Por Carlos Daniel Ayala

“Aquí, el título de plomero te lo da la pura experiencia, chamaco. Yo estudié en la escuela de la vida», le replica el maestro plomero a su joven ayudante, ante la pregunta de cómo había obtenido la preparación para ser llamado maestro en su trabajo.  

El experimentado maestro, tal como la gran mayoría de los plomeros en México, se ha formado en este oficio en una carrera contra el tiempo, desde abajo, a golpe de cincel y pala; con un conocimiento que proviene de los dichos o las acciones que fueron aprendiendo de la denominada “vieja escuela” (como se le llama a los plomeros de generaciones anteriores), y de los cientos de kilómetros recorridos en el campo de las obras de construcción y en los miles de servicios de reparación. 

El reconocimiento dentro del oficio de la plomería, como muchos otros oficios en nuestro país, se encuentra basado en los años de trabajo y experiencia. Esto lo confirman los números de la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), la cual ubica en los 46.1 años como la edad promedio de un plomero, fontanero instalador de tuberías.

El dato anterior nos indica que la calificación que la sociedad otorga el plomero no está en su preparación ni en la calidad de las soluciones que él pueda generar, retrasando la formación de nuevas generaciones que revolucionen el nivel de servicio que se requiere en la actualidad.

Por esa razón, jóvenes que hoy tienen la posibilidad de elegir una carrera, incluso a un nivel técnico, no están optando por elegir prepararse en el área de la construcción, mucho menos en el área específica de las Instalaciones hidráulicas o sanitarias. Ellos toman argumentos como: “Es un trabajo cansado y sucio», “No pagan lo suficiente”, ”Casi no hay trabajo de eso”, “Ya cualquiera se cree plomero”; argumentos que he escuchado repetidamente a lo largo de los años ante la pregunta de por qué no deciden ser plomeros.

El reconocimiento dentro del oficio de la plomería, como muchos otros oficios en nuestro país, se encuentra basado en los años de trabajo y experiencia. Esto lo confirman los números de la última ENOE, la cual ubica en los 46.1 años como la edad promedio de un plomero, fontanero instalador de tuberías

Éstas son respuestas naturales, pues nunca se ha logrado establecer la fórmula realmente atractiva que cree un vínculo entre nuevos prospectos y las empresas de suministros a las cuales ellos sostendrán con su labor, perdiéndose así la oportunidad de generar un círculo virtuoso que ponga en el centro los verdaderos fines de ambos elementos, que son la salud, la sustentabilidad y la rentabilidad de la industria. 

Tales condiciones, aunadas a la falta de una verdadera cobertura educativa y normativa que profesionalice el ramo, así como a la falta de difusión que realce la importancia que este servicio sanitario amerita, han vuelto muy poco atractivo el oficio para los jóvenes, quienes en su mayoría se acercan a éste más en respuesta a cubrir una necesidad de un trabajo que genere ingresos, que por una verdadera vocación.  

Por lo anterior, se debe trabajar en mostrar a los más jóvenes, sobre todo a aquellos que se encuentran en edad de instrucción escolar, que realizar una carrera en el mundo de los servicios de plomería les puede abrir un abanico de oportunidades de desarrollo profesional. Ello requiere también el dominio de las nuevas herramientas tecnológicas a fin de que lleven al oficio de la plomería a ocupar el lugar principal que merece como fuente de salud y bienestar para la sociedad mexicana.

En AploMex trabajamos de la mano de las mejores empresas de la industria de las instalaciones hidrosanitarias para que la formación profesional de los plomeros de México sea posible.


Carlos Daniel Ayala

Es Presidente de la Asociación Plomeros de México (AploMex). Contacto: [email protected]