Merecedora de múltiples premios, esta librería conjuga espacio natural, materiales, diseño, funcionalidad, seguridad y confort para los visitantes

Por Ángel Martínez / Imágenes, cortesía Jaime Navarro

La noche del jueves 17 de octubre de 2019, el arquitecto Eduardo Aizenman llegó a la cena de gala de la primera edición de los Premios Escala convencido de las altas posibilidades que tenía para ser reconocido en la categoría a Mejor Proyecto Comercial. Si bien nunca había participado en ningún concurso arquitectónico, sabía que la Cafebrería de San Ángel podía aspirar al reconocimiento y ser, de cierta manera, el cierre perfecto a un trabajo que comenzara cuatro años atrás. La realidad es que sus expectativas se cumplieron con creces, pues además del reconocimiento a Mejor Proyecto Comercial, Aizenman Arquitectura obtuvo el Escala de Oro; es decir, el reconocimiento al mejor proyecto de los premios que enmarcaron la Semana de la Construcción, en Expo CIHAC.

Autodefinido como solo practitioner, el arquitecto Aizenman encontró en este tipo de proyectos uno de sus mejores campos de acción. Según relata a Especificar, hace 27 años lo contrataron para desarrollar la primera cafetería y librería de El Péndulo en la Ciudad de México, la de la colonia Condesa. Una vez aceptado el proyecto, el joven arquitecto pediría que en lugar de una remuneración lo consideraran para formar parte de la sociedad de inversionistas. Eventualmente, esta petición lo ha llevado a desarrollar todas las cafebrerías con las que cuenta la cadena; siete en total.

Respecto a la más reciente, que se ubica dentro del Instituto Cultural Helénico en la avenida Revolución, rememora que su participación se dio de manera un tanto circunstancial. La Presidencia de dicha institución deseaba construir un espacio que complementara la oferta cultural del foro, que contaba ya con teatros, una escuela donde se ofrecen diferentes diplomados, una pinacoteca, uno de los edificios más antiguos de México y una capilla del siglo XIII.

El reto, entonces, consistía en desarrollar el concepto de una gran contenedor cultural. Los dos años previos de negociaciones sirvieron paralelamente para que su firma de arquitectura fuera proponiendo y desechando opciones: volones, tapetes de alta durabilidad, materiales que trasmitieran una idea más orgánica; maderas de ingeniería que aportan a la expansión y contracción del espacio; canceles, herrería… Todo ello a partir de una relación intuitiva y natural con el Centro para que, al final de las negociaciones, el proyecto sólo tardara un año –con sismo de por medio en 2017– para poder ver la luz.

En un país donde la tasa de lectura ronda los 1.2 libros por año por persona, que se reconozca un proyecto cultural en el área comercial tiene un doble valor: que la cultura puede ser negocio y que, más allá del giro, lo bien diseñado alcanzará su reconocimiento tarde o temprano. A la sazón, nos acercamos al arquitecto Aizenman para platicar más a fondo sobre un proyecto que no hace mucho tuvo una noche redonda.

Especificar (E): ¿Cómo se integra la sustentabilidad en este proyecto?

Eduardo Aizenman (EA): Habría que definir el concepto de sustentabilidad. Uno puede hablar de este espacio como de uso mixto, en tanto que la gente va a trabajar, va a platicar; es un lugar de reunión. Y para que sea exitoso, tiene que darte la posibilidad de hacer varias cosas. Hay una parte de este espacio que te da la sensación de que estás dentro de un ambiente mayor, con cierto paralelismo. Siempre quisimos reflejarlo.

Creo que hay un aspecto de sustentabilidad en cómo eliges los materiales para que la construcción sea más ligera y más rápida. Partiendo de aquí, apostamos por una sustentabilidad diferente, siempre bajo las preguntas, cómo puedes hacer que un negocio o un edificio tenga una durabilidad a partir del uso que se le da, que no pase de moda y que no sea pasajero; que los materiales tengan una vida práctica ante la gente.

Usamos los materiales para darle ese carácter. Tú entras por un piso que le da cierta continuidad a la calle, aquí preferimos un material duro, de piedra, que no afectara el piso. Tiene una durabilidad respecto al uso que le estás dando. Hay, entonces, una parte de uso pero también hay una parte de simbología. En el piso intermedio está una zona de salas, de bar y el lounge. Ahí pusimos una transición para bajar el nivel de ruido. Pusimos un volón con un piso de PET reciclado, un producto que ofrece una durabilidad mayor. Ambos son elementos que aportan a la resiliencia del edificio, por decirlo de alguna manera.

Además tiene cierta capacidad acústica. Al final es un hangar; incluso la fachada tiene elementos de aluminio corrugado. Buscando una ligereza en el material, nos preguntamos cómo puedes tener un mayor volumen con más ligereza. Este material, además de ser liviano, tiene la imagen de ser un contenedor. Teníamos el problema de que la fachada era poniente, por lo que decidimos colocar una fachada gruesa para absorber el ruido de la calle, además pusimos ahí el librero principal, lo que ayudó a mitigar el calor y el ruido exterior.

Las decisiones se fueron dando junto con la construcción. Es muy importante cómo construyes, pero al mismo tiempo tienes que ofrecer una experiencia nueva. En este sentido, la respuesta de la gente ha sido muy emocional. Otro de los materiales que decidimos utilizar es una madera de ingeniería, que responde muy bien a la expansión y contracción del edificio y al diafragma sísmico. La madera es más fácil de ensamblar, además de que es más duradera, lo que se traduce en un mantenimiento más práctico. Es así como empiezas a escoger materiales que con las experiencias previas vas corrigiendo.

Las decisiones se fueron dando junto con la construcción. Es muy importante cómo construyes, pero al mismo tiempo tienes que ofrecer una experiencia nueva. En este sentido, la respuesta de la gente ha sido muy emocional”

Arquitecto Eduardo Aizenman

E: ¿Qué pasa con el confort en el clima dentro del recinto?

EA: Ahí fue muy importante la selección de materiales. Hay algo que también tiene que ver con la intuición. Si estás rodeado de telas y maderas, y tienes una alfombra, es decir, de elementos que te den a la vez calidad y espacio, y que psicológicamente ya te provocan un calor físico, te permite prescindir de elementos mecánicos. Para contrarrestar el frío, por ejemplo, hemos optado por solucionarlo a través de elementos de marketing, como es proporcionar una pequeña manta, lo cual también aporta a la sustentabilidad del edificio. Afortunadamente, tenemos una ciudad con un clima bastante bueno, eso también ayuda a ofrecer estas opciones y que el visitante sienta que se le resuelve un problema de confort al ciento por ciento.

En la parte del calor, hay una cuestión favorable que tiene que ver con que en este espacio tenemos dos edificios grandes a los lados y un jardín atrás; el viento siempre va a entrar por la calle. Entonces, hay una relación tres a uno en la entrada. Eso crea una presión positiva en el ambiente, que hace que el calor salga por arriba, utilizando la palmera central, sobre la cual gira todo el concepto, y que se disipe el calor. En la entrada hay una gran apertura al ambiente, es decir, que hay un muy buen flujo de aire. Mientras que en las salidas son más pequeñas, haciendo una especie de embudo. Siempre hay un flujo de aire. Y la palmera, que está forrada por louvers, hace que el calor suba y se disipe.

Teníamos un sótano ocupado por una subestación, ellos sí tenían un sistema mecánico grande, había una cisterna que no podíamos tocar y un transformador. Había condiciones que nos daban ciertas limitantes, pero que eventualmente se volvieron oportunidades. Tenemos un tratamiento más pasivo; y donde se necesitó extracción mecánica, como es en el caso de la cocina, optamos por extractores más sencillos.

E: ¿Cómo resolvieron el tema de la seguridad frente a un incendio?

EA: A nivel contra incendio, pusimos los extintores reglamentarios. El Instituto cuenta con sus respectivas bombas con hidrantes y mangueras; pudimos lograr una salida, que pusimos en un lugar céntrico; ése es nuestro sistema. Además, el techo tiene una distancia de 14 metros, y hay un espacio de entre 1.30 y 1.40 metros entre el plafón, que nos dio espacio para organizar el tema de la instalación eléctrica. La pintura que utilizamos también es retardante al fuego. Tuvimos mucho cuidado en la parte eléctrica. Todo el desarrollo cuenta con luces LED, de bajo voltaje, para disminuir cualquier riesgo.

E: ¿Cuál es su opinión sobre las cuestiones sanitaria y sísmica que se tienen que cubrir en la actualidad?

EA: Yo espero que el Covid-19 sea pasajero. Una de las experiencias que hemos tenido es que no puedes generar un ambiente artificial al ciento por ciento, porque tienes ciertos riesgos que hay que tener en cuenta, y ahora más, como es el caso de los aires acondicionados. Aquí habrá que tener más cuidado a la hora de su especificación, sobre todo por el tema de los filtros y de la calidad del aire. Si tienes la oportunidad, debes utilizar lo que te da el clima y la naturaleza. Y aunque existe un problema de contaminación del aire, tenemos que preponderar lo natural.

Por otro lado, seguramente surgirán más acabados que hoy se ocupan en áreas de hospitales para esta nueva normalidad, con derivados de la plata o antibacteriales. Asimismo, seguramente habrá más cuidado en incorporar elementos automáticos, como en griferías y fluxómetros. Lo mismo sucederá en la iluminación.

En las oficinas también habrá cambios importantes. Por un lado, porque la gente tendrá que ver la posibilidad de ocupar espacios más pequeños para realizar el trabajo remoto, o habrá que obtener más espacio con la problemática del encarecimiento de la tierra, porque si antes necesitabas 4 metros para una oficina donde metías a seis personas, ahora necesitarás el doble de espacio, con lo que implica en alza de valor, y el que quizá ya no sea factible para la empresa.

Si tienes la oportunidad, debes utilizar lo que te da el clima y la naturaleza. Y aunque existe un problema de contaminación del aire, tenemos que preponderar lo natural

Estamos empezando a ver qué puede pasar. A nivel inmobiliario, también hay un reto. Las casas tendrán que tener más espacios exteriores, se tendrán que revalorar la terrazas. Espero que haya una toma de conciencia con los problemas ambientales, de tal manera que tener una terraza sea un espacio de salud.

A nivel Federal, debe haber también fuertes cambios para que el transporte público sea más eficiente, y que la gente pueda moverse sin tanto problema. La movilidad urbana tiene temas de inseguridad que hay que sondear. Se tiene que ver desde un aspecto global, y parece que no ha habido una respuesta política adecuada tanto al tema de salud como al económico, y eso dificultará el tipo de desarrollos que se pueda hacer.

A nivel sísmico, estamos muy acostumbrados a hacer cosas tradicionales, con el concepto de mano de obra tradicional. Tendríamos que empezar a desarrollar más proyectos estructurales mixtos, entre concreto y acero, pero la realidad es que tampoco tenemos la tradición en ingenierías de acero que tienen otros países. Se tiene que saber hacer una junta. Hay que saber construir con acero.

Es importante hacer una resignificación de la ciudad para que la gente no se tenga que mover tanto, pero hay que saber hacer los edificios altos, y entender que se van a mover. Hay, además, que generar una densificación y una estructuración: promover edificios pequeños con servicios abajo, y que además piensen en la parte de la conectividad.

E: ¿Qué piensas de la preconstrucción y los modelados virtuales?

EA: Hicimos algunos renders, pero tuvo más peso la práctica propia. Como arquitecto, tengo la capacidad suficiente de abstracción para poder visualizar con un plano o con un corte el aspecto final. Yo siento que las previsualizaciones se usan para que la gente entienda lo que está sucediendo. En este caso, al ser cliente y proveedor, y tener que lidiar con socios, no hubo necesidad de utilizarlo.

Son herramientas muy buenas a nivel de comunicación, pero a nivel de diseño las maquetas físicas ayudan mucho más; el render puede ser un arma de doble filo.

La arquitectura está cambiando por las herramientas de visualización. Hoy se hacen edificios paramétricos, con curvas, con estructuras complejas, pero eso está dentro de las escuelas, tarde o temprano regresaremos a algo más natural y sencillo. Tiene que haber un equilibro entre todas las zonas de producción, porque la mano de obra sigue siendo tradicionalista y las grandes obras con más elementos implican conocimiento de todas las líneas.

Péndulo San Ángel resignifica el espacio: