Una de las creencias más peculiares que tuvo la Edad Media fue la que se desarrolló en torno a la higiene. Las ideas religiosas de la época interrumpieron el curso natural que llevaba el uso de baños públicos, ya que los concebían como lugares “del pecado”, propensos a fomentar la promiscuidad, pues hombres y mujeres de todas las edades compartían las instalaciones.
De hecho, diversos manuscritos medievales señalan que en estos sitios se llevaban a cabo prácticas más a cercanas a las de un burdel. En 1347, la propagación de la peste negra motivó al rey Felipe VI de Francia a solicitar a la Universidad de París que investigara la causa. Se determinó que ducharse abría los poros, lo que hacía más susceptible al organismo a contraer gérmenes durante el baño, razón por la que diversos baños públicos cerraron.
(En la Época Clásica, griegos y romanos ya habían desarrollado un sinfín de opciones para la limpieza del cuerpo, desde cuartos privados, generalmente de personas adineradas, hasta grandes edificaciones que ofrecían servicios de agua caliente, fría, masajes, saunas, o bien al aire libre. En Babilonia, Egipto y la India se han hallado registros de sistemas similares que datan de hace 5 mil años; con el dato curioso del hallazgo de lo que sería la primera ducha –un cuenco con orificios– hallado en la ciudad egipcia de Akhetatón hacia el año 1350 a. C.)
Al inglés William Feetham se debe la primer patente de un sistema de ducha moderno. Aunque Feetham recibió en 1767 la patente de su invento, las autoridades inglesas no le permitieron instalarlo por considerarlo frívolo
El cuarto de baño tuvo que esperar alrededor de dos siglos para recobrar su cauce. Los médicos franceses en el siglos xix harían hincapié en la ducha como método para preservar la salud; de suerte que recetaban “baños de lluvia”. Sin embargo, al inglés William Feetham se debe la primer patente de un sistema de ducha moderno. Aunque Feetham recibió en 1767 la patente de su invento, las autoridades inglesas no le permitieron instalarlo por considerarlo frívolo.
Los prejucios, la recirculación del agua ya usada y el que no hubiera agua caliente retrasarían su proliferación, hasta que en 1870 la clase alta comenzó a incorporarlas en sus casas, gracias a los nuevos modelos, que integraban tuberías y agua caliente, con lo que se logró la sensación de privacidad y confort. A principios del siglo xx, los nuevos diseños arquitectónicos ya incluirían estos espacios.
En la actualidad, una encuesta realizada en 2017 por una compañía de grifería aseguró que México se encuentra entre los países cuya población se ducha con más frecuencia, con 75 %, siguiéndole Colombia y España, con 71 %, además de Australia, Francia y Japón. Brasil ostenta el primer lugar como el país cuyos habitantes se duchan más de una vez al día.