
APLOMEX
Por Carlos Ayala
El título de esta columna de opinión es siempre la respuesta genérica (a manera de muletilla) con la que cualquier compañero de oficio le suele otorgar un signo de autoridad o validación a su forma de hacer un trabajo. Pero ante la pregunta que lo cuestiona sobre de dónde salió esa norma o dónde está escrita esa norma, el compañero suele reaccionar y concluir la conversación siempre de la misma manera; no sin antes argumentar con cierta resistencia evocando grandes proyectos en los que participó en el pasado o retomando fragmentos de libros técnicos considerados clásicos (todos ellos de edición obsoleta): “Es que así me enseñaron, así aprendí a hacerlo”.
Podemos tomar esta situación como algo cultural y relacionarlo con la falta de formación escolar y, por ello, derivarlo como una deficiencia del acceso al pensamiento científico y técnico, muy común en muchos ámbitos de nuestro país. Pero no por ello debemos considerarlo un problema irremediable; de hecho, la solución nos traería grandes beneficios.
Y es que en nuestro ámbito de trabajo cotidiano siempre se ha considerado el conocimiento y la aplicación de las normativas como algo casi sagrado y de uso exclusivo para los “profesionales” de la industria de la construcción, ese grupo donde siempre se encuentran ingenieros, arquitectos y diseñadores, descuidando en la mayoría de los casos al eslabón de la cadena que hace que todo proyecto se materialice de forma sólida y confiable en el campo: el instalador.
Después de pasar por un breve ejercicio de revisión a la normativa relacionada con el oficio del instalador hidrosanitario, aquí “plomero” o “fontanero”, nos encontramos que tener acceso a normas, ya sea oficiales o de referencia mexicanas –que deberían ser consideradas como estratégicas en el actual contexto mundial, totalmente orientado al ahorro y conservación del agua, así como a la preservación de la salud de los usuarios dentro de las edificaciones; más allá de aquellas normas de fabricación y pruebas para equipos, muebles o accesorios– es limitado o simplemente imposible, porque esas normas no existen.
Al final acá abajo, los instaladores nos terminamos cruzando dos deficiencias importantes en este proceso, que al final juegan en contra de nuestro valor dentro de la cadena; primero, con la falta de acceso la información, acompañada de un proceso formativo y certificación técnica actualizada; y después, con los vacíos legales, debido a la carencia de normativas oficiales específicas para varios de los ramos con los que convivimos diariamente quienes estamos dentro de la industria de instalaciones mecánicas, hidráulicas y sanitarias.
Por eso, desde la Unión Nacional de Instaladores Hidrosanitarios brindamos nuestra mano a todos los actores interesados, para que participemos en un necesario ejercicio que revolucione los viejos paradigmas de la construcción, que, creemos firmemente, traerá beneficios inimaginables para actividad que beneficia a millones de mexicanos, otorgando agua y salud.
Normalicemos los procesos de construcción de instalaciones hidráulicas y sanitarias basados en normativas correspondientes.

Carlos Daniel Ayala
Carlos Ayala es Presidente de la Unión Nacional de Instaladores Hidrosanitarios, A.C. (UNIHAC), también conocida como Aplomex, organización enfocada en la reivindicación de la profesión de la plomería, en la promoción de las buenas prácticas y en la capacitación de alto nivel para sus asociados.
Contacto: [email protected]