Si bien es poco utilizada, la desalación no es una tecnología ajena a México. De acuerdo con datos del IMTA, en 2007 ya se contabilizaban alrededor de 435 plantas distribuidas por todo el país, la mayoría de propiedad privada y destinadas al sector turístico, principalmente en Quintana Roo

Por Ángeles Mendieta

Tradicionalmente, las aguas superficiales y subterráneas han sido nuestra principal fuente de suministro. Para su almacenaje y transportación se han empleado presas, embalses, diques y acueductos, mientras que en regiones con déficit de recursos hídricos, se ha recurrido al trasvase como solución a la carencia de agua. Sin embargo, todos estos medios, por depender de las precipitaciones pluviales, no son garantía de disponibilidad de agua, especialmente en el contexto actual de variaciones extremas del clima en cuanto al régimen de lluvias.

Ante esta situación, se ha recurrido a la desalación de agua marina o salobre como fuente de suministro, que en países como Kuwait y Qatar es prácticamente la única. Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Libia, Estados Unidos, España y China son de las naciones que lideran en el proceso de desalación de agua marina, industria que en menos de 50 años ha crecido de prácticamente 0 a más de 60 millones de m3 de agua tratada por día en más de 16 mil plantas desaladoras en todo el mundo.

El agua desalada se emplea en todos los sectores, siendo el uso doméstico al que se destina 63 % del agua obtenida. La industria emplea 25 %; en la generación de energía eléctrica se utiliza poco más de 5 %. Limitándose a ciertas zonas y cultivos, el 1.9 % se aplica en la agricultura, y el resto es empleado en complejos turísticos, en la milicia y en usos recreativos y de servicios.

El agua desalada se emplea en todos los sectores, siendo el uso doméstico al que se destina 63 % del agua obtenida. La industria emplea 25 %; en la generación de energía eléctrica se utiliza poco más de 5 %.


De manera general, el proceso de desalación consiste en la captación de agua salobre, la cual es tamizada para retirar algas, bacterias y toda clase de impurezas. El agua ya apta se almacena y distribuye para consumo humano, para riego agrícola o para uso industrial. Los procesos más empleados son la desalación térmica o destilación y la ósmosis inversa, proceso que predomina a nivel mundial dado su consumo eléctrico relativamente bajo, el costo de filtración que depende de la concentración de sales en el agua, los costos de inversión en la instalación y la facilidad para ampliar la capacidad de las plantas una vez en operación.

El impacto ambiental asociado a las plantas se da principalmente con el agua de rechazo o desecho en forma de salmuera, la cual se confina en lagunas de secado o se devuelve al mar, método más comúnmente utilizado y cuyo efecto podría considerarse nulo; sin embargo, se sabe que el vertido de la salmuera sí puede tener un efecto negativo sobre la vida marina, particularmente con especies que no toleran altas concentraciones de salinidad o en sitios frágiles, como los bancos de coral. 

Si bien es poco utilizada, la desalación no es una tecnología ajena a nuestro país; de acuerdo con datos del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, en 2007 ya se contabilizaban alrededor de 435 plantas distribuidas por todo el territorio, la mayoría de propiedad privada y destinadas al sector turístico, principalmente en Quintana Roo.

Baja California Sur es la segunda entidad en este ramo con más de 70 plantas desaladoras. Entre ellas, la del municipio de Los Cabos, con capacidad para producir 200 litros por segundo (l/s) de agua potable mediante ósmosis inversa, entró en operación en 2007. Esta obra fue la primera del país en su tipo y se llevó a cabo por iniciativa del municipio, a fin de complementar la infraestructura de producción y suministro de agua potable para la población y el turismo.

Baja California Sur es la segunda entidad en este ramo con más de 70 plantas desaladoras. Entre ellas, la del municipio de Los Cabos, con capacidad para producir 200 litros por segundo (l/s) de agua potable mediante ósmosis inversa, entró en operación en 2007


Su inversión sumó 336 millones de pesos (mdp), a precios de 2003, en beneficio de unas 40 mil personas que en ese momento habitaban en la Ciudad de Cabo San Lucas y las colonias Mesa Colorada y Los Cangrejos.Fue financiada con recursos del Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) y del capital privado, a través de un esquema Construcción, Concesión y Traspaso (BOT, por sus siglas en inglés).

Su operación se concesionó por 20 años y en su desarrollo participaron la Comisión Estatal de Agua, el Organismo Operador Municipal del Sistema de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Los Cabos, la Comisión Nacional del Agua, el Banco Nacional de Obras y Servicios, el gobierno de Baja California Sur y el gobierno municipal de Los Cabos. A fin de beneficiar a más de 464 mil habitantes
del municipio de Los Cabos y atender la demanda proyectada a 25 años, se trabaja actualmente en la planeación de una nueva desaladora que tendrá una capacidad de producción de 250 l/s. Se ubicará a poco menos de 400 metros de la planta existente. La inversión, que rebasa los 1 mil 100 mdp, será financiada a través de un esquema de Asociación Público-Privada (APP), que incluye recursos del Fonadin, y su operación será concesionada por 25 años.

En esta misma modalidad de APP, y para atender las necesidades de agua potable de 250 mil habitantes, se desarrolla el proyecto para construir una desaladora en el municipio de La Paz, Baja California Sur, cuyo costo se estima en 852 mdp. En 2018 entraron en operación dos desaladoras más en Baja California: la desaladora de Ensenada, promovida por la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Ensenada, con capacidad de 250 l/s, se llevó a cabo mediante un contrato de concesión BOT a 20 años con un costo de 826 mdp, y la desaladora de San Quintín, en el municipio de Ensenada, Baja California, que forma parte del conjunto de acciones del “Sistema Integral Hídrico San Quintín”; ésta cuenta con capacidad para producir 250 l/s. La planta costó 875.35 mdp en un esquema de APP y beneficia a unos 86 mil habitantes de varias comunidades del Valle de San Quintín.

A fin de beneficiar a más de 464 mil habitantes del municipio de Los Cabos y atender la demanda proyectada a 25 años, se trabaja actualmente en la planeación de una nueva desaladora que tendrá una capacidad de producción de 250 l/s. Se ubicará a poco menos de 400 metros de la planta existente. La inversión, que rebasa los 1 mil 100 mdp, será financiada a través de un esquema de APP


En el municipio de Playas de Rosarito, Baja California, se pretende construir otra planta desaladora con capacidad para producir 2.2 m3/s de agua con posibilidad de incrementarlo a 4.4 m3/s. La empresa promovente propuso utilizar el agua de rechazo de la central termoeléctrica Presidente Juárez de la zona en la planta desalinizadora, con el fin de evitar un doble daño ambiental.

La primera parte del proyecto considera la construcción de la desaladora en un periodo de tres años. En una segunda etapa, se considera la construcción de un acueducto con un trazo que inicia en la propia planta desaladora y concluye en la potabilizadora El Florido, municipio de Tijuana, Baja California. La inversión se estima en más de 12 mil mdp a precios de 2016, aunque actualmente el proyecto se encuentra detenido. Además de éstas, en Sonora se construye la planta desaladora Guaymas-Empalme, que beneficiará a 228 mil 500 habitantes. La planta, con un costo de 789 mdp, tendrá una capacidad total instalada de 200 l/s. Su financiamiento es mediante un esquema de APP que incluye recursos del Fonadin.

La tendencia mundial indica que se continuará explotando la desalación de agua marina, que en zonas con baja disponibilidad de recursos hídricos, como es el caso de la región Norte de nuestro país, es, quizá, la única posibilidad disponible para solucionar el problema de escasez de agua, situando a esta opción como una alternativa viable e indudablemente de gran impacto económico, social y ambiental.


María de los Ángeles Mendieta Alonso

Es licenciada en Administración, egresada de la Escuela Bancaria y Comercial, y maestra en Finanzas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente se desempeña como directora de Planeación de la Comisión Nacional del Agua, estructurando el portafolio de inversiones en infraestructura hidráulica del país, entre otras responsabilidades vinculadas con la gestión de proyectos y alternativas financieras.