A medida que la Revolución Industrial transformaba las ciudades mercantiles americanas del siglo XIX, el riesgo de incendios urbanos aumentaba considerablemente, lo cual provocaba que las tarifas de los seguros para los negocios del centro se dispararan.
Un hombre de Connecticut llamado Henry S. Parmelee estaba decidido a encontrar una forma de reducir permanentemente las primas de seguro contra incendios de la empresa Mathusek Piano Works, con sede en New Haven, de la que él era presidente.
Pasó dos años diseñando un sistema de extinción de incendios basado en una red de tuberías de agua instaladas en el techo y que fueran utilizables en toda su fábrica. Por eso se le considera el inventor del primer aspersor automático, ya que desarrolló una carcasa perforada cubierta por una tapa de latón soldada a una base pesada. La soldadura se derretía a 160 °F, y la presión del agua obligaba a cerrar la tapa para permitir que fluyera.
De esta manera, Mathusek Piano Works (que hoy continúa como Baldwin Piano Company), se considera el primer edificio de Estados Unidos equipado con un sistema de extinción de incendios. Fue instalado por M. Seward & Son, de New Haven, basado en el diseño patentado por Henry S. Parmelee en 1874.
En 1878, Henry mejoró las características de distribución del rociador mediante la instalación de una pequeña turbina giratoria, concedió la licencia de la patente y las mejoras en régimen de regalías en 1879 a la Providence Steam and Gas Pipe.
El sistema de aspersores de Parmelee tuvo un éxito increíble. No sólo le permitió obtener las primas de seguro más bajas que deseaba, además se instalaron más de 200 mil sistemas de rociadores al estilo de Parmelee en fábricas de toda Nueva Inglaterra en los primeros ocho años después de obtener su patente.
En la actualidad, gracias a Henry Parmelee, los sistemas automáticos de extinción de incendios son obligatorios en las nuevas construcciones comerciales en los países del norte de América, y comienzan a ser tomados en cuenta en los mercados de los países latinoamericanos.
¿Quién diría que, al final, la búsqueda de un hombre para ahorrar dinero acabó protegiendo cientos de propiedades, así como impulsando la creación, homologación y establecimiento de estándares y códigos de seguridad en construcciones contra incendios que actualmente alimentan una industria alrededor del mundo?