Si bien esta temporada de lluvias ha sido 49% más intensa que años pasados, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la escasez del recurso en el país se ha agudizado debido al cambio climático, que disminuye los recursos de agua potable, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). A pesar de que se ha dedicado más tiempo e inversiones al tratamiento de aguas residuales y la reutilización, aún se encuentran en etapa inicial y no están lo suficientemente extendidos para su uso a gran escala.
De acuerdo con la Red Nacional de Medición de la Calidad del Agua (Renameca), sólo 40% del agua que se consume en México cuenta con los estándares de calidad para uso humano.
“Asimismo, la infraestructura hidráulica del país necesita mejoras, ya que en muchas áreas no se ha mantenido adecuadamente debido a las restricciones presupuestarias. Además, de la alta demanda que ha incrementado en zonas conurbadas en los últimos años, lo que ha presionado aún más el suministro de agua potable del país», comentó Álvaro Cristóbal Martínez Fresneda Somoza, gerente de Desarrollo de Negocios LATAM -Sistemas de Agua de NSF, organización global independiente.
Somoza aseguró que los desafíos que se vislumbran a corto, mediano y largo plazo son bastante retadores, pues es necesario implementar estrictos estándares de desempeño, de eficiencia y sostenibilidad. Esto abarca desde la evaluación y certificación de sistemas de agua, los materiales e ingredientes utilizados en productos y sistemas de agua potable y la gestión de la misma para diversas industrias.
La falta de estándares de calidad en los sistemas de agua puede desencadenar graves consecuencias, principalmente atenta con la sostenibilidad a largo plazo de este recurso; además de poner en riesgo la seguridad de la población con la propagación de enfermedades transmitidas por agua contaminada como cólera, disentería, hepatitis A, fiebre tifoidea y la poliomielitis, según la Organización Mundial de la Salud.
Es imperativo que todos los actores involucrados se comprometan a adoptar prácticas eficientes y normativas que garanticen la protección de la salud pública y la preservación de los recursos hídricos del país. Sólo con la colaboración entre gobierno, sector privado y sociedad civil se garantizará un futuro sostenible y se asegurará el acceso al agua potable y segura para todos los mexicanos.