En el sector HVAC, Carlos García, Director General de Trane México, destaca la consciencia que la población ha cobrado acerca de la calidad de aire interior (CAI) y lo benéfico que esto puede resultar para la salud y el bienestar a largo plazo

Desde el inicio de la pandemia, la atención general se ha concentrado principalmente en los efectos negativos: los decesos, los problemas económicos, las pérdidas. Pero toda moneda tiene dos caras. Como dijera Hamlet, “Nada es realmente bueno o malo; es el pensamiento humano el que lo hace parecer así”.

Si bien, cuando inició la emergencia sanitaria, incluso las industrias esenciales vieron afectadas sus actividades y, desde luego, sus utilidades —“el mercado del aire acondicionado durante 2020 cayó mucho; alrededor del 30 %”, señala Carlos García, Director General para Trane México—, no pasó mucho tiempo antes de que la necesidad de adaptación empujara los ajustes requeridos para que todo continuara su curso. Y entonces comenzaron los hallazgos positivos.

En entrevista con Especificar, el director de Trane —la compañía fabricante de equipo HVAC que este año está celebrando el 30 aniversario de su ingreso a México— recuerda que la situación “fue un reto que nos llevó a adaptarnos y a evolucionar muy rápido. Nos tomó semanas adaptarnos a la nueva situación para poder cuidar a nuestros empleados, mandarlos a sus casas con todas las herramientas de trabajo para poder también seguir atendiendo a nuestros clientes”.

Decisiones como ésta, que en principio fueron obligadas, permitieron a muchas empresas desmitificar prácticas como el home office y descubrir sus beneficios, como el incremento en la calidad de vida de las personas e incluso en la productividad. “Si bien no todos vamos a estar en un futuro de home office, definitivamente muchos roles van a tener esta flexibilidad”, comenta García.

El distanciamiento social también provocó la adopción acelerada de herramientas tecnológicas que llevaban tiempo disponibles en el mercado. Diversos estudios sobre el tema describen cómo el uso de la tecnología y las herramientas digitales avanzó lo de una década en lo que va de la pandemia.

En la industria HVAC, el fenómeno no fue distinto. Herramientas como la automatización, los sistemas inteligentes y el monitoreo remoto cobraron más relevancia, al permitir, por ejemplo, “desde una central de monitoreo, ver las instalaciones de nuestros clientes que tienen sistemas de controles, para ser más proactivos y no esperar a que algo suceda para intervenir”, describe el director de Trane. En otras palabras, la tecnología permitió sortear las restricciones que llegaron con la sana distancia.

Este tipo de herramientas muestran desde hace tiempo una tendencia de crecimiento, ante las ventajas que brindan para gestionar sobre todo edificios comerciales, sus consumos de energía, la vida útil de sus sistemas y para obtener datos que permitan tomar mejores decisiones.

Carlos García estima que este crecimiento será aún mayor en el futuro cercano, pues “incluso en las casas la automatización está ganando mucho terreno. Actualmente ya nos piden mucho los termostatos inteligentes, que van aprendiendo de nuestros hábitos, van ajustándose y nos ayudan, por un lado, a tener confort dentro de nuestros hogares y, al mismo tiempo, a tener un ahorro en el consumo de energía eléctrica”.

La automatización está ganando mucho terreno en el sector residencial. Ha crecido la demanda de termostatos inteligentes, que van aprendiendo de los hábitos del usuario, van ajustándose y ayudan, por un lado, a brindar confort y a tener un ahorro en el consumo de energía eléctrica.


Un aspecto positivo más que llegó con la pandemia, y que quizás es el que más repercusión ha tenido, es el de la calidad de aire interior (CAI). “Es un tema que existe desde hace tiempo, y para prueba los estándares 62.1 y 62.2 de la ASHRAE”, señala García. “Pero a raíz de estos sucesos se le ha puesto más atención y la gente está empujando para ir incluso más allá de lo que establecen estos estándares de CAI, porque ahora necesitamos minimizar la probabilidad de transmisión del virus a través del aire”.

Como apunta el director de Trane, la preocupación por la CAI existe desde hace tiempo en el mundo; más de cuatro décadas para ser precisos. Tomás Higuero, Consejero Delegado de Aire Limpio para la Fundación de la Energía de la Comunidad de Madrid, relata en la Guía de Aire Interior Fenercom 2016 que el origen de este tema se remonta a la década de 1970, cuando aumentó el precio de los energéticos y comenzaron a desarrollarse edificios comerciales y residenciales más herméticos, a fin de conservar mejor la energía.

“El efecto no esperado es que este incremento de estanqueidad en los edificios trajo consigo una menor ventilación, al mismo tiempo que existía una mayor concentración de contaminantes de procedencia tanto interior (mobiliario, pinturas) como exterior (calidad de aire exterior mala en muchos casos). El resultado, por todos conocido, es que los inmuebles se convirtieron en una trampa para la salud y el confort de sus ocupantes”, describe Higuero.

Hasta antes de la pandemia, “la Organización Mundial de la Salud registraba hasta 800 personas que morían por mala calidad de aire interior cada hora en el mundo”, señala el director de Trane. “En el tema de las enfermedades, la propia OMS consideraba que 1 de cada 3 trabajadores padecía alguna enfermedad a consecuencia de los Edificios Enfermos”.

De hecho, el que un edificio contara con una buena CAI dependía en gran medida de quien diseñaba el proyecto o del fabricante de equipos, recuerda Carlos García. “Ahora es el mercado el que está exigiéndolo. En una casa, la CAI era un tema que ni siquiera se tenía en cuenta; el objetivo de comprar un aire acondicionado era contar con un sistema que brindara una temperatura confortable; hoy en día la demanda es ‘quiero tener una temperatura confortable y una CAI buena’”.

En este sentido, el director de Trane celebra que la población haya cobrado una mayor consciencia sobre este aspecto, pues ayudará a mejorar el bienestar de toda la población urbana, que pasa 90 % de su tiempo en espacios cerrados. “Ya es algo que se va a quedar en la mente de todos nosotros hacia el futuro”.

Hasta antes de la pandemia, la OMS registraba hasta 800 personas que morían por mala calidad de aire interior cada hora en el mundo. En el tema de las enfermedades, la propia OMS consideraba que 1 de cada 3 trabajadores padecía alguna enfermedad a consecuencia de los Edificios Enfermos.


Sustentabilidad, donde todo converge

A casi 50 años de que iniciaran los problemas de calidad de aire en los edificios—y con pandemia de por medio—, los principales actores del sector HVAC (diseñadores, constructores, fabricantes de equipo y usuarios finales) han hallado la manera de brindar a los espacios interiores confort térmico, ahorro de energía y una buena CAI.

Para Carlos García esto se relaciona con un cambio en la concepción de la comodidad. “Sí, el aire acondicionado brinda confort a nivel térmico, pero ahora se está considerando con una visión más global, incluyendo la ergonomía de los muebles, el confort acústico; es decir, la tendencia que se ve hacia el futuro es contar con un área ciento por ciento confortable en todos los aspectos”.

Mucho se debe a los estudios que organizaciones como el World Green Building Council han desarrollado en torno a las ventajas de contar con espacios cómodos y saludables. En su estudio Health, Wellbeing and Productivity in the Workplace, dicho organismo señala “que pueden obtenerse mejoras en la productividad de entre 8 y 11 % si se mejora la calidad de aire en el interior de un recinto”.

La propia pandemia ha influido en esto, pues arrojó luz sobre la CAI, la pieza que faltaba en el rompecabezas. Cuando las personas dejaron las oficinas para pasar más tiempo en casa, “empezamos a notar diferencias de la influencia que tiene la CAI en nuestra propia salud”, recuerda García. “También eso el empleado lo nota y lo pide, y quizás era un punto que antes pasábamos por alto”.

En el sector residencial, la consciencia sobre la CAI ha repercutido durante el último año y medio en la adquisición de productos que no solían ser tan socorridos, como las lámparas germicidas o los ionizadores de aire. Incluso, señala el director de Trane, como las personas pasaron más tiempo en casa, hubo mucha inversión en mejoras, lo que provocó que el mercado HVAC residencial se mantuviera bastante estable, incluso mejor de lo habitual.

También la demanda de filtros de aire durante 2020 se disparó cuando las personas comenzaron a buscar instalar en sus hogares cualquier elemento que pudiera brindar una barrera contra los contagios. Datos de Verify Markets señalan que, en Estados Unidos, la venta de filtros creció 57 % en 2020 y crecerá 30 % adicional este año.

Pero el asunto con la filtración de aire es que el filtro es sólo un componente y no necesariamente brinda una buena CAI; incluso, puede resultar perjudicial en términos de consumo de energía. Explica Carlos García que “no sólo se trata de agarrar un filtro y ponerlo, porque si el equipo tiene una mayor caída de presión, definitivamente va a consumir más energía”.

El aire acondicionado brinda confort a nivel térmico, pero ahora se está considerando con una visión más global, incluyendo la ergonomía de los muebles, el confort acústico. La tendencia es contar con un área ciento por ciento confortable en todos los aspectos»

Carlos García, Director General Trane México

En este sentido, el director de Trane explica que la propuesta de la compañía sobre la CAI es sistémica, más que de elementos. “En la parte de calidad de aire interior, vemos cuatro estrategias específicas: diluir, que se refiere a traer aire nuevo de afuera; limpiar, donde entra el aspecto de contar con los filtros adecuados y las lámparas germicidas; extraer parte del aire para compensar lo que estamos ingresando para diluir sería la tercera, y la cuarta es contener, con lo cual nos referimos a mantener una temperatura adecuada y una humedad relativa por debajo del 50 %, para evitar la propagación de virus y para brindar confort, pues está comprobado que bajo estas condiciones la gente se siente más cómoda”.

Para lograr contar con un sistema que integre esta visión sistémica, García recuerda que la clave está en el diseño y la ubicación de cada proyecto. “Así como hay proyectos donde la ventilación natural puede ser una solución, hay otros donde no será posible. Lo más importante es ver la necesidad antes de construir. La etapa de diseño de todos los proyectos es la más importante, pese a que es en la que casi siempre andamos de prisa”.

Si bien es cierto que la industria HVAC es responsable de cerca de 15 % de las emisiones mundiales de CO2, el director de Trane es enfático al señalar que la industria cuenta en la actualidad con todas las herramientas y el conocimiento necesario para reconciliar la CAI con el ahorro de energía. “Todos estos temas que estamos abordando: automatización, mantenimiento, calidad de aire interior… al final, desembocan en la sustentabilidad”.

La sustentabilidad se ha convertido en el destino hacia donde apuntan todos los esfuerzos humanos actuales. “En los últimos 15 años”, señala García, «los objetivos de sustentabilidad de las empresas se han triplicado. Entonces, en el futuro vamos a seguir viendo nueva tecnología y nuevos sistemas, buscando llegar a una operación de carbono neutral, buscando formas alternas de generar energía, y eso nos va a empujar como industria a seguir innovando en sistemas y promocionando, junto con nuestros clientes y socios comerciales, sistemas que en un futuro puedan dejar un mundo mejor, que permitan reducir estas emisiones de CO2 al ambiente”.

En este punto, Carlos García celebra el hecho de que la sustentabilidad —como ocurrió con la CAI a partir de la pandemia— ya no sea una meta sobre la que se tenga que convencer a los clientes. “Hoy en día, hay que decirlo, es darles lo que están necesitando, porque ya muchos tienen compromisos, retos y metas en sustentabilidad muy agresivas, y esta es la oportunidad de, como siempre, ser socios de ellos para ayudarlos a que logren sus objetivos”.

No es casualidad que la cantidad de edificios que buscan certificarse bajo alguno de los esquemas de certificación que existen en la actualidad siga creciendo. “Sustentabilidad para México señala que un edificio con certificación LEED tiene ahorros de entre 24 y 50% en consumo de energía; de 40 % en el consumo del agua, de 70 % en generación de residuos, así como de entre 30 y 33% en reducción de emisiones de CO2”, detalla García. “La oportunidad está ahí, y tenemos una responsabilidad como industria para empujarlo”.