La expansión del comercio digital en México requiere una infraestructura de almacenamiento más sólida y numerosa, que esté protegida contra posibles incendios, a fin de garantizar la seguridad de los bienes y el flujo operativo
Por Dulce Negrete
El Covid-19 ha sacudido las preferencias del consumidor. Sus hábitos ya no serán los mismos. Por lo tanto, la manera de hacer negocios a nivel micro, pequeño, mediano y grande, en general, cambiará, y será de gran importancia que las empresas aceleren sus iniciativas hacia una transformación digital, pues, pese a no saber cuánto tiempo durará la emergencia sanitaria, dicha transformación les permitirá adaptarse con mayor velocidad a esta “nueva normalidad”.
Uno de los cambios más evidentes a raíz de la pandemia se notó en las compras on-line, que se ha traducido en la demanda masiva de entregas a domicilio, principalmente de alimentos y bebidas. A mayor escala, los gigantes del comercio electrónico duplicaron el aforo y la salida de artículos de limpieza y de oficina de sus áreas de almacenamiento y distribución para atender la creciente demanda.
En 2019, la Asociación de Internet Mx reportó 83 millones de usuarios de Internet; 71 % de estos compró algún producto o servicio en línea en los últimos tres meses, 11 % más que en 2018, puesto que cada vez buscan una mayor interacción con las marcas y una experiencia omnicanal.
El Estado de México y Nuevo León, considerados hubs logísticos, dado que el 80 % de su mercado está cerca de su ubicación, dedicaron un total de 107 mil 410 metros cuadrados para el comercio electrónico. Los parques industriales de ambos estados fueron ampliados durante el primer trimestre de 2019. Si bien en la Zona Metropolitana del Valle de México ya no hay espacio suficiente para establecer naves industriales o parques logísticos, de acuerdo con la consultora de servicios inmobiliarios CBRE, la tendencia a futuro será establecer bodegas de “última milla”, es decir, pequeños espacios dentro de colonias populares donde se distribuirán cantidades pequeñas de productos para que puedan llegar más rápido a las manos del consumidor.
Hasta el cierre de 2018, la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) reportó que, en México el retail aportó al PIB 18 mil 200 mdp. Por otra parte, de acuerdo con los resultados preliminares del Valor Agregado Bruto del Comercio Electrónico (VABCOEL), Año Base 2013, en 2018 la participación del sector en el PIB fue de 5 %, mientras que su valor agregado fue de 1 millón 106 mil 558 pesos.
En este sentido, la transición hacia lo digital requiere de la participación de las áreas operativas, comerciales, industriales, de suministro y logística, así como de soporte tecnológico, para que en todas impere la seguridad. En la transformación del almacenaje el uso del plástico sigue extendiéndose, lo cual genera un reto para mantener la integridad del edificio y también salvaguardar la vida de los ocupantes, a la par que contribuya con la economía del país.
En la transformación del almacenaje el uso del plástico sigue extendiéndose, lo cual genera un reto para mantener la integridad del edificio y también salvaguardar la vida de los ocupantes
Dicho de otro modo, un comercio digital más robusto y capaz de cumplir con la demanda de los usuarios requiere infraestructura más sólida y numerosa. Más allá del desarrollo de los espacios de almacenamiento y logística necesarios para garantizar el flujo operativo, se requiere asegurarlos contra el latente peligro del fuego, que en la historia reciente del país ha mostrado la facilidad con la que puede consumir este tipo de espacios si no se encuentran adecuadamente protegidos.
Jorge H. García, ingeniero electromecánico, certificado en el diseño de la tecnología de sistemas de rociadores automáticos contra incendios (CETRACI), con más de 23 años de experiencia en el sector de protección contra incendio, nos comparte cuáles son los requerimientos generales de diseño en almacenes para facilitar un procedimiento ordenado, acorde con. sus características, con un resultado más satisfactorio basado en la NFPA 13, norma para la instalación de sistemas de rociadores, edición 2019.
Todos y cada uno de los conceptos desarrollados a continuación deben tomarse en cuenta como los mínimos razonables aplicables a los riesgos de incendio en un almacén. No obstante, es idóneo realizar una evaluación de situaciones concretas, según las características del proyecto para el diseño óptimo del riesgo.
Analiza el producto, su distribución y sus riesgos
Los almacenes representan a empresas que forman parte de una cadena de valor, característica que los obliga a garantizar a cada uno de sus clientes y proveedores la continuidad del servicio. La interrupción de éste a causa de un incendio implicaría consecuencias negativas: pérdida de clientes u operaciones, reclamaciones monetarias o demandas de quienes se vean afectados por un mal seguimiento en el trabajo.
El cambio de uso de suelo, el cambio de arrendatario o la vertiginosa evolución del negocio en cuanto a los materiales que almacena o con los que se labora son los principales desafíos en la protección de un almacén. Por lo tanto, si se pretende proteger con un sistema de rociadores automáticos, implica que estén en todas las áreas en la medida que sean aplicables de acuerdo con la NFPA 13, a excepción de casos particulares.
“Un sistema fijo contra incendio, con base en un sistema de mangueras o rociadores automáticos, requiere un suministro de agua necesario según un cálculo hidráulico. En México, a diferencia de otros países, el propietario que decide instalar un sistema contra incendio debe tener su propio suministro de agua para su equipo de bombeo. De hecho, algunos parques industriales ya cuentan con el suministro de agua mediante una red privada”, advierte el ingeniero Jorge.
Los propietarios de la estructura donde el sistema va a ser instalado también deben informar al encargado de diseñar el sistema de rociadores cuál ha sido el uso previsto del edificio, los materiales que están dentro de éste y la altura máxima de cualquier almacenamiento.
En primer término, debe determinarse la clasificación de mercancías y los requisitos de protección correspondientes, basándose en la composición de las unidades de almacenamiento individual, así como en el tipo y cantidad de materiales que se usen como parte del producto y de su envase primario.
También hay que reconocer el método de acuerdo con la disposición de almacenamiento. En este sentido, la NFPA 13 clasifica cuatro clases de mercancías (Clase I, II, III, IV), además de tres grupos de plásticos correspondientes al Grupo A, B y C. El segundo aspecto por determinar es cómo se almacenarán las mercancías y su disposición. García señala que se debe “identificar qué clase de producto es y cómo está almacenado; solo o en grupo; si están encapsulados o no encapsulados; en pallets de madera, plástico e incluso metal; si están expuestos o encartonados o en contenedores de plástico; si éstos son abiertos o cerrados”.
La norma exige identificar cómo serán almacenados los productos debido a que definirá en gran proporción el diseño de los rociadores, su volumen de descarga, su configuración de instalación en cobertura y distanciamiento a techo. Dicho de otra forma, anexa el ingeniero y director General de Xylon Fire, “es elemental considerar el tipo de mercancía que existe en un almacén, subrayando el producto original, cómo está constituido, empacado interna y externamente”.
No obstante, un pallet que posee una parte de plástico en su constitución que no ha sido evaluada en un laboratorio de reconocimiento internacional como equivalente a la madera, de acuerdo con la norma, debe aumentar la clase de mercancía determinada para una carga de almacenamiento conforme a pallets de plástico no reforzado o pallets de plástico reforzado, esta última llamada así porque su refuerzo secundario es de acero o fibra de vidrio.
“Es imprescindible tener trato particular con el almacenamiento de tarimas de madera o plásticas. Por ejemplo, la configuración de madera liviana con espacios de aire libres facilita la propagación del fuego por convección; es decir, crea espacios altamente combustibles o chimeneas con altas tasas de emisión de calor, por lo que deben estar apartadas, restringidas en cantidad y de preferencia almacenadas en el exterior, separadas del edificio”, advierte el ingeniero García.
Los apilamientos de productos mayores a 25 ft (7.6 m), tanto para NFPA como para FM, se consideran como límite en la mayoría de los almacenamientos de sólidos base celulosa (clase I, II, III y IV) o de sólidos base polímero (plástico Grupo A). Los que rebasen este parámetro, suponen un reto mayúsculo en el diseño para.la protección contra incendio en almacenes.
Siguiendo con la norma NFPA 13, el almacenamiento misceláneo y en pilas de baja altura, de igual manera debe estar protegido a una altura menor de 12 ft (3.7 m). La mayoría de las estanterías son abiertas. Por tanto, debe ponerse atención cuando un almacén utiliza repisas sólidas en los racks (de acuerdo con la definición indicada en el Capítulo 25 de la NFPA 13, edición 2019), las cuales deben protegerse con un sistema especial. En otros términos, con rociadores automáticos entre racks llamados también in-racks en cada nivel de repisa sólida.
García agrega que “la clasificación de riesgos de productos es por clases, según su tasa de emisión de calor. NFPA y FM precisan la clase I como la menos peligrosa; la clase IV representa el mayor riesgo vinculado a los plásticos del grupo A, B y C, expandidos o no, en cajas de cartón o no. Acá, los plásticos grupo A expandidos y expuestos representan la mayor combustibilidad. Pero, a últimas fechas, las mercancías almacenadas innovan precipitadamente con diversos componentes en su fabricación y embalaje. Los nuevos productos en un almacén contienen plásticos de uso masivo”.
El Poliestireno Expandido (EPS) es un material plástico espumado, barato, ligero y con buen aislamiento térmico. Actualmente, es recurrente en diferentes sectores, como la electrónica de consumo (línea blanca), pasando por muebles, herramientas, juguetes o vacunas, hasta en el envasado o embalado, gracias a su amplia capacidad de amortiguación de impactos, que permite garantizar un transporte y almacenamiento eficaz de los productos. No obstante, si se enciende por acción del fuego y se mantiene caliente puede emitir un humo muy negro y denso, que contiene partículas de hollín aceitoso en grandes e irregulares formas, al grado de bloquear los pulmones.
Existen riesgos aún no prescritos en los criterios de diseño de los códigos de la NFPA (National Fire Protection Association). Cabe recordar que éstos no son limitativos; dichos riesgos deben ser identificados durante el levantamiento de información de diseño, sin estar enfocados sólo en plásticos Grupo A expuestos (no en cajas cartón) y expandidos; almacenamiento de botes en estanterías y almacenes con techos con pendientes mayores a 12º.
También se deben tener en cuenta los materiales peligrosos como líquidos combustibles e in.amables, gases comprimidos e in.amables, aerosoles, reactivos y tóxicos, que requieren consultar códigos y normas específicas creadas para estos riesgos, declara el directivo de Xylon Fire, ya que se restringen en cantidades límites permitidas, dependiendo de las divisiones (layout) del resto del almacén. El almacenamiento para llantas, fardos de algodón o rollos de papel también requiere clasificación especial de riesgos.
Cabe subrayar que, como resultado económico, los almacenes insisten en la necesidad de aumentar la altura. Para NFPA dicho almacenamiento habitualmente abarca hasta los 45 ft (13.7 m) de altura. No obstante, a mediados de este año, en las hojas técnicas de FM se consideran rociadores que cubren hasta 50 ft (15.2 m) de alto, o superior. Lo anterior representa un desafío porque aumenta la densidad de carga térmica acumulada.
La altura del techo en la cumbrera de un edificio tipo industrial o la altura del techo en un edificio comercial que tenga la necesidad de un almacenaje, así como la altura requerida del almacenaje mismo, son determinantes para la selección de los rociadores de agua y la presión a la que estos deben de operar
Hasta ahora, un diseño de rociadores automáticos que compense, por decirlo de alguna forma, el colocarlos in-racks en comunión con los del alto techo sólo se encuentra en FM, pues aunque los rociadores tienen mucha más capacidad de descarga y de flujo, si la intensidad del fuego es demasiado fuerte, esa agua en forma de gotas que cae al piso se convierte en vapor, provocando que no enfríe el fuego en las mercancías, propagando, en consecuencia, el incendio.
FM ha desarrollado una ingeniería a través de un piso virtual, es decir, una cierta altura que se calcula con rociadores tipo in-racks y éstos apagan o controlan el fuego de ahí hacia abajo, permitiendo que de este punto hacia el techo la distancia de cobertura sea menor y por lo tanto más óptima.
“Independientemente de un buen diseño de sistema de rociadores automáticos y una correcta instalación, el éxito radica en mantener el equipo en excelentes condiciones de operación, con un adecuado programa de inspección, pruebas y mantenimiento (NFPA 25). Recordemos que no se trata de sólo memorizar los estándares, sino de aprender a navegar en ellos para encontrar lo que se necesita y aplicarlo correctamente”, concluye.