La transición energética es un proceso económico, no social, cuyos principales beneficiarios siguen siendo las grandes empresas que ahora se quieren hacer “visibles como supuestas transformadoras”, sin importar los impactos al hábitat, aseguró la doctora Aleida Azamar Alonso, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Incluso los minerales críticos se han convertido en un arma, debido a esta súper concentración, y son utilizados para librar batallas mercantiles y de hegemonía tecnológica por China, Estados Unidos y Rusia, sostuvo la coordinadora de la Maestría en Sociedades Sustentables de la Unidad Xochimilco.
Al Participar en el Conversatorio internacional sobre minerales críticos para la transición energética, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que el precio de estos materiales varía de acuerdo con intereses puramente financieros de especulación, sin considerar las complicaciones del entorno que se supone que pretenden resolver con esa transformación.
“Los beneficios de algunas de estas sustancias inorgánicas son menores que todos los costos socioambientales ocasionados en los procesos para extraerlos. Entonces cabe preguntar si realmente son tan útiles para ponerlos por encima del bienestar común o si hay forma de caminar hacia un cambio más integral que considere la energía, pero también los alimentos y la prosperidad social y territorial”, dijo.
Algunos de esos sólidos naturales están en el pico de la extracción, “por lo cual ya no vamos a poder aumentar su capacidad en el largo plazo, asunto grave del que no se habla mucho; pero en no más de 100 años vamos a notar que hacen falta para poder fabricar procesadores, alimentos, vivienda y vehículos, entre otros productos”.
Algunos de esos sólidos naturales están en el pico de la extracción, por lo cual ya no vamos a poder aumentar su capacidad en el largo plazo, asunto grave del que no se habla mucho; pero en no más de 100 años vamos a notar que hacen falta para poder fabricar procesadores, alimentos, vivienda y vehículos, entre otros productos”
Dra. Aleida Azamar Alonso, profesora de la UAM
Así, se habrá perdido la capacidad en el camino de desarrollo tecnológico debido a la dependencia de estos elementos, que ha crecido en los últimos años “y que lentamente se ha convertido en la cuerda que sostiene la espada de Damocles, que pende sobre nuestra civilización y que vamos a ir advirtiendo cada vez más rápido”.
Lo anterior no significa “que deberíamos quedarnos tomando petróleo, pues hay otros caminos para hacer una transición energética mundial y no un proceso económico que busque establecer una dinámica productiva que permita tener una retórica política que condena a quien no se apega a esta alternativa y limita el uso de soluciones energéticas limpias”, apuntó la especialista.
La también académica del Departamento de Producción Económica advirtió que se trata de “algo que pareciera sencillo, pero que resulta costoso a nivel social y productivo, al requerir imponer regulaciones a las grandes empresas, a los poderosos y a los políticos para modificar este viejo modelo productivo individual hacia uno colectivo”.
Tampoco quiere decir que todo está mal, pero la forma como se ha aplicado en paneles solares y parques eólicos –que son una opción adecuada– no está orientada hacia el beneficio de la población, sino de la industria. En Oaxaca prácticamente trabajan para Gamesa, Iberdrola y Bimbo, con lo cual se privatizan espacios y minerales para que sólo unos pocos puedan aprovecharlos.
Lo ideal es crear escenarios de autocontención, en vez de exigirle todo a la naturaleza, como diseñar mejores ciudades basadas en capacidad de cargas locales con materiales de bajo impacto que no estén dirigidas a la creación de servicios y corporativos.
En esta transición se está sacrificando agua y recursos, razón por la que es preciso tomar en cuenta alternativas –originarias, periurbanas y rurales– para dejar de utilizar minerales críticos y caminar hacia otros rumbos de dinámicas sociales y económicas integrales y colectivas.
Tal es el caso de habitantes en la Unidad habitacional Acapatzingo, en la alcaldía Iztapalapa, con un dilema energético y social; de la Sociedad Cooperativa Tosepan Titataniske, organización comunitaria campesina y oriunda en la Sierra Norte de Puebla, dedicada a la producción cafetalera, miel, productos herbolarios y a los servicios turísticos, o la iniciativa de mujeres nahuas Masehual Siuamej (Mujeres indígenas que se apoyan)”.