La doctora Flor Yunuén García Becerra, investigadora del Departamento de Procesos y Tecnologías de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), desarrolla un mecanismo hidroeléctrico acoplado al sistema de cosecha de agua de lluvia para aprovechar la energía potencial del fluido cuando transita hacia su almacenamiento, lo que permitiría producir electricidad.
Las megatendencias globales detonadas por el cambio climático y la urbanización acelerada, entre otros fenómenos, exigen ciudades resilientes y con un desarrollo sustentable, ante lo cual –con apoyo de la Casa abierta al tiempo– en una startup denominada Parakata impulsa las iniciativas EOS y Blue Drinks CDMX, que promueven un esquema transdisciplinar que aporte a ecoemprendedores opciones para abordar desafíos mundiales a niveles locales, en el primer caso, y fomentar lazos de ecoemprendimiento, en el segundo, informó en entrevista.
Con base en las posibilidades de acoplamiento de las tecnologías de gestión en sitio, la profesora de la Unidad Cuajimalpa –con una Cátedra del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología– indaga en la capacidad de un sistema hidroeléctrico que utilice el flujo y la cabeza hidráulica de agua de lluvia cosechada para que, mediante microturbinas, se genere energía eléctrica.
Tal acoplamiento de procesos ha sido explorado en sectores del comercio y la industria para aumentar entre cinco y diez por ciento la eficiencia energética de edificios; por ejemplo, en una refinería, a partir del petróleo como insumo pueden obtenerse múltiples productos y “con esta idea diseñamos la propuesta de un generador ajustado al sistema de cosecha de agua de lluvia, ya que es viable aprovechar la energía potencial del fluido cuando pasa del techo a su almacenamiento” empleando microturbinas.
Desde la ingeniería es factible contar con esquemas ecotecnológicos funcionales, además de que, “si cosechamos el contenido pluvial, ayudaríamos a que no haya inundaciones” y a la reutilización del recurso acopiado, considerando que la Ciudad de México tiene esa posibilidad durante cinco o seis meses al año, pese a todo el daño provocado a los ecosistemas naturales que alberga, pues “se estima que cae lluvia suficiente para satisfacer las necesidades per cápita de uso doméstico”.
Esto aún es un reto, porque la aplicación de tecnologías disruptivas requiere una transformación sociotécnica en cuanto al uso del recurso y fue así como “nos enfocamos en el emprendimiento, porque si suscitamos compañías que fortalezcan un ecosistema técnico será más fácil que los ciudadanos opten por articular ecotecnias como la cosecha, que brinda soluciones holísticas para enfrentar las problemáticas urbanas”, un objetivo del proyecto Nodo Binacional de Innovación Energética (NOBI) encabezado por el Instituto Mexicano del Petróleo y que cuenta con la participación de la UAM y las universidades Nacional Autónoma de México y Panamericana.
Para detonar emprendimientos desde la ciencia y la ingeniería, NOBI lleva a cabo el programa ICORPS de fomento al emprendimiento con el respaldo de la National Science Foundation, por Estados Unidos, y de Conacyt, por México, y el cual incluye este proyecto de producción de energía adaptada a la captación de agua de lluvia.
Un requisito para participar en ICORPS es que el equipo incluya un académico principal, un líder emprendedor y un mentor de negocios, con lo cual “recibimos ciertas herramientas y metodologías teóricas del emprendimiento esbelto lean startup y de modelos de negocio, lo que nos ayudó a entender cómo aportar valor al mercado a partir del trabajo de indagación”.
En el desarrollo del estudio de mercado Generación de energía hidroeléctrica a partir de captación de agua de lluvia en el contexto del nexo agua-alimentación-energía “seguimos la técnica ‘salir del edificio’ para validar o invalidar las hipótesis de negocio mediante cien entrevistas” a personas relacionadas con cosecha del recurso, energía, sustentabilidad y resiliencia.
El propósito fue “calibrar si lo que proponemos es requerido por alguien, cuál es el valor que percibe, si lo pagaría y cómo comercializarlo, entre otros conceptos”, y a partir de este acercamiento con la gente “nos dimos cuenta de que la mayoría es sensible al tema de recolectar el agua de lluvia” bajo el precepto de resiliencia, pero el punto es que el usuario será quien pague, mantenga y opere el modelo, “pasando de ser un beneficiario que se conecta al Sistema de Aguas de la Ciudad de México, a responsable del funcionamiento de ese procedimiento”.
“Con la metodología ‘salir del edificio’ comprobamos que el sistema generador de energía acoplado al transporte del fluido en subsectores comerciales e industriales es una opción de solución”, aunque “queda coja y no será suficiente un emprendimiento alrededor de ella, porque su aporte de valor es muy marginal”.
Por esta razón “no alimentará un emprendimiento ni una empresa, sino se adaptará a otras vías para detonar una gestión y el desarrollo sustentable o resiliente”, ya que este tipo de tecnologías alternativas poseen la capacidad de engranarse y de esa manera crear “paquetes de soluciones más completas”, puntualizó la docente.
Con “nuestra iniciativa estamos pivoteando” hacia el proyecto EOS para dar cuerpo a un esquema de emprendimiento colaborativo y lograr medidas holísticas, mientras que “con el estudio en ICORPS nos dimos cuenta que está muy fragmentado el segmento de gente interesada en la sustentabilidad y las tecnologías resilientes”, a pesar de que “en México hay un trabajo sustancial de innovación, técnico, económico y de políticas públicas, así como personas con talento e ideas interesantes. Sin embargo faltan los marcos para gestionar esos planteamientos en forma más eficiente”.
Con esta visión integral, “nuestro equipo Parakata busca fortalecer el ecosistema emprendedor” mediante Blue Drinks y EOS. El primero con un foro para interconectar y dar voz a una red ecoemprendedora que comprende actividades bimestrales de socialización, difusión y talleres colaborativos; el segundo tiene como fin comprender a fondo las necesidades de los ecoemprendedores y gestar esquemas transdisciplinarios que les permitan generar valor atendiendo las necesidades urbanas del siglo XXI.