El director General de la empresa mexicana BIECCO, Mario Escárcega, señaló que de acuerdo con estimaciones de la ONU, dos terceras partes de la población mundial no tendrá acceso al agua potable en 2025, si no se toman medidas adecuadas.
El directivo explicó que las consecuencias de esta escasez traerán, además, tres crisis más: humanitaria, económica y política, que probablemente se traducirían en guerras por el líquido: “No falta mucho, solo son ocho años. En diversas partes del mundo ya se están dictando leyes para proteger el agua y establecer prácticas industriales sustentables, es decir, el uso de recursos naturales sin afectar a nadie.”
En diversas partes del mundo ya se están dictando leyes para proteger el agua y establecer prácticas industriales sustentables, es decir, el uso de recursos naturales sin afectar a nadie”
Mario Escárcega, Director General de BIECCO
Agregó que los verdaderos problemas a enfrentar son que los tomadores de decisiones niegan que hay un daño ecológico el cual nos está llevando hacia la escasez de agua; que aunque hay legislación que se está aplicando en diversas partes del mundo orientada a generar espacios de inversión para reciclar el agua, todavía dista mucho de ser una tendencia generalizada y, finalmente, que las autoridades aún no creen que se avecina una crisis. Del mismo modo, resaltó el hecho de que en México no es obligatorio limpiar el agua, además de que no se cuenta con las suficientes plantas tratadoras de agua. “Sólo algunos municipios han tenido la visión de limpiar el agua del principal contaminante: el uso humano, que va a dar a las cañerías”, agrega.
Como una solución alternativa, informó que BIEECO lleva a cabo una intervención en Monterrey para limpiar los lodos de las cañerías y convertirlos en biocombustible, el cual se utilizará en las cementeras de la región, como un acto de voluntad política de autoridades y empresarios.
«Sí se pueden eliminar los rellenos sanitarios donde se confinan estos lodos contaminantes, sí se puede eliminar el uso del coque de carbón de las cementeras que contamina con dióxido de carbono de efecto invernadero. Sí se puede administrar este vital recurso sin maltratar la calidad de vida de las futuras generaciones», estableció.