Todavía hoy se les suele llamar indistintamente plomero o fontanero a quien se dedica a la reparación o instalación de equipos sanitarios, tuberías de gas o agua, entre otros sistemas para el manejo de fluidos. Pero ¿cuál es el término correcto?
Originalmente, en el auge del Imperio Romano, la palabra plumbarius se refería a toda persona dedicada a la compostura de grietas u otras labores de mantenimiento de instalaciones de agua. Sobre todo, plomero era quien trabajaba con tuberías de plomo, material preferido para las tuberías de la época, por su flexibilidad y porque
no alteraba el sabor del agua (resulta interesante el hecho de que el plomo haya sido el material predilecto para los conductos en la época romana, ya que es un material que puede provocar saturnismo –intoxicación por la ingesta de residuos de plomo–, un padecimiento común en aquellos días).
Por su parte, fontanarius denominaba a quien instalaba y daba mantenimiento a las fuentes, que en aquel tiempo eran las tomas de agua de la comunidad. Tanto los collegia fontanariorum (corporación de fontaneros o grupo de fontaneros) como los artifex plumbarius hacían referencia a personas que realizaban labores similares, por lo que no es de extrañar que, con el paso del tiempo, una y otra palabra se convirtieran en casi sinónimos.
Dicho de otro modo, ninguna palabra es más correcta que la otra. Se trata sólo de los usos que las personas de cada región dan al lenguaje, pues mientras el “fontanero” es más común en España, en México se prefiere a los “plomeros”. Cabría preguntarse si hace falta una palabra que defina mejor las funciones que desempeñan fontaneros y plomeros actualmente.
A la luz de estas consideraciones, cabe decir que ni la palabra fontanero ni la palabra plomero designarían en estricto sentido la labor que los profesionales a que hacen referencia realizan hoy en día. Las fuentes han dejado de abastecer agua a la población en general para convertirse en centros paisajísticos de las ciudades, mientras que las tuberías de plomo son cada vez menos utilizadas en las labores de plomería. Dicho de otro modo, ninguna palabra es más correcta que la otra. Se trata sólo de los usos que las personas de cada región dan al lenguaje, pues mientras el “fontanero” es más común en España, en México se prefiere a los “plomeros”. Cabría preguntarse si hace falta una palabra que defina mejor las funciones que desempeñan fontaneros y plomeros actualmente.
Lo cierto es que los dos términos son arcaísmos, que mantienen, aunque un tanto ocultas, sus raíces y recuerdan la milenaria existencia de los profesionales del ramo.