Cada vez con mayor frecuencia, las diferentes industrias hacen referencia constante a los esfuerzos que se deben hacer por disminuir los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, pero ¿a qué se refieren precisamente cuando hablan del CO2 y el cambio climático?

El CO2 es un gas que habita en la Tierra de manera natural, aunque, según diversas investigaciones, su presencia en el planeta ha oscilado a través de los diferentes periodos de ésta entre 300 partículas por millón (ppm) hasta 4 mil ppm (hace 400 millones de años).


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No obstante, fue en la era moderna, a partir del inicio de la Revolución Industrial (siglo XVIII) y las diferentes actividades humanas que implicaron la quema de combustibles, que su presencia en la atmósfera tuvo un incremento de 150%.

Según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en 2002 la presencia del CO2 en la atmósfera era de 365 ppm (calidad, digamos, “aceptable” en términos de sostenibilidad), pero hacia 2023 se detectó un aumento de 420 ppm, “es decir, un incremento del 11.4% en sólo 20 años”, refirió Ko Barrett, secretaria general adjunta de la OMM.

Para dimensionar este incremento, otra científica de la OMM, Oksana Tarasova, señaló que “los niveles actuales de CO2 no se han visto en la historia de la humanidad. La última vez que vimos 400 ppm de CO2 fue hace entre 3 y 5 millones de años, y durante ese tiempo la temperatura era entre 3 y 4 grados más cálida, y el nivel del mar entre 10 y 20 metros más alto”.

Si bien el CO2 no es el único gas que forma parte de los gases de efecto invernadero (GEI), su porcentaje de participación para el calentamiento global está por encima del 64%, además de que su tiempo de vida en la atmósfera, según la propia ONU y la OMM, puede ser de hasta 1 mil años; en contraste con el óxido nitroso (otro de los gases de efecto invernadero), cuya vida en el ambiente es de hasta 120 años, o el metano, que perdura en la atmósfera por sólo 10 años; sin contar que también algunos gases artificiales (gases fluorados) han contribuido al calentamiento global, así como al debilitamiento de la capa de ozono.

Si bien el dióxido de carbono no es el único gas que forma parte de los gases de efecto invernadero (GEI), su porcentaje de participación para el calentamiento global está por encima del 64%, además de que su tiempo de vida en la atmósfera, según la ONU y la OMM, puede ser de hasta 1 mil años

Las científicas del OMM advierten que incluso con las medias propuestas a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU –la descarbonización de las industrias y el aumento de uso de energías renovables, por mencionar sólo algunas– revertir la situación actual podría implicar varias décadas. Por lo que temen que los efectos del calentamiento global se sigan mostrando en fenómenos naturales, como huracanes e incendios forestales.

“Corremos el riesgo de vernos atrapados en un círculo vicioso. La variabilidad natural del clima desempeña una importante función en el ciclo del carbono. Pero en un futuro próximo, el propio cambio climático podría convertir los ecosistemas en importantes fuentes de gases de efecto invernadero. Los incendios forestales podrían liberar más emisiones de carbono a la atmósfera, mientras que el aumento de la temperatura de los océanos podría reducir su capacidad de absorción de CO2. Por tanto, se podría acumular más CO2 en la atmósfera y acelerar el calentamiento global”, alertó Barrett.

Recientemente, una atinada propaganda ambientalista decía lo siguiente: “El clima está cambiando, ¿lo estás haciendo tú?”.


 

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