamiento, agua o electricidad. Esta situación impacta a las mujeres en el acceso a la vivienda y a su financiamiento.
En 2015, el Inegi reportó que 35% de las casas escrituradas están a nombre de una mujer; mientras que en 2020 el Infonavit reveló que sólo el 34% de los créditos fueron otorgados a mujeres. Lo anterior expone que hay un grueso de mujeres laborando en el sector informal, o que, aun estando en el sector formal, sus percepciones salariales son menores, lo cual dificulta la adquisición de vivienda. En este sentido, el Inegi señala que, en 2021, de los 21.8 millones de mujeres dentro de la Población Económicamente Activa (PEA), el 56% realizaba alguna ocupación informal, mientras el 44% (es decir, 10 millones) desarrollaba una ocupación formal.
Piñeyro ha participado en la certificación de más de 15 proyectos LEED en las áreas de comisionamiento, modelado energético y consultoría sustentable. Se ha enfocado en el diseño y conservación de la energía a través de la utilización de recursos reciclables y renovables en la construcción, en la operación y prevención de residuos y emisiones; selección de insumos y materiales derivados de procesos de extracción o producción limpia, que abarcaron análisis bioclimático, uso de materiales ecológicos y térmicos, electrificación solar, calentamiento de agua, racionalización de su uso, disminución de emisiones de CO2, y mitigación del impacto ambiental en el ecosistema.
La también acreditada como Autoridad de Comisionamiento por la Universidad de Wisconsin y como profesional LEED BD+C y O+M por el GBCI reconoce que tiene más por hacer.
“Me encantaría que varios de los esfuerzos en sustentabilidad y eficacia energética que tienen los sistemas de certificación permeen en pequeños comercios y viviendas de interés social. Especialmente, para contribuir con aquellas mujeres cabezas de familia, y así reducir la brecha en cuanto al acceso a este derecho”.
Entonces le preguntó, ¿si hay una inequidad entre mujeres y hombres en el trabajo? Natalia responde que depende del sector y de la empresa donde uno se desenvuelve.
“Las realidades que vive cada mujer en su centro de trabajo están vinculadas a su entorno, a la infraestructura económica, política, social y cultural que la rodea; a su preparación, no sólo académica sino mental y emocional ante los problemas que se le presentan. En mi caso, no es igual estar en sustentabilidad que en ingeniería. No obstante, el trabajo que yo realizo se vincula a muchas mujeres con muchas realidades, razón suficiente para seguirme capacitando, para no caer en el confort, para seguir haciendo”.
El trabajo que yo realizo se vincula a muchas mujeres con muchas realidades, razón suficiente para seguirme capacitando, para no caer en el confort, para seguir haciendo”
Natalia Piñeyro, Directora de Taller Energía
De acuerdo con Ariana Gómez, CEO de Technology for Impact, el 57% de los puestos directivos a nivel global dedicados a sustentabilidad son ocupados por mujeres.
En sustentabilidad, subraya Natalia, “todos aprendemos de las dificultades para ser mejores. Laboramos en ambientes competitivos donde te presionas por el profit. Si bien creo que las empresas se esfuerzan para que ellas y ellos tengan piso parejo respecto a la equidad de género en el trabajo, nosotras tenemos que mejorar nuestras habilidades blandas, no solo las duras para ganar espacios. A la par, los hombres deben aliarse siendo empáticos, pacientes, receptivos”.
Mujeres en la lucha por la equidad en la minería
A nivel global, la minería es vital en el desarrollo económico. Consiste en la extracción de minerales y otros recursos naturales del suelo o de la roca. Puede incluir la extracción de metales preciosos, como el oro y la plata, minerales industriales, como el hierro y el cobre, así como recursos energéticos, como el petróleo y el gas natural.
En México es uno de los principales motores debido a la generaciónde empleos, divisas e inversiones.
Según la Cámara Minera de México (Camimex), 3 millones de mexicanos participa de manera directa e indirecta en la minería.
En 2022, esta actividad abasteció a 70 sectores productivos en la cadena de valor de diferentes industrias, y en el mismo año, el minero-metalúrgico representó 8.63% del PIB industrial, mientras que el sector minero-metalúrgico representó 2.46% del PIB nacional.
La ingeniera Ana Laura Muñoz nos comparte con bombo y platillo su reciente nombramiento como Directora General al frente de Mujeres WIM de México, una organización sin fines de lucro centrada en la equidad de género dentro del sector minero, el cual reportó al cierre del 2022 que trabajan 72 mil 880 mujeres, es decir, 9.2% más que el año anterior.
Ana Laura Muñoz es ingeniera industrial y de sistemas por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey (ITESM). Destaca su colaboración en áreas de producción en la industria de vidrio y acero, mantenimiento de bandas transportadoras y recubrimientos. En 2018 comenzó las operaciones de su empresa RAMA Mantenimiento Industrial Total.
Es de tarde, los rayos del sol cruzan las ventanas de mi habitación. Laura está lista del otro lado de la pantalla puntual ante la cita. Me confiesa que está emocionada por estar en el estrado para lograr que las empresas en el sector garanticen la igualdad de trato y oportunidades en los rubros salarial, de toma de decisiones y promoción o ascenso para las mujeres. Asimismo, aplaude el trabajo de sus antecesoras para allanar un cambio cultural y laboral para crear ambientes libres de violencia y discriminación.
“Aún tenemos retos para incrementar la presencia de la mujer en la minería. No deseo que se quede sólo en palabras, sino que se trasformen en acción, que hagan de la minería un sector más equitativo. Cuando eres minera, a veces tienes que estar lejos de los asentamientos poblacionales, lejos de tu familia. Es una actividad solitaria, implica esfuerzo físico, mental, un amplio compromiso”, apunta.
Reflexiva ante la respuesta de Muñoz, le pregunto cuáles son las solicitudes que hacen las mujeres mineras. Ella responde que para algunas mujeres tener un sitio acondicionado donde amamantar a sus hijos, donde verlos crecer, donde convivir con ellos no tiene comparación; para otras, aspirar a un puesto con mejores prestaciones, o que al terminar su jornada puedan caminar tranquilamente hacia el campamento.
“De las 74 mil mujeres que colaboran en la industria minera, 10 por ciento ocupa puestos directivos y 14 por ciento está en áreas gerenciales. En general, las mujeres no quieren un trato especial, solo piden un trato digno ante las condiciones y etapas de la vida en las que se encuentran a lo largo de su carrera profesional”, manifiesta Muñoz, quien también cuenta con un diplomado en Desarrollo Gerencial por el ITAM, uno en Administración de Proyectos por el ITESM y uno en Alta Dirección D-1 por el IPADE.
En general, las mujeres no quieren un trato especial, solo piden un trato digno ante las condiciones y etapas de la vida en las que se encuentran a lo largo de su carrera profesional”
Ana Laura Muñoz, Directora General de Mujeres WIM de México
Actualmente; Mujeres WIM de México tiene más de 600 socios y socias, y 11 Centros de trabajo de empresas mineras y proveedoras del sector están participando para la obtención del Sello WIM, distintivo creado para reconocer a las empresas con una visión incluyente y que busca difundir las buenas prácticas en igualdad laboral y no discriminación por género.
En días distintos, climas y horarios diferentes, concluyen las entrevistas. Ambas, la arquitecta Natalia Piñeyro y la ingeniera Ana Laura Muñoz coinciden en que no debemos esperar 100 años. Desde nuestro margen de maniobra también podemos desarrollar iniciativas para incentivar la equidad entre hombres y mujeres en nuestros centros de trabajo. Sólo debemos organizarnos y acercarnos a instituciones o a otras personas que tengan el mismo interés por compartir el trabajo de quienes nos preceden.